domingo, 21 de diciembre de 2008

El futuro de los transgénicos

La Unión Europea aprueba nuevas medidas en el campo de los transgénicos con la autorización de áreas libres de cultivos transgénicos. Los organismos modificados genéticos (OMG), los transgénicos, continúan dando de qué hablar a responsables políticos y productores de todo el mundo. Envueltos en un inacabable debate entre los que promulgan sus beneficios y los que critican sus riesgos, estos productos ponen en evidencia un problema real en el seno de la Unión Europea: la incoherencia de tratamiento en cada uno de los países comunitarios. Inmersos de lleno en resolver algunas de estas incompatibilidades, la UE acaba de permitir la creación de áreas protegidas y libres de OMG.

Por MARTA CHAVARRÍAS 10 de diciembre de 2008

La actividad en materia de transgénicos ha sido, en los últimos diez años, muy intensa. La mayor parte de ella se ha centrado en dotar a este tipo de producción, basada en la biotecnología, de un marco legal que proteja a consumidores y productores. Explicar qué son, qué implican y los efectos que pueden tener en la salud humana y el medio ambiente son interrogantes que aún ciernen sobre este tipo de productos, a los que deben dar respuesta los estudios que se realizan en este campo.

Para los agricultores que han optado por este tipo de producción, los beneficios son claros: además de mayor productividad, el coste de producción es menor. A todo ello se le suma, según la Asociación General de Productores de Maíz (AGME), los beneficios medioambientales ya que no se aplican tratamientos fitosanitarios. Al menos es lo que refleja hasta ahora la experiencia con el maíz Bt, el único que se cultiva actualmente en la UE y cuya "creación" responde a la necesidad de luchar contra la plaga del taladro, un insecto que provoca importantes pérdidas de producción.

¿Verdad o mentira?

La UE aprueba nuevas medidas de armonización para cultivos transgénicos

El mundo de los transgénicos continúa evolucionando en aguas movedizas, y el debate en la UE es muy complicado. La situación, lejos de ser estable, todavía enfrenta partes -como las más científicas-, que parece que aún no entienden muy bien ni instituciones ni consumidores, con la de los responsables políticos -que no atinan cuál es el mejor marco normativo para llegar a cierta normalidad-. De nuevo en pleno debate, la Comisión de Medio Ambiente ha planteado ahora el futuro del sistema europeo de evaluación y aprobación de cultivos transgénicos.

En este sentido, los máximos responsables europeos han aprobado una medida que permitirá establecer áreas protegidas sin OMG, y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en sus siglas inglesas) será la encargada de evaluar los riesgos de estos organismos. Algo que ya han criticado algunos de los países europeos al considerar que se desconocen los efectos a largo plazo. Por este motivo apuestan por alternativas a este sistema de evaluación.

Esta propuesta coincide con la autorización del uso y la importación de la variedad de soja transgénica MON89788 (o Roundup Ready 2). El periplo que ha tenido que seguir para conseguir la autorización es un buen ejemplo de la falta de criterio que cierne sobre este tipo de producción. Después de que los ministros de la UE no llegaran a un acuerdo, los estudios realizados por la EFSA han demostrado que no tiene efectos negativos ni sobre la salud humana ni sobre el medio ambiente. Su comercialización, sin embargo, no está exenta de estrictas condiciones de trazabilidad y etiquetado.

La promesa

Maíz, soja o algodón son algunos de los principales cultivos transgénicos que ocuparon las 114,3 millones de hectáreas en todo el mundo durante el año 2007. Además de mejorar la productividad en los campos y la calidad en los platos, con productos que reúnen más vitaminas, por ejemplo, los transgénicos parecen querer ocupar un lugar destacado en la alimentación mundial. Para muchos se trata de una alternativa a la falta de alimentos para cubrir las necesidades de toda la población. De hecho, y según datos del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (ISAAA), del total de hectáreas transgénicas en todo el mundo, el 43% se sembró en países en desarrollo como India o Sudáfrica.

Para muchos, pues, son la panacea al hambre; para otros, agravan aún más las dificultades al acceso a alimentos. Una de las máximas promesas de la ingeniería genética es el arroz dorado, una variedad transgénica desarrollada en 1999 y que contiene betacaroteno, productor de vitamina A. Según advertía la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2005, cada año cerca de medio millón de niños quedaban ciegos por déficit de esta vitamina en la alimentación. Las investigaciones realizadas hasta ahora han demostrado que este tipo de arroz acumula 1,6 miligramos/kilogramo de provitamina A. El trabajo sobre este tipo de arroz continúa, y en abril de 2008 daba un paso más con el inicio de pruebas de campo de esta variedad.

Las cifras españolas

1998. España inicia el cultivo de maíz transgénico y llega a las 22.317 hectáreas cultivadas. Diez años después, la cifra alcanza las 79.269 hectáreas que acogen un total de 88 variedades de maíz. Estos datos sitúan a España en cabeza de la lista de países europeos productores de transgénicos. Comunidades como Aragón, Cataluña y Extremadura son las que aglutinan mayor número de hectáreas dedicadas a este tipo de cultivo, a las que se les siguen Castilla-La Mancha, Navarra y Andalucía, según datos del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Marino y Rural (MARM).

DEL RECHAZO A LA ACEPTACIÓN

Uno de los principales retos que continúan teniendo los transgénicos es romper con la "mala imagen" que de ellos tienen buena parte de los consumidores. La mayoría de los europeos aún se declara en contra. Una de las mejores armas con las que cuentan es la información. Según el proyecto Co-existance & Traceability (Co-Extra), que analiza el comportamiento de los consumidores respecto a los transgénicos, la mayoría de los españoles admite querer disponer de información que le permita elegir entre el consumo de alimentos con OMG y los que no los contienen. El estudio demuestra que el 20% de los consumidores españoles consideran que este tipo de productos pueden ser perjudiciales, y un 15% que la legislación actual les protege de posibles riesgos. Y es que la percepción del riesgo es alta entre los consumidores.

La actitud de las autoridades europeas podría ir paralela ya que, según un informe comunitario publicado en 2007, la aprobación de OMG está "estancada", por lo que instaba a los países a ser más flexibles a la hora de aceptar la importación de productos con OMG de otros países. Hasta 2007, y desde 2004, cuando finalizó la moratoria en la UE contra la autorización de transgénicos, todos los OMG los ha aprobado Bruselas de forma unilateral porque no se ha contado con el apoyo de la mayoría de países.

INGENIERÍA APLICADA AL ALIMENTO

La ingeniería genética, que lo debe todo al descubrimiento de la secuencia, en 1952, de la estructura del ADN, consiste en alterar o modificar una característica determinada de un organismo a partir de la modificación de alguno de sus genes. También ha servido para añadir a un organismo alguna particularidad que no le es propia, por ejemplo, en el ámbito de la agricultura, añadir a una planta la resistencia a un determinado insecto. Este tipo de ingeniería aplicada a las plantas es la que permite la obtención de los denominados transgénicos. La obtención de plantas mejoradas ha experimentado un salto importante en los últimos años: de la mutación o cruce entre plantas más o menos afines, se ha pasado a la manipulación de genes. Por tanto, una planta transgénica ha visto cómo se ha alterado su genoma para cambiarle, o añadirle, nuevas particularices (mayor resistencia a enfermedades o mayor capacidad de crecimiento en condiciones adversas, como sequías).

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