sábado, 31 de enero de 2009

Agroecología, en Latinoamérica diez años de rica historia

Autor | Desarrollo Rural y Politicas | Idioma | Español | Pais | América Latina | Publicado | 8 enero 2009 16:25

A pesar de la notable expansión en la producción de alimentos, el sector rural en América Latina atraviesa por una compleja crisis, como resultado del modelo de crecimiento intensificado en la etapa neoliberal. En ese contexto de concentración de los recursos, la producción y el comercio, conjuntamente con la exclusión de numerosos agricultores y el acelerado deterioro ambiental, diversos actores sociales en diferentes países, buscan construir estrategias alternativas de desarrollo rural en la perspectiva de la sustentabilidad y teniendo como base la Agroecología. El medio rural es escenario de múltiples experiencias que, partiendo de las condiciones locales, muestran la viabilidad de iniciativas. Las mismas muchas veces trascienden a la escala provincial y regional y requieren importantes cambios institucionales para poder sustentarse.

“El modelo de desarrollo rural seguido por Latinoamérica, más allá de ciertas particularidades de cada país, presenta una serie de rasgos comunes que pueden ser agrupados en el paradigma de la llamada Revolución Verde y la reciente revolución biotecnológica, cuya esencia es la industrialización de la naturaleza, a partir de estilos tecnológicos basados en el monocultivo, las semillas híbridas y transgénicas, y el uso intensivo de fertilizantes químicos, plaguicidas y combustibles fósiles. Esta manera de utilizar los recursos naturales implica la simplificación de los ecosistemas reduciendo su diversidad y propiciando su fragilidad. Favorece así el deterioro continúo y sistemático de los recursos naturales, a través del continuado intento de homogeneización de los espacios rurales” (1)

La idea de homogeneizar los agroecosistemas, conlleva la modernización de aquellas culturas campesinas e indígenas con otras racionalidades productivas y ecológicas. Así, en Latinoamérica, se asiste a la desaparición acelerada de culturas milenarias y con ello, a la pérdida de conocimientos y saberes locales y de diversidad cultural. Los efectos de este desarrollo impone la homogeneización cultural, ecológica y productiva a una región que presenta notables diferencias.

“ La globalización de este modelo de desarrollo, ha ocasionado una crisis compleja y multidimensional –ecológica, social, económica, cultural y existencial-, la crisis de la modernidad, (Touraine, 1998), que ha generado un amplio cuestionamiento y también una búsqueda global de alternativas en la cual, participa un espectro variado de movimientos sociales rurales a niveles locales, regionales y nacionales, y en este momento, es posible afirmar que Latinoamérica se encuentre inmersa en esta búsqueda. A pesar de los diversos contextos sociales, existe un creciente consenso acerca de la necesidad de establecer otro tipo de articulación entre las sociedades humanas, y la naturaleza en los procesos de desarrollo, en la perspectiva de la sustentabilidad” (1).

La idea de sustentabilidad

La idea de sustentabilidad comienza a estar presente en la investigación-experimentación agropecuaria de universidades y centros de investigación, aunque comparando con los recursos volcados al sistema hegemónico y la preeminencia ideológica del mismo en los centros de educación, resulten prácticamente “miserables”, aunque crezcan día a día. Es indiscutible sin embargo que es cada vez mayor el número de educadores y técnicos implicados en investigaciones basadas en los principios de la Agroecología; el acercamiento entre ellos y las experiencias prácticas existentes ha propiciado el desarrollo de alternativas tecnológicas que no solo alcanzan a los agroecosistemas de campesinos y agricultores familiares capitalizados en la región, sino que comienzan a debatir la transición también en las unidades de mayor escala.

Sin desconocer la importancia de los miles de experiencias existentes en la Región, destacamos dos que marcan hitos en el proceso de cuestionamiento del modelo hegemónico de la “Revolución Verde” y la propuesta de un nuevo paradigma; la formación de servicios de extensión y asistencia técnica institucional en base a la Agroecología, en Cuba y Brasil. En este último, obviamente más cercano a los escenarios que debemos enfrentar en Argentina, a principios de 1999 se produjo un importante cambio en las directivas de la Empresa de Extensión del Estado de Río Grande del Sur, que adoptó las metodologías participativas como estrategia de intervención y los principios de la Agroecología como base teórica para la transición hacia la agricultura y en el desarrollo rural.

La extensión agroecológica

En Río Grande del Sur se partía de la comprensión de que un cambio en las estrategias de desarrollo rural orientado por ideales de sustentabilidad necesitaba la participación del Estado y de los servicios públicos. Al contrario de lo que sucede con las políticas neoliberales que proponen el fin de las organizaciones públicas de extensión rural, es posible y necesario mantener estos servicios públicos y gratuitos para los agricultores familiares, pero con otra estrategia y otros objetivos.

La presencia institucional en acciones basadas en la Agroecología, se extiende hacia las instancias de extensión rural y comienza a ser parte de las políticas públicas de desarrollo rural.

“No obstante, dadas las complejas condicciones objetivas impuestas por el modelo de desarrollo rural y de agricultura (sean de naturelaza económica, social, cultural o política), o incluso por los limitantes ambientales determinados por los niveles de deterioro de los agroecosistemas (que necesitan ser recuperados para permitir la construcción de estos nuevos estilos de agricultura sustentable), la búsqueda de la sustentabilidad debe ser guiada por un proceso de ecologización permanente y continuado en el tiempo y por una transición agroecológica, gradual pero segura” (1). Esta visión es compartida por el Ministerio de Desarrollo Rural del Brasil, desde donde se impulsa la producción agroecológica como eje del modelo de desarrollo rural brasileño.

La formación de redes y la creación de foros que permitieran articular estas experiencias exitosas, intercambiar saberes y fortalecer el debate, fueron muy importantes en este proceso. Como ejemplo de ello, basta recordar que a fines de noviembre del 2008 se realizó el IX Seminario Internacional sobre Agroecología y el X Seminario Estadual sobre Agroecología en Porto Alegre, instancias donde se encuentran miles de participantes. Como Archivo adjunto se incluye la Carta Agroecológica de Porto Alegre 2008 , donde a instancias de funcionarios de alto nivel del Poder Ejecutivo del Brasil, se solicita la creación de un PLAN NACIONAL DE TRANSICION AGROECOLOGICA que promueva el avance hacia una nueva forma de agricultura, es decir de una nueva forma de sociedad.

Fuente: Desarrollo Rural y Politicas

viernes, 30 de enero de 2009

México: corrupción transgénica al descubierto

Autor | Silvia Ribeiro | Idioma | Español | Pais | México | Publicado | 12 enero 2009 10:22

Después de siete años del artículo de Ignacio Chapela y David Quist en la revista Nature, mostrando que existía contaminación transgénica en el maíz campesino de Oaxaca, un nuevo artículo científico comprueba que no sólo existía contaminación en ese momento –pese a que los mencionados autores fueron objeto de una de las más vergonzosas cazas de brujas de la historia del establishment científico– sino que años después, aún seguía existiendo y representa un riesgo actual y futuro contra el maíz, uno de los más importantes patrimonios genéticos y alimentarios de México.

Titulado Presencia de transgenes en maíz mexicano: evidencia molecular y consideraciones metodológicas para la detección de organismos genéticamente modificados, este artículo se publicó en noviembre 2008 en la revista científica Molecular Ecology y es responsabilidad de un equipo liderado por Elena Alvarez-Buylla de la UNAM.

Más allá de una controversia científica, el artículo es sumamente relevante porque, aunque no haya sido su objetivo, pone de manifiesto el contubernio existente entre la industria biotecnológica, científicos y funcionarios gubernamentales, así como las fallas de las empresas de detección de transgénicos, muy útiles a las trasnacionales.

Cuando se publicó el artículo de Chapela y Quist, la industria de los transgénicos, a través de sus vinculacione$ con científicos y publicaciones, dedicó considerables recursos a tratar de demostrar que no era verdad que había contaminación transgénica del maíz campesino y posteriormente que si existía era algo positivo (!) o al menos fácilmente manejable. En lo último fue altamente funcional a la industria un artículo “científico” publicado en 2005 por Sol Ortiz García et al, donde afirmaban que ya no había transgenes “detectables” en Oaxaca.

El nuevo artículo demuestra que sí existía contaminación en Oaxaca en 2001, pero también en 2004 e incluso en las muestras en las que se basa el artículo de Ortiz García et al.

Ortiz García y co-autores, en lugar de proseguir con los estudios independientes que eran necesarios para una comprobación rigurosa, enviaron las muestras de Oaxaca, con recursos públicos, a un laboratorio comercial (Genetic ID), que tiene certificación del gobierno de Estados Unidos para detección de transgénicos. Esta empresa dijo que “según sus estándares”, no existía contaminación en esas muestras. Pero esos estándares, que Sol Ortiz y co-autores tomaron como aceptables para anunciar al mundo que la contaminación transgénica en Oaxaca había “desaparecido”, tienen un umbral comercial, es decir, que aunque exista contaminación, si es en pequeños porcentajes, no se considera. Esto lo demuestra en forma contundente el nuevo artículo de Álvarez Buylla, que además agrega que los porcentajes no necesariamente deben ser bajos, sino que la propia metodología de detección de las empresas no es adecuada para la contaminación en áreas campesinas, no comerciales, donde luego del cruzamiento por polen, las construcciones transgénicas pueden sufrir modificaciones que no son reconocidas.

Por supuesto, a la industria de transgénicos, a las empresas que lucran con la detección y a los gobiernos que fijan los estándares, no les interesa lo que pueda suceder en la producción campesina, de donde no esperan obtener jugosas ganancias.

Es muy grave, además de la propia contaminación del maíz campesino en su centro de origen (un crimen histórico de proporciones), que el artículo del 2005, que livianamente adoptó como propios esos estándares comerciales engañosos, fue firmado entre otros por Sol Ortiz, Exequiel Ezcurra y Jorge Soberón, en ese entonces todos funcionarios de gobierno, encargados de velar por la bioseguridad en México. Incluso Sol Ortiz García, luego de esta muestra de negligencia científica y ética tan útil a la industria, fue designada para su cargo actual en la Dirección de Políticas y Normatividad (muy apropiado) en la Comisión de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem). Desde ese puesto, juega un papel clave en el aval que podría dar la Cibiogem a la liberación de maíz transgénico en México.

Siguiendo las mismas líneas “éticas”, el 11 de diciembre del 2008, la Comisión de Mejora Regulatoria emitió un dictamen avalando una propuesta de Sagarpa que pretende eliminar el Régimen de Protección Especial al Maíz (que según la ley de bioseguridad debe establecer antes de permitir ninguna forma de experimentación con maíz transgénico en México), sustituyéndolo por unos cuantos artículos decorativos en el reglamento de dicha ley. Aún más agresivas, las transnacionales de transgénicos, cansadas de artículos y normativas, decidieron pasar a la acción, facilitando la contaminación intencional del maíz en Chihuahua y otros estados.

Hay un renovado esfuerzo concertado de gobierno, trasnacionales y seudocientíficos para imponer el maíz transgénico en México y legalizar la contaminación en 2009. Comen lumbre. El maíz está en el corazón de las culturas y economías campesinas e indígenas y frente a este, como ante muchos otros ataques que pretenden la extinción de esos pueblos, continuará la resistencia.

Fuente: La Jornada

jueves, 29 de enero de 2009

México: expropiación de tierras comunales mixes, Jaltepec Candayoc

Autor | Comunidad Indígena de Jaltepec de Candayoc | Idioma | Español | Pais | México | Publicado | 12 enero 2009 13:04

COMUNICADO DE PRENSA

Comunidad Indígena de Jaltepec de Candayoc, Cotzocón, Mixe.
Oaxaca, México.

A los medios de comunicación
A la opinión pública nacional e internacional
A los organismos de Derechos Humanos
A los Pueblos Indígenas del Mundo
Al Pueblo Ayuujk

Hermanos y hermanas, los saludamos y les deseamos que el creador y dador de vida les ilumine el camino para obtener un mundo más justo.

Ante el infame y criminal despojo que ha ocasionado el Gobierno Federal y el Gobierno del Estado de Oaxaca sobre nuestras tierras comunales, mismo que persiste hasta nuestros días de manos del Gobernador del Estado y la Secretaría de Desarrollo Rural (SEDER), nuestra comunidad ha iniciado un proceso judicial para exigir Justicia.

Por esta razón, hoy queremos compartir nuestra palabra.

Nuestro pueblo, es una comunidad llena de historia y riquezas naturales y territoriales desde la época colonial, nosotros, somos descendientes directos del antiguo Candayoc. En 1737 contábamos con una superficie de 108 leguas cuadradas de tierras equivalente a 335,394 hectáreas de tierras que compramos a la corona española en 800 pesos oro y otra parte recibidas en gratificación por los mismos españoles por servicios prestados en sus haciendas; en un irónico trato tuvimos que comprar nuestras propias tierras y conformarnos con un obsequio que tomaron de nuestros propios bienes. Nuestros títulos fueron utilizados por el Licenciado Miguel Bolaños Cacho para defender y establecer el lindero de nuestro Estado de Oaxaca con el Estado de Veracruz en el año de 1899, por lo que los Gobiernos del Estado y Federal, tienen pleno conocimiento que las tierras hasta la colindancia con el Estado de Veracruz le pertenecen a nuestra comunidad.

No obstante lo anterior, es decir, aún sabiendo que estas tierras eran de nuestra comunidad, en el año de 1956 y 1958 el Gobierno Federal expropio 18 648 hectáreas de nuestra propiedad ancestral sin avisar a nuestro pueblo y sin indemnizarla en la forma señalada por la Constitución Federal. De este modo, las injusticias sufridas durante la colonia continuaron en el México independiente pues quedamos a merced de un Gobierno injusto y represor. En esos años, se dijo que nuestras tierras servirían para reubicar a los hermanos afectados por la Construcción de las presas "Cerro de Oro" y "Miguel Alemán" en la cuenca del Río Papaloapam; en los hechos esto nunca fue realidad ya que la entonces Comisión del Papaloapam, se dedicó a vender nuestras tierras al mejor postor y las tierras restantes las utilizó para fines distintos a la expropiación. Asimismo, el dinero destinado para la indemnización más de seiscientos mil pesos de aquella época fue entregado a un particular que nunca comprobó ser propietario de las tierras expropiadas.

En estas condiciones, nuestras tierras fueron botín para acaparadores de tierras, fugitivos y funcionarios públicos que se hicieron ricos a costa de nuestro patrimonio. A nosotros nos tocó solo tristezas, agresiones y desolación, muchas veces tuvimos que lidiar y correr a la Policía Hidráulica que a cartucho cortado se introdujeron a nuestras tierras. Hoy esta expropiación sigue sin ser indemnizada.

Además 2,050 hectáreas de estas tierras que no fueron utilizadas para la expropiación, actualmente se encuentra en manos del Gobierno del Estado y en un acto de total autoritarismo el Gobernador ULISES RUIZ ORTIZ, las declaró Zona de Reserva Ecológica evitando cualquier ingerencia de nuestra comunidad. A pesar que ante el Gobierno del Estado hemos acreditado que somos los legítimos y ancestrales dueños conforme a nuestros títulos primordiales, la SEDER, en repetidas ocasiones nos ha manifestado que estas tierras nunca nos serán entregadas.

Hermanos y hermanas, queremos decirles que con la firmeza y la confianza que nos da el ser los legítimos dueños de las 18,648 hectáreas de que fuimos despojados, nuestra comunidad siempre ha defendido estas tierras, por muchos años buscamos y hemos documentado nuestra propiedad ancestral, asimismo, hemos documentado el terrible despojo que bajo la máscara de la expropiación se consumó en contra de nuestro pueblo. Hoy contamos con toda la documentación que acredita ante los ojos de las autoridades y de la opinión pública lo injusto de este criminal acto que nos ha reducido a una pequeña porción de tierras, el Gobierno Federal y Estatal, aún buscando las mejores argucias legales, no puede seguir este monumental acto de injusticia.

Por esta razón, confiando en la Justicia de los Tribunales Federales, el día de ayer 5 de enero de 2009, a las 15:00 horas, interpusimos Demanda de Amparo ante el Juzgado Primero de Distrito de la ciudad de Oaxaca, solicitando protección de la Justicia Federal en contra del decreto expropiatorio que sirvió para la usurpación de 18,648.90-32 hectáreas de terrenos de nuestra comunidad sin indemnización alguna; asimismo en contra del Decreto emitido por ULISES RUIZ ORTIZ en el que declara 2,050 hectáreas de las tierras expropiadas como ZONA DE RESERVA ECOLOGICA.

En esta iniciativa comunitaria de exigencia de justicia de nuestro pueblo, estamos seguros que el nuevo marco de los derechos indígenas y de los derechos humanos en el plano nacional e internacional, así como la presencia firme de los organismos defensores de los Derechos Humanos, no permitirá que este acto de injusticia quede en el olvido.

Temas: Defensa de los derechos de los pueblos y comunidades

miércoles, 28 de enero de 2009

Declaración de Bahia - Cumbre de los Pueblos del Sur

Autor | Organizaciones y movimientos sociales | Idioma | Español | Pais | América Latina | Publicado | 17 diciembre 2008 11:21

"Consideramos que la salida a la crisis económica global debe tener como respuesta estratégica la integración soberana de los países de la región y la construcción de un nuevo orden internacional económico, financiero, basado en la solidaridad, la justicia y el respeto a la naturaleza, que valorice el trabajo y que incentive el derecho al desarrollo sustentable de los Países del Sur."

Declaración de Bahía

Salvador de Bahía, Brasil – 12 al 15 de diciembre de 2008
Representantes de organizaciones y movimientos sociales de América Latina y el Caribe, reunidos a raíz de la histórica realización de cinco cumbres simultáneas de presidentes de MERCOSUR, UNASUR, ALADI, del Grupo de Rio y de América Latina y Caribe en Salvador, Bahía.

Asumiendo el rumbo que marcan los resultados de las Cumbres de los Pueblos realizadas en Posadas 2008, Lima 2008, Santiago de Chile 2007, Cochabamba 2006 y Mar del Plata 2005.

Reafirmando que los hombres y mujeres de América Latina y Caribe venimos construyendo la integración desde los pueblos, avanzando en la disputa por la profunda transformación del modelo productivo actual en una perspectiva soberana, sustentable y justa.

Teniendo en cuenta los cambios que se están realizando en el escenario mundial a raíz del desencadenamiento de la crisis económica del sistema capitalista que es producto de las políticas neoliberales de la globalización que han sumido a la humanidad en una profunda crisis energética, alimentaria, climática y social y que ahora se expresan en la crisis económica y financiera.

Observando que bajo la conducción del actual gobierno de Estados Unidos se busca dividir la región, reeditar la fracasada propuesta del ALCA y profundizar los esquemas de libre comercio, apertura a las inversiones, endeudamiento en varios países y militarización, y que la Unión Europea busca impulsar políticas similares en nuestra región.

Reconociendo no obstante, que algunos gobiernos de la región han iniciado caminos alternativos de desarrollo planteando nuevas formas de organización económica, constatamos el mantenimiento de las políticas neoliberales que han conducido a muchos pueblos a escala global a la profundización de la pobreza, la discriminación y el abandono de la capacidad de los estados de promover el desarrollo económico y social.

Declaramos:

Asumir el compromiso de profundizar la integración desde los pueblos, en este momento histórico de lucha y movilización de América Latina y el Caribe, construyendo la soberanía popular.

Por eso consideramos que la salida a la crisis económica global debe tener como respuesta estratégica la integración soberana de los países de la región y la construcción de un nuevo orden internacional económico, financiero, basado en la solidaridad, la justicia y el respeto a la naturaleza, que valorice el trabajo y que incentive el derecho al desarrollo sustentable de los Países del Sur. Las Américas que queremos construir en la perspectiva de los pueblos deben fundarse en los valores de solidaridad, superación del patriarcado, y ser necesariamente anti-racista, respetuosa de las culturas de los pueblos originarios y de la diversidad como un valor a ser defendido. En este sentido saludamos y nos solidarizamos con los procesos constitucionales en curso en Bolivia y en Ecuador.

Asi vemos con satisfacción que en la región se impulse la autonomía, el fortalecimiento de los mercados internos, el abandono del dólar como referente en los cambios internacionales, el dotarse de una capacidad financiera propia y el replanteo de los esquemas ilegítimos de endeudamiento, como lo ilustra el caso de la auditoria en Ecuador. Así como a fortalecer la democracia, y la autodeterminación, la no injerencia en los asuntos de otros estados y la búsqueda de una relación respetuosa y fraterna entre las naciones.

Señalamos con agrado que han surgido propuestas de integración que reflejan el sentimiento popular de aumentar los lazos solidarios, la cooperación, el intercambio mutuamente beneficioso y la superación de las inequidades.

Al mismo tiempo vemos con preocupación que en buena medida se mantienen los esquemas neoliberales y el modelo depredatorio, monoproductivo, orientado a la exportación de recursos naturales y basado en la construcción de megaproyectos dirigidos a la consolidación de este modelo el cual produce incalculables daños a los pueblos originarios, las mujeres, las comunidades campesinas, las fuentes de agua, el medio ambiente y el desarrollo social, así como se mantiene un modelo energético no sostenible.

Señalamos que el mantenimiento de las políticas de libre comercio es obstáculo para la integración de los pueblos, la justicia social, la soberanía y la democracia y cualquier esfuerzo para retomar las negociaciones de liberalización en la OMC contribuirá a mantener el injusto orden internacional contribuyendo a profundizar la crisis alimentaria y climática, asi como también los TLCs y el ASPAN que precisan ser rechazados para que la integración que queremos pueda avanzar.

Por estas razones proponemos como alternativas desde los pueblos:

1- Ligar el proceso de integración al cambio en el modelo productivo asegurando la soberanía alimentaria, que solo puede alcanzarse con la profundización de una Reforma Agraria, que permita planificar y controlar la producción de alimentos para atender a las necesidades de los pueblos, revalorizando la cultura agroalimentaria de los mismos, en una nueva organización de la vida y de las relaciones entre el campo y la ciudad. La integración debe incluir también la complementariedad de las economías y el fomento a la producción sustentable. La biodiversidad y el conocimiento tradicional son patrimonio de nuestros pueblos, por ello exigimos el cumplimiento del convenio 169 de OIT y la Declaración Universal de Derechos de los Pueblos Indígenas. Asegurar que el uso humano y la preservación de las fuentes y acuíferos vitales al abastecimiento público estén en primer lugar en el ordenamiento jurídico y administrativo de nuestros países; que sea efectivizado un Comité Latinoamericano y Caribeño para el monitoreo y enfrentamiento de las causas y consecuencias del calentamiento global; y que se garantice a los pueblos originarios y tradicionales respeto en los procesos de desarrollo y prioridad en la aplicación de los fondos para la reparación de las injusticias climáticas que afectan nuestros países.

2- Garantizar la soberanía de los países sobre los bienes naturales y sus fuentes energéticas, que no podrá ser alcanzada en detrimento de la soberanía alimentaria y del medio ambiente, y que permita alcanzar el bienestar de sus pueblos. Llamamos a los gobiernos de la región a buscar soluciones dentro de marcos de justicia y solidaridad frente a la demanda del pueblo paraguayo en torno a la renegociación de los tratados de Itaipu y Yaciretá.

3- Asegurar la primacía de los derechos humanos, la vigencia y exigibilidad de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, adoptando los instrumentos legales para ello. Exigimos garantizar los derechos de las y los migrantes y la libre circulación de personas y no solamente el flujo del capital y las mercancias. Demandamos el compromiso de los gobiernos en ratificar los Convenios 97 y 143 de la OIT y la Convención de la ONU sobre los Derechos de los Trabajadores Migrantes y sus Famílias.

4- Considerando que los trabajadores y las trabajadoras son duramente afectados por la actual crisis del capitalismo, con despidos en masa, reducción de salarios y flexibilización de derechos, exigimos medidas que protejan los intereses del trabajo y hagan que los ricos paguen el precio de la crisis. Defendemos la reducción de la jornada de trabajo sin reducción de salarios, condicionar la liberación de recursos públicos para empresas con dificultades para mantener el nivel de empleo, ampliar el seguro de desempleo, ratificar y aplicar la Convención 158 de la OIT, y prohibir los despidos en masa.

5- Denunciar la criminalización de las mujeres en su lucha por la autonomía y el derecho a decidir sobre sus cuerpos y sus vidas en la lucha por la legalización del aborto.

6- Por entender que el acceso a la salud pública de calidad es un derecho de todos y todas, reivindicamos que los medicamentos y la propiedad intelectual no sean incluidos en la agenda de la OMC. Deseamos que los países tengan la posibilidad de construir un modelo alternativo de patentes que sirva a sus pueblos, y mecanismos de transferencia de tecnología al servicio de la soberanía popular.

7- El modelo capitalista actual no es capaz de ofrecer tierra urbana y vivienda en una localización segura a los trabajadores y trabajadoras; denunciamos que el financiamiento del Banco Mundial y del BID en las ciudades ataca el derecho de la población al medio ambiente. Necesitamos de la democratización de los espacios públicos de las ciudades, con políticas intersectoriales de saneamiento, deporte y recreación; además de la redefinición de las prioridades del gasto público orientado a políticas redistributivas.

8- Es necesario el fortalecimiento de la educación como un bien público, social, un derecho universal y un deber del estado. Exigimos el retiro de la educación de los acuerdos de la OMC. Reafirmamos la necesidad de una cooperación e integración tecnológica y científica, basada en valores solidarios, justos y soberanos.

9- Demandamos la democratización de los medios de comunicación de América Latina e Caribe.

10- Se advierte sobre el peligro que entraña la IV Flota (imperial) de los Estados Unidos que amenaza la paz de la región, ante lo cual, expresamos nuestro más categórico rechazo a la presencia del Comando Sur en nuestro continente. Nos sumamos a la exigencia del pueblo haitiano para el inmediato proceso de retiro de todas las fuerzas armadas extranjeras. Celebramos la ratificación de Ecuador para el retiro definitivo de la Base de Manta y su auditoria, y demandamos que no se desloque la base de Ecuador a Perú. Denunciamos la creciente criminalización y judicialización de la protesta social, como así también la implementación de las llamadas leyes antiterroristas y advertimos al mismo tiempo una nueva ofensiva estadounidense para homologar nuestro marco jurídico regional con la Ley Patriota norteamericana.

11- Las instituciones financieras multilaterales son las principales responsables de las actuales crisis económica, climática, alimentaria y energética. Los pueblos necesitamos de otras instituciones; su sola reforma significará la profundización de las crisis y resultará en una nueva etapa de endeudamiento ilegitimo para nuestros países. Reclamamos a los gobiernos de América Latina y el Caribe que se retiren de estas instituciones, incluyendo al CIADI; una simple reforma en el sistema de poder de decisión no va a superar su lógica. Las deudas ilegitimas que se reclaman a nuestros países ya fueron pagadas varias veces y representan un mecanismo de dominación. Exigimos el reconocimiento del derecho al no pago y el compromiso de los gobiernos de priorizar los derechos de los pueblos y la naturaleza sobre el pago de una deuda financiera ilegítima. Saludamos el no pago de la deuda decidido por el gobierno ecuatoriano, respaldado por un proceso integral de auditoria, y nos solidarizamos con la intención de iniciar nuevos procesos en Paraguay, Bolivia, Venezuela y la creación de la CPI de la deuda en Brasil. Conclamamos a los demas gobiernos de la región y del mundo a respaldar la acción soberana del gobierno ecuatoriano, a emprender iniciativas similares y avanzar en la creación de nuevas instituciones, como el Banco del Sur, que pueden contribuir en la construcción de una nueva arquitectura financiera regional y global.

12- Demandamos que los gobiernos reconozcan la deuda ecológica y que destinen recursos para la necesaria reparación ambiental.

13- Fortalecer y dotar de herramientas eficaces y equitativas a los procesos de integración en curso, buscando su convergencia y superando sus deficiencias, especialmente en lo que se refiere a dotarlos de una institucionalidad operante, garantías para la superación de las asimetrías, resolución de los conflictos por medio del diálogo y teniendo como mira permanente el beneficio de la población.

14- Pedimos el pleno reintegro de Cuba a la comunidad latino americana y caribeña y la eliminación del bloqueo a la isla y la libertad para los cinco patriotas cubanos presos injustamente en las cárceles de EUA.

15- Exigimos la libertad y el fin de la persecución de las feministas nicaragüenses presas por defender los derechos sexuales y reproductivos de las muje

16- Exigimos el fin de la criminalización de los movimientos sociales en nuestra región.

Llamamos a los pueblos de América Latina y el Caribe a la movilización para avanzar en la integración regional y la preservación de las conquistas realizadas y de la democracia, construyendo alternativas de cambio social que nos permitan la realización de una sociedad más justa, equitativa y soberana.

Salvador, Bahia, Brasil

14 de diciembre de 2008

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martes, 27 de enero de 2009

En el futuro es inescapable producir alimentos propios

Autor | Biodiversidad, sustento y culturas | Idioma | Español | Pais | Internacional | Publicado | 18 diciembre 2008 22:56

Con el fin de entender las alternativas reales que tiene la gente ante la crisis alimentaria que se asienta en el mundo, reunimos experiencias, voces, reflexiones, técnicas y propuestas de organizaciones, comunidades, investigadores y personas que tienen puesta su atención en nuevas formas de entender soluciones que funcionan desde hace siglos para núcleos campesinos (ésos para los cuales cultivar la tierra no es un trabajo, sino un modo pleno de vida y cuidado del mundo), soluciones que tal vez resulten las únicas capaces de garantizarnos un futuro como humanidad.

La producción campesina es imprescindible para alimentar el mundo.- La agricultura campesina sustentable con su soberanía alimentaria consume hasta ochenta veces menos energía que la agricultura industrial.

La soberanía alimentaria implica primar el empleo de los recursos locales para producir alimentos, minimizando la cuantía de materias primas importadas para la producción, y su transporte. La comida así producida se consume localmente. No es lógico comer en Europa espárragos provenientes del Altiplano, o judías verdes frescas procedentes de Kenia.

A través de la historia de la agricultura, los campesinos y campesinas y la gente que habita los centros rurales han obtenido la energía de sus tierras agrícolas para responder a sus necesidades cotidianas. Las familias campesinas están usando aceite de coco o de girasol, biogás, leña, viento o agua para generar electricidad para su uso local. Estos métodos son sustentables e integrados dentro del ciclo de producción de alimentos en sus tierras.

Es imperativo diseñar y adoptar actitudes responsables en el consumo de alimentos y ajustar nuestro modo de alimentarnos, conociendo que el modelo industrial de producción y consumo es destructivo, mientras que el modelo basado en la producción campesina utiliza prácticas energéticas responsables.

El campesinado de todo el mundo ha experimentado los efectos devastadores de las políticas de libre comercio y de la OMC en sus vidas y en la producción local de alimentos. Por eso defendemos el derecho de cada país de proteger sus mercados locales, de apoyar la agricultura familiar sustentable y comercializar los alimentos en el lugar donde se producen.

No entendemos cómo el G8 pretende solucionar la crisis alimentaria con más libre comercio, si la liberalización de la agricultura y de los mercados de alimentos es lo que nos está llevando a la crisis actual. Nuestra lucha es contra el poder de las grandes empresas transnacionales y los sistemas políticos que les apoyan. La crisis energética no debería verse como un problema aislado sino como parte de toda la crisis del actual modelo de desarrollo, donde los beneficios tienen prioridad sobre las personas.

Nosotros apoyamos una agricultura de pequeña escala, diversificada, centrada en las personas, los mercados locales y modos de vida saludables, usando menos energía y menos dependencia de recursos externos. Las familias campesinas sustentables cumplen la misión fundamental de la agricultura: alimentar a las personas. Para protegernos de la inestabilidad de los mercados mundiales, la población debe consumir comida local, de mercados locales. No necesitamos más comida importada. Los campesinos y pequeños productores de alimentos producimos la mayor parte de los alimentos del planeta. Vía Campesina, “El campesinado produce alimentos, los agrocombustibles generan hambre y pobreza” , julio de 2008.

Desde la milpa [la chacra] se ve el mundo entero.- La mayor amenaza al maíz nativo es que ya se cultiva poco. Sembrar maíz y otros cultivos soberanos nos permite un hueco para no pedirle permiso a nadie para ser, impulsando entonces una resistencia comunitaria —real, política, social, económica, de saberes, dignidad y justicia— contra el capitalismo y sus megaproyectos.

Alguien que pierde la semilla tiene muchas más riesgos de tener que migrar que alguien que todavía la tiene. Hay que mantener buena semilla para uno mismo, para la comunidad, para la tierra a la que uno tiene acceso. Una semilla que responda a las necesidades y gustos de cada pueblo. Si se uniforman los gustos o se tratan de emparejar las necesidades, se pierde la calidad de las semillas: su diversidad.
El pueblo que no tiene diversidad es un pueblo que se hace dependiente. Las nuevas leyes quieren obligar a los campesinos, los indígenas, a hacerse dependientes. Pero tenemos que preguntarnos qué necesitamos para cuidar, para conservar la vida, con permiso o sin permiso de la ley.

Que la crianza del maíz sea colectiva es lo que ha mantenido su riqueza. No sólo intercambiamos semillas sino saberes. Existen semillas diversas porque hay saberes diversos. El conocimiento lo sabemos a pedacitos, y sólo entre muchos se hace un saber grande. La riqueza de variedades no acaba nunca. Cada persona, familia o comunidad por la que pasa una variedad le agrega o cambia algo. No hay que olvidar jamás que TODOS sabemos. Cuando aceptamos que alguien nos trate como ignorantes, que no sabemos, que no tenemos ideas, estamos aceptando que se pierdan saberes sobre las semillas.

Es indispensable intentar salirnos, lo más posible, de la economía del dinero, de los mercados. Producir para vender y comprar para comer nos hacen perder la soberanía alimentaria, la soberanía laboral de los pueblos del maíz.

Un pueblo que compra semilla y que compra comida es un pueblo que no se puede mandar a sí mismo. Tenemos que estar orgullosos de sembrar maíz para que coma la familia, la comunidad, fortaleciendo los saberes de los mayores y las nuevas técnicas integrales que concuerdan con esos saberes y los complementan. Es importante que todo lo que produzcan las comunidades se consuma, para que la comunidad entienda que podemos producir nuestro propio sustento. Casifop, El maíz y la vida en la siembra, testimonios indígenas del maíz y la autonomía, México, 2005.

Las guardianas de las semillas.-En la distribución de roles en las familias campesinas, la mujer es quien preserva la semilla orgánica, originaria, nativa, criolla, como la queramos llamar. Es la que, todos los años, en la cosecha, se encarga de guardar, limpiar y proteger para la próxima siembra. Entonces, de alguna manera, siempre decimos que la mujer es guardiana de esa semilla originaria, sana y orgánica. Con más razón ahora en esta situación, de la producción a nivel mundial, la mujer tiene que trabajar fuertemente ese rol de guardiana, que cada vez se hace más difícil, porque nuestras semillas sanas, están siendo contaminadas por las transgénicas, que se siembran por doquier. Es todo un proceso de protección e intercambio. Inclusive en estos encuentros, también se dan situaciones de intercambio de semillas, de intercambio de saberes, sobre la producción.

Este evento (“Mujeres del campo en lucha por la soberanía alimentaria. Construyendo propuestas frente al cambio climático”), es parte de un proceso de formación, donde se busca particularmente la participación y protagonismo de las compañeras campesinas, un involucramiento en las temáticas fuertes que están afectando hoy a nuestras familias, como es el cambio climático, las políticas de los Estados, y reforzar nuestra lucha por la soberanía alimentaria. María de los Ángeles, MoCaSe Vía Campesina, entrevista con la Agencia de Noticias BiodiversidadLa.

Somos los primeros pobladores hijos y cultivadores de agua de este continente, y para los pueblos que lo habitamos no hay especie silvestre, ni espacio baldío, porque milenariamente hemos sido conocedores y sabedores en la convivencia con la naturaleza, por eso somos autoridad ambiental… El saqueo y apropiación de la riqueza biológica de nuestras montañas y selvas, de las aguas, minerales, y de los saberes, se orienta al control sobre el territorio —el espacio y sus pobladores—, suplantando nuestra autoridad, autonomía y autodeterminación, y destruyendo nuestras culturas milenarias.

Es deber del pueblo misak y sus autoridades cuidar, proteger y conservar todo nuestro territorio, que es sagrado, incluyendo los páramos, las montañas, las selvas y humedales grandes o pequeños, lagos y nacimientos, fuentes o colchones productores de aguas, las cuencas hidrográficas, las grandes o pequeñas rocas donde están nuestros dioses y los espíritus que nos protegen y nos dan la vida, y las zonas donde habitamos y producimos nuestro sustento, para que siga siendo un patrimonio colectivo bajo nuestra responsabilidad y cuidado.

Todas las tierras del territorio misak serán destinadas prioritariamente a suplir los requerimientos del ciclo de vida e identidad misak. Aquellas aptas para la producción deberán estar dedicadas en primer lugar a incrementar y mejorar la producción de alimentos saludables para el autoconsumo, con el fin de mejorar la nutrición, la salud y en general el bienestar de los misak. Los cultivos comerciales e industriales no podrán desplazar la producción de nuestros alimentos. Cabildo de Guambia y la Autoridad Ancestral del Pueblo Misak, Misak Ley por la Defensa del Derecho Mayor, Patrimonio del Pueblo Misak.

Cultivar, guardar, cuidar e intercambiar libremente semillas propias, nativas que no tenemos porque certificar ni registrar ante nadie porque las tenemos desde antes de que existiera el Estado mexicano, es un derecho inalienable que nadie nos va a quitar y seguiremos ejerciendo de manera autónoma. Estas semillas son la esperanza del futuro de todos.

Estamos contra los proyectos biopiratas que Monsanto hace con organizaciones agrícolas y académicas para robar maíces nativos y saberes a través del Proyecto Maestro de Maíces Mexicanos…

Nos oponemos a la certificación y registro de semillas y lo denunciamos como una manera más de privatizar las semillas para controlar a los pueblos.

Rechazamos la promoción, difusión, experimentación, cultivo, comercialización y consumo de las semillas transgénicas. Estas semillas atentan contra el ambiente y ponen en peligro la salud y la soberanía alimentaria de millones de mexicanos.

Exigimos el respeto al derecho a la soberanía alimentaria que parte de nuestra autonomía, costumbres, culturas, tradiciones y prácticas agrícolas.

Exigimos que se detenga la criminalización a la forma de vida campesina que se lleva a cabo mediante la legislación que protege los intereses empresariales.

Seguiremos defendiendo la autonomía de nuestros pueblos, la comunidad, las asambleas y su autogobierno, cuya base fundamental es el territorio y el cultivo del maíz nativo como parte de nuestra vida. Red en Defensa del Maíz Nativo, México DF, 10 de julio 2008.

Lo que estamos haciendo tiene que ver con un grito, con un gesto festivo, de fiesta y dolor, de lucha. Nuestro objetivo es poner un mensaje de alerta, de riesgo, de grave riesgo, que estamos teniendo por el monocultivo de la soja y por un manejo pretendidamente liberal, de mercado libre, en manos de unos pocos, que después no es “libre”. No somos libres, porque no somos libres de manejar los alimentos de los argentinos, que los manejan 8 grandes multinacionales y sus cómplices, y sus subordinados que son los pequeños, medianos y grandes empresarios. De productores no tienen nada, productores son los que se suben al tractor y laburan en él.

Yo soy de esa experiencia muy indígena, andina y amazónica de que “el que se quiere esconder tarde o temprano se muestra”. Entonces, el grito que esta gente ha dado sobre las retenciones a la soja, de que “no demonicemos a la soja”, tarde o temprano va a decantar, va a calmarse el “polvaredal” que han dejado sus arrogantes y virulentas intervenciones, y la gente va a reflexionar. Y el hecho de que ellos se hayan mostrado tal como son, así con esta arrogancia de cortar rutas, de “ser ilegales”, de que “no los pueden reprimir ni tocar”, se va a volver un boomerang. No hay que subestimar al pueblo argentino, para nada. No hay que subestimar a ningún pueblo de la historia humana.

Poco a poco y tarde o temprano se va a ir destapando en la mesa argentina el debate de fondo: “la soja y el monocultivo”, más profundamente “los agronegocios y la agroexportación”. ¿Nosotros queremos ser un país en la división internacional del capitalismo?, ¿un país meramente exportador de materia prima para el beneficio de las industrias de los 8 países más poderosos de la tierra?, o queremos ser un país soberano, independiente. Ángel Strapazzón, MoCaSe, Vía Campesina, entrevistado por la Agencia de Noticias BiodiversidadLa

Cultivar en la ciudad aunque sea una pequeña parte de nuestros propios alimentos es, como lo planteara Wendell Berry hace treinta años, una de esas soluciones que impulsa de hecho más soluciones en vez de provocar más problemas (como inevitablemente provocan las “soluciones” del etanol o la energía nuclear). No es sólo ahorro de carbono: cultivar aunque sea un tanto de nuestra comida impulsa muchos y valiosos hábitos. Podemos dejar de depender de los especialistas en el cuidado de nosotros mismos. Podemos descubrir que nuestro cuerpo sigue siendo útil para algo y que ese algo es nuestro propio sustento. Si los expertos están en lo correcto, si el petróleo y el tiempo se agotan, muy pronto van a ser cruciales estas habilidades y hábitos. Y es muy probable que nos urjan alimentos. ¿Pueden proporcionarlos las huertas? Bueno, durante la Segunda Guerra Mundial las huertas familiares (llamadas de la “victoria”, porque parecían cruciales para obtenerla) proporcionaron tanto como el 40% de los vegetales que comían los estadounidenses.

Además, empezaríamos a restañar la grieta entre lo que pensamos y lo que hacemos; retejer en una sola identidad nuestras facetas de consumidores, productores y ciudadanos. Es probable que eso nos lleve a emprender nuevas relaciones con los vecinos, porque la idea es producir, regalar, intercambiar, prestar herramientas o pedirlas prestado …

Grandes cosas ocurren cuando uno cultiva su propia huerta, algunas relacionadas con el cambio climático, otras indirectas. Se nos olvida que cultivar nuestra comida obedece a la tecnología solar original: mediante la fotosíntesis se producen calorías. Hace algunos años la mentalidad de la “energía barata” descubrió que podía producirse “más comida con menos esfuerzo” reemplazando la luz del sol con fertilizantes y plaguicidas basados en combustibles fósiles, y el resultado fue que la típica caloría de energía alimenticia requiere unas 10 calorías de energía fósil. A como dejamos que nos alimenten otros, la cuenta suma por lo menos una quinta parte de los gases con efecto de invernadero. Michael Pollan, “Straight to the Source”, The New York Times, 20 de abril de 2008.

La tierra siempre es jardín, farmacia, coto de caza o pastura para alguien(o todas estas cosas juntas). Si parece “subutilizada” es tal vez debido a su fragilidad o al papel que juega en la protección de los ecosistemas. Quienes proponen un uso más intensivo o diferente de la tierra en cuestión pueden perjudicar los modos de vida y supervivencia de otros.

Hay brasileños que insisten en que se pueden seleccionar áreas marginales de la Amazonía para reconvertirlas a producir caña de azúcar para etanol (pero nada dicen de la expansión de la soya en áreas ecológicamente sensibles como El Cerrado y la caatinga). Sin embargo, comunidades indígenas como los ka’apor y los tembe en Brasil, los chacoba en Bolivia y los panare en Venezuela, usan de 20 a 50% de las especies de árboles para alimentarse y otro 10-30% para medicinas. Esta realidad de la Amazonía se repite en bosques, sabanas y planicies semiáridas en todo el mundo. Los migrantes, de México a Indonesia, buscan establecerse para sembrar maíz o arroz o criar ganado pero mientras, buscan calorías adicionales y nutrientes vitales en los bosques circundantes. Es común que esas familias lleven consigo especies muy valoradas para adaptarlas a las nuevas tierras, pero de cualquier modo el bosque es su fuente directa de alimentos y medicinas, es su reservorio genético para mejorar los parientes domesticados de sus cultivos. Aun familias campesinas bien establecidas en lugares como Suazilandia y Tailandia ven los bosques que les rodean como importante fuente de alimentos después de su cultivo principal. Si bien las mujeres y los niños consumen regularmente alimentos no cultivados, un estudio entre adultos de África Oriental y del Sur mostró que la llamada “cosecha oculta” de alimentos “silvestres” es vital para la seguridad alimentaria familiar. Los bosques y sabanas producen vitaminas y minerales esenciales que no pueden cultivarse ni comprarse. El uso de esta cosecha oculta varía cada estación. Hay familias que durante semanas dependen casi totalmente de los alimentos silvestres que obtienen durante los meses o semanas previos a la cosecha. Los alimentos recolectados de las “tierras marginales” aportan de un tercio a la mitad de los requisitos nutricionales de los más pobres de la población rural. En tiempos de hambruna o altos precios de la comida, el acceso a esas tierras marginales es la diferencia entre la vida y la muerte. Pat Mooney, Ciao FAO, otra cumbre para revisar los errores de siempre, comunicado del Grupo ETC, junio de 2008

Un modo de romper la distancia entre productores de alimentos del campo y los llamados consumidores puede hallarse en las afueras de la ciudad de Ginebra en Suiza. Ahí funciona los Jardines de Cocagne que son una cooperativa ginebrina de producción y consumo de hortalizas biológicas. Cada uno de los socios paga una especie de contribución en dinero (según su salario) o en trabajo, para lograr que cada semana se produzca y distribuya una amplia variedad de hortalizas. La diferencia fundamental con casi todas las asociaciones entre campesinos y consumidores, es que aquí los “consumidores”, además de tener una relación directa con los hortelanos, no pagan un precio por lo que reciben, porque eso implicaría dejarle el riesgo a los campesinos. En cambio, lo que hacen es contribuir al fondo que permite la producción, asumiendo conjuntamente con los campesinos los riesgos y las bonanzas de una buena o una mala temporada, mediante decisiones compartidas e igualitarias. Parecería poca cosa, pero esa diferencia, y la posibilidad de contribuir con trabajo a la producción, son uno de los experimentos más interesantes en autogestión de cultivo que de hecho borran la diferencia entre “productores y consumidores”, y más bien abren una especie de formación permanente de más y más personas a las labores propias de la siembra a la cosecha.

Por su puesto, la gente de Les Jardins de Cocagne “defiende la idea de la soberanía alimentaria, de una agricultura viable, sana, ecológica y de proximidad”. Les Jardins se vinculan con el movimiento campesino en Suiza, en Europa y a nivel mundial y cuentan con proyectos de extensión en comunidades pobres de Europa y África. La idea central, además de la visión libertaria, es el análisis profundo de que la ciudad y el campo “se retroalimentan”, se “reencuentran”. Les Jardins de Cocagne, www.cocagne.ch

Asoma la mañana en El Colorado, pueblo de unos 13 mil habitantes, del interior formoseño, provincia del interior argentino. Es sábado muy temprano, pero ya se ve gente en la plaza; esperan la llegada de los casi cien “pequeños” productores de la “Asociación de feriantes de El Colorado” que traen sus productos para vender o intercambiar: zapallos, porotos, maíz, verduras en general, frutas, mandioca, batata, leche, queso, ricota, huevos, chivos, cerdos, pavos, gallinas, etcétera. Antes de promediar la mañana, ninguno de los casi 30 puestos de la feria tiene productos, se ha vendido todo. Así sucedió, todas las semanas, mientras duró el pico de los cortes de ruta y el resultante desabastecimiento alimentario local, provocado por el “paro de los estancieros”.

Esta iniciativa había surgido al calor de la crisis de 2001-2002. Los primeros años supo ser una alternativa ante los problemas de la población urbana para acceder a los alimentos. En la feria se encontraban productos que tenían como precio máximo un 20% menos que en los comercios. Poco a poco, los comercios del mercado formal se recompusieron como las principales bocas de expendio de alimentos en la localidad, ofreciendo productos provenientes de los complejos agroalimentarios controlados por grandes empresas agroindustriales. Esto hizo que la feria fuese perdiendo su primer ímpetu y centralidad.

Tanto en su origen como en su actual y breve reverdecer, la feria de los pequeños productores, de los campesinos, se erige como alternativa a los circuitos dominantes. Cuando el “sistema” no responde afloran, como “ruinas emergentes”, estas estrategias “de abajo”, forjadas por los mismos campesinos, basadas en el cara a cara con los consumidores y vecinos, al margen de las cadenas concentradas y centralizadas de producción, procesamiento y distribución de alimentos.

No es un caso aislado. En Chaco, Misiones, Corrientes, Santiago del Estero existen experiencias de este tipo, protagonizadas mayormente por exproductores algodoneros o tabacaleros reconvertidos. Es probable que ahí, al igual que en El Colorado, las crisis o momentos de suspensión de la provisión alimentaria, vía cadenas agroindustriales, hayan constituido oportunidades para la emergencia y expansión de aquellas cadenas agroalimentarias “alternativas” o “campesinas”. Diego Domínguez, “Ruinas emergentes”, Página 12, 19 de septiembre de 2008

Ubicada actualmente en los márgenes de la economía mundial, hay en el mundo gente que cuando desafía los supuestos económicos en la teoría y en la práctica encuentra apoyo en las tradiciones de sociedades y culturas antiguas. Por todo el mundo hay experiencias de comunidades que no encajan en las clasificaciones distorsionadas por los anteojos de los economistas.

Esta gente ve su resistencia como un modo de reconstituir creativamente sus formas básicas de interacción social, a fin de liberarse de las cadenas económicas. Crea así, en sus vecindades, pueblos y barrios, nuevos ámbitos de comunidad que le permiten vivir en sus propios términos.

Son los herederos de comunidades e incluso de culturas completas que fueron destruidas por la forma económica industrial de interacción social. Tras la extinción de sus regímenes de subsistencia, trataron de adoptar diversas formas de acomodo a la forma industrial. El no haberlo logrado, fue una precondición para reinventar sus ámbitos, con el estímulo adicional de la crisis del desarrollo.

Después de igualar su comida con las actividades técnicas de producción y consumo, vinculadas a la intermediación del mercado o el Estado, carecían de ingresos suficientes y sufrían escasez de alimentos. Ahora están regenerando y enriqueciendo sus relaciones entre sí y con el medio, nutriendo de nuevo su vida y sus tierras. Por lo general, logran lidiar bien con los faltantes que aún les afectan, a veces severamente —como consecuencia del tiempo y esfuerzo requerido para remediar los daños causados por los métodos desarrollistas. No es fácil salirse de las cosechas comerciales o librarse de la adicción al crédito o los insumos industriales: pero el cultivo intercalado, al que muchos comienzan a regresar, regenera la tierra y la cultura, y con el tiempo mejora la nutrición.

A pesar de la economía, la gente común, en los márgenes, ha sido capaz de mantener viva otra lógica, otro juego de reglas. En contraste con la economía, esta lógica se halla inserta en el tejido social. Resumen y fragmentos de “Mitos y realidades del desarrollo sustentable”, de Gustavo Esteva, junio, 1996.

Una historia reciente de la generosidad y visión indígena en la conservación y el fortalecimiento de las semillas ancestrales es la del Caracol Zapatista de Oventic, en Chiapas, que como otros pueblos de México revitaliza su maíz nativo intercambiando semillas, de manera más consciente, por sus canales de confianza. Lo nuevo es que ahora los campesinos tsotsiles de la zona, agrupados en su proyecto autonómico, decidieron comenzar a enviar semillas zapatistas adondequiera que se requieran. Ahora en África, mientras las grandes fundaciones y los gobiernos y los organismos como FAO, buscan establecer mecanismos para introducir paquetes tecnológicos y semillas de laboratorio, híbridas y transgénicas, los zapatistas ya están enviando semillas ancestrales nativas, libres de contaminación transgénica a poblaciones en Mali, y en Kenya. Para algunas de las comunidades que la recibieron en Mali, eran tan buenas las semillas que en vez de consumir la primera cosecha después de completar su ciclo, apartaron una buena cantidad que ya comienza a fluir a otros sitios en África. Más información en info@schoolsforchiapas.org

Hay una relación inversa entre el tamaño de una finca y el monto de cultivos producidos por hectárea. Mientras más pequeñas son, mayor es el rendimiento. Eso lo descubrió el economista Amartya Sen en 1962, y lo confirman docenas de estudios ulteriores.

En algunos casos la diferencia es enorme. Un estudio reciente de agricultura en Turquía encontró que las fincas de menos de una hectárea son veinte veces más productivas que las de más de 10 hectáreas1. Las observaciones de Sen se han probado en India, Paquistán, Nepal, Malasia, Tailandia, Java, Filipinas, Brasil Colombia y Paraguay. Y parecen sostenerse en todas partes. El descubrimiento sorprenderá a cualquier industria, porque hemos llegado a asociar eficiencia con escala. En la agricultura la controversia levanta ámpulas porque desde la industria parece muy extraño porque lo común es que los pequeños productores no cuenten con maquinaria propia, tengan menos capital o acceso a créditos y no estén enterados de las más recientes técnicas.

Algunos investigadores argumentan que esa relación inversa entre tamaño y rendimiento es el resultado de un artefacto estadístico: los suelos fértiles sustentan mayores poblaciones que las tierras desgastadas, por lo que con mucha productividad los tamaños de las fincas parecerían menores. Pero estudios posteriores han mostrado que dicha relación inversa se mantiene en diversas tierras fértiles. Más aún, funciona en países como Brasil donde las grandes haciendas son las que se apoderaron de las mejores tierras.

La explicación más plausible es que los agricultores en pequeño le invierten más trabajo por hectárea que los grandes agricultores. Esta fuerza de trabajo consiste en gran medida de sus propias familias, lo que significa que sus costos laborales son menores que en las fincas grandes, con mejor calidad de trabajo. Con más labor, los campesinos pueden cultivar su tierra más intensamente: pasan más tiempo terraceando o construyendo sistemas de irrigación; plantan muy pronto después de la cosecha; plantan muchos cultivos diferentes en el mismo campo.

La Revolución Verde proponía lo contrario: mientras más grandes la fincas, contarían con más acceso a crédito, y podrían invertir en nuevas variedades y expandir sus rendimientos. Pero conforme esas nuevas variedades se diseminaron entre los pequeños agricultores se vio que no era cierto.

Si los gobiernos fueran serios acerca de alimentar al mundo, deberían de romper los grandes terrenos, redistribuirlos entre los pobres mediante una reforma agraria seria y concentrar su investigación y su financiamiento en apoyar las pequeñas fincas. Hay muchas razones para defender a los pequeños agricultores de los países pobres. Los milagros económicos de Corea del Sur, Taiwán y Japón surgieron de sus programas de reforma agraria. Lo mismo ocurre en China, pese a que su despunte se retrasó cuarenta años por la colectivización.

El crecimiento basado en las pequeñas fincas tiende a ser más equitativo que el crecimiento que surge de las industrias alimentadas con mucho capital. El impacto ecológico de las pequeñas fincas es mucho menor pese a que la tierra es utilizada con más intensidad. Donde las pequeñas fincas son absorbidas por las grandes empresas, los desplazados se mueven a otras tierras y apenas si logran sobrevivir. Alguna vez seguí a unos campesinos expulsados de Maranhao, en Brasil, y fui testigo de cómo despedazaron la tierra de los yanomami a más de 3 mil kilómetros de distancia.

Pero el prejuicio en contra de los agricultores en pequeño es inconmovible. Da pie a uno de los más extraños insultos en inglés: cuando le llamas a alguien campesino, lo acusas de ser autosuficiente y productivo. Los campesinos son igualmente odiados por los capitalistas y por los comunistas. Siempre han intentado ambos apoderarse de sus tierras, ytienen la idea fija de menospreciarlos y demonizarlos. En su perfil de Turquía, el país donde sus campesinos son 20 veces más productivos que los grandes propietarios, la FAO dice que “como resultado de tener muchas fincas pequeñas, los rendimientos agrícolas… se mantienen bajos”. La OCDE afirma que “es indispensable frenar la fragmentación de la tierra” en Turquía “y consolidar propiedades más grandes para elevar la productividad agrícola2. Ni la FAO ni la OCDE proporcionan evidencia alguna. George Monbiot, “Small is Bountiful”, The Guardian, 10 de junio de 2008, www.monbiot.com

La Red Ecovida de Agroecología, formada en 1998 (y compuesta por unas 3 mil familias de agricultores familiares reunidos en unos 200 grupos, más 35 ONG y 10 cooperativas de consumidores) tiene por objetivo organizar, fortalecer y consolidar una agricultura familiar ecológica en 24 regiones que alcanzan a 170 municipios en los estados de São Paulo Paraná, Santa Catarina y Rio Grande do Sul, en el sur de Brasil. Los núcleos regionales promueven la capacitación de sus miembros, el intercambio de alimentos e información, y la credibilidad del producto ecológico mediante un sistema participativo de garantía que involucra activamente a agricultores y consumidores.

Como la comercialización es un cuello de botella para expandir la propuesta, por las dificultades de mantener un mercado local abastecido durante todo el año con productos diversos, de calidad y en suficiente cantidad, se ideó una alternativa construida con el trabajo colectivo de la Red Ecovida. Y desde 2006 funciona el llamado Circuito Sur de Circulación de Alimentos.

El circuito funciona con base en siete estaciones-núcleos y diez subestaciones. Hay reuniones bimensuales para discutir las disposiciones, la operación y el monitoreo de las actividades, se consensan los precios y se revisan las cuentas de las transacciones realizadas entre las organizaciones en el periodo anterior.

Para integrase en el Circuito es necesario que los alimentos ofrecidos sean ecológicos y estén certificados por el sistema participativo de Ecovida. Deben ser oriundos de la agricultura familiar y producidos en sistemas diversificados que aseguren un alto nivel de autoabasto alimentario. La economía de esta agricultura familiar es concebida como el total del abasto alimentario propio de las familias más los productos trocados en los mercados, privilegiando la seguridad alimentaria de los productores y los consumidores con criterios de justicia y transparencia.

Las organizaciones de la red que venden, también se comprometen a comprar productos de otras organizaciones del circuito, permitiendo ampliar la oferta de alimentos en los diferentes espacios (ferias, entregas a domicilio, puntos de venta, autoabastecimiento de las familias y grupos de Ecovida, mercados institucionales y otros). Eso favorece la reducción de costos y el flete, ya que los camiones siempre viajan cargados entre las estaciones-núcleos. La circulación de dinero es menor, ya que, en muchos casos, los productos se truecan. Natal João Magnanti, Centro Vianei de Educação Popular, Santa Catarina, www.ecovida.org.br

Notas
1 - Fatma Gül Ünal, octubre de 2006. Small Is Beautiful: Evidence Of Inverse Size Yield Relationship In Rural Turkey. Policy Innovations, ver aquí)

2 - Ver aquí, y OECD Economic Surveys: Turkey, volumen 2006 número, 15, p. 186

Publicado en Biodiversidad, sustento y culturas N° 58

Temas: Agricultura campesina y prácticas tradicionales, Sistema alimentario mundial

lunes, 26 de enero de 2009

Ecos de la Quinta Conferencia de Vía Campesina - ¿Crisis o soberanía alimentaria?

Autor | Biodiversidad, sustento y culturas | Idioma | Español | Pais | Internacional | Publicado | 18 diciembre 2008 23:02

Con el fantasma de la nueva Revolución Verde rondando sobre África, la Vía Campesina celebra su Quinta Conferencia Internacional en Maputo, capital de Mozambique, en un momento en que de todos los rincones del planeta surgen voces de alarma, pero también muchas propuestas, ante la crisis alimentaria...

Biodiversidad

Con el fantasma de la nueva Revolución Verde rondando sobre África, la Vía Campesina celebra su Quinta Conferencia Internacional en Maputo, capital de Mozambique, en un momento en que de todos los rincones del planeta surgen voces de alarma, pero también muchas propuestas, ante la crisis alimentaria que atraviesa el mundo y ante la cual, los organismos internacionales, los gobiernos y las fundaciones “humanitarias”, impulsan con bombo y platillo una remediación que les da oportunidad de promover más privatización de tierras, paquetes tecnológicos con semillas de laboratorio, más agrotóxicos, mayor sojuzgamiento de la cadena alimentaria completa y nuevas estrategias para desmantelar la agricultura campesina que sigue independiente de su control.

Ante eso “la Vía Campesina ofrece una visión real y soluciones a la actual crisis de la alimentación. Las y los pequeños agricultores de todo el mundo están luchando por la supervivencia. La crisis en el sector agrario, la actual crisis financiera, las crisis climática y medioambiental, la crisis energética y la profunda crisis social global son síntomas del mismo modelo, el modelo neoliberal, que hace que el conjunto de la sociedad esté organizada en función de la obtención del lucro”, dice uno de los boletines de prensa de la Quinta Conferencia.

Hoy, Vía Campesina con quince años de antigüedad, pero con una colección de tradiciones alimentando su quehacer actual, es la red mundial más importante de personas y colectivos dedicados a la agricultura, sean campesinos o pequeños productores. Su voz “está cada vez más presente en la opinión pública internacional y en foros internacionales” y su autoridad moral le ha ganado un sitio entre quienes luchan contra la globalización del capitalismo y de la miseria.

Esta Quinta Conferencia es en realidad “la asamblea principal de La Vía Campesina, que tiene lugar cada cuatro años. Es un espacio donde se adoptan de forma colectiva las grandes decisiones políticas y de organización”. En esta asamblea, la organización anfitriona fue la Unión Nacional de Campesinos de Mozambique.

Presentamos entonces algunas de las declaraciones importantes de la Vía Campesina en ésta su asamblea, que es el momento en que las delegaciones de todos los continentes, y muchos amigos de este tenaz movimiento campesino se reúnen a discutir el panorama general que afecta la agricultura, pero también la justicia: uno de los fragmentos es su boletín de prensa en el Día de la Alimentación, y el otro es la Declaración de su Asamblea de Jóvenes.

En un mundo donde en ocasiones el panorama puede parecer sombrío, Vía Campesina reivindica la historia de lucha del campesinado y su lúcida mirada a ese horizonte actual, por eso afirma: “Las y los pequeños productores del Sur y del Norte llevan luchando muchos años por un modelo de producción agrícola basado en fincas familiares y una agricultura sostenible, oponiéndose al modelo agrícola orientado a la industria y a la exportación, que ha conducido a la destrucción de los medios de sustento de la comunidades rurales y del entorno natural. La actual crisis deja patente que un sistema alimentario basado en la importación y en la llamada ‘Revolución Verde’ no es seguro y además genera hambre y pobreza. Ha llegado el tiempo de la producción localizada de alimentos, de una agricultura sostenible y de baja intensidad en la utilización de energías fósiles y del empoderamiento del campesinado y las y los pequeños agricultores.

Boletín de prensa

Podemos acabar con la Crisis Alimentaria

Maputo, el 16 de octubre 2008. Sólo es posible acabar con la crisis alimentaria mediante la soberanía alimentaria y la agroecología. Así subraya La Vía Campesina desde Maputo, donde comienza su Congreso con una Asamblea de Jóvenes Rurales de todo el mundo.

Hay muchos jóvenes que quieren instalarse en la agricultura con modelos agroecológicos: producción sostenible y autónoma y venta en su entorno. Sin embargo, las políticas actuales se los impiden y favorecen a la agroindustria.

Hoy, 16 de octubre, Día Mundial de la Alimentación de la FAO, La Vía Campesina lanza un mensaje de esperanza ante la crisis alimentaria mundial, derivada de un modelo industrial y agroexportador, a costa de millones de personas campesinas y del conjunto de la población en todas las partes del mundo.

Es posible acabar con dicha crisis siempre que se destierre ese modelo que elimina campesinos/as, destruye la biodiversidad y el medio ambiente y genera hambre y miseria en el mundo. La crisis alimentaria es el eslabón más dramático de la cadena de crisis que está generando el sistema económico neoliberal —crisis climática, energética, financiera, de la biodiversidad. Es el momento de cambiar de rumbo empezando precisamente desde la agricultura.

La alternativa es la soberanía alimentaria, que permite a los pueblos diseñar sus propias políticas agroalimentarias que favorezcan la producción y distribución campesina local y sostenible para abastecer a su población.

La Vía Campesina lanza este mensaje en pleno proceso de debate con motivo de su V Conferencia en Maputo que reúne a más de 600 representantes campesinos y campesinas de todo el mundo. Precisamente, un 60 por ciento de la comida que se consume en Mozambique es importada y el problema del hambre y la desnutrición no cesa en este país. Mozambique, como todos los países del mundo, necesita ser soberano en alimentación e impulsar su sector primario sostenible —con métodos respetuosos con la naturaleza para alimentar a su población y acabar con el hambre.

Hoy, en Maputo, en la Asamblea de Jóvenes, se subraya que es necesario facilitar el acceso de las nuevas generaciones a la agricultura y los medios de producción. En esta Asamblea se constata que hay muchos jóvenes que quieren instalarse en la agricultura con esta nueva visión de la mano de la agroecología y aún no pueden. La Vía Campesina insta a los gobiernos a facilitar a estas personas jóvenes el acceso a la tierra, al crédito y a las ayudas para instalarse, pues el futuro de la agricultura y la alimentación depende de ellas. Dicho de otro modo, no se podrá solucionar la crisis alimentaria mientras no se haga extensiva la instalación de jóvenes en la agricultura con modelos agroecológicos y soberanos.

Declaración

Segunda Asamblea de Jóvenes de La Vía Campesina

El campo es nuestra vida
La tierra nos alimenta
Los ríos corren en nuestra sangre
Somos la juventud de La Vía Campesina
Hoy declaramos el inicio de un nuevo mundo
Venimos de los cuatro rincones de la tierra
Para unirnos con espíritu de resistencia
Trabajar creando esperanza
Platicar sobre nuestras luchas
Aprender del trabajo que realizamos
Inspirarnos de nuestras canciones y historias
Construir la solidaridad entre nuestros movimientos
Unificarnos como fuerza para el cambio social.
De aquí volveremos a todos los rincones del mundo
Llevándonos un espíritu de revolución
Con la convicción de que otro mundo es posible
Y el compromiso de luchar a favor de nuestra manera de vivir

Lucharemos hasta la victoria, hasta que las jóvenes y los jóvenes de todo el planeta puedan vivir en el campo, como campesinos, en paz y con prosperidad. Cuando los Estados intenten reprimirnos, nos uniremos en solidaridad para seguir la lucha. Cuando una compañera caiga, la levantaremos. Cuando haga frío, nos abrazaremos hasta que el fuego de nuestra lucha nos caliente el corazón. Y cada día comprometeremos a nuestros cuerpos, nuestras mentes y nuestro corazón en la línea del frente para defender la vida y la lucha por La Vía Campesina.

Entre los días 16 y 17 de octubre del 2008 jóvenes de más de cuarenta países de los cinco continentes, campesin@s de distintos pueblos y culturas pertenecientes a la Vía Campesina nos reunimos en Maputo, Mozambique, para celebrar nuestra segunda Asamblea Mundial de jóvenes de la Vía Campesina. La juventud de la Vía Campesina aquí presente, ante las desigualdades y miserias que se están adueñando del mundo, somos y nos sentimos el presente y futuro de una nueva sociedad que sostiene el mundo. Pero tenemos problemas comunes que lo dificultan. El mayor de nuestros problemas es el sistema capitalista/neoliberal que, con sus medios de represión, extorsión y propaganda, ha extendido las desigualdades e injusticias por todo el mundo. Este sistema ha impuesto una agricultura productivista que provoca el abandono del medio rural, migraciones entre regiones, dificulta el acceso a la tierra y a los bienes naturales y fomenta los transgénicos, la pérdida de la soberanía alimentaria y nuevas formas de colonización como los agronegocios. Estos problemas, afectan de manera especial a jóvenes, mujeres y a la clase trabajadora.

Ante esta cruda realidad, las y los jóvenes de la Vía Campesina, con fuerza y sentimiento, apostamos por un nuevo modelo social basado en la soberanía alimentaria de los pueblos mediante la reforma agraria integral. Y para ello proponemos:

• Acceso a la tierra, con políticas de apoyo al retorno y arraigo de la juventud al campo, para poder asegurar la alimentación y el futuro de nuestro planeta.

• Lucha y acción contra el modelo neoliberal, el imperialismo, las fuerzas de ocupación, los tratados de libre comercio, las políticas agrícolas impuestas por la OMC, el FMI, el Banco Mundial, las multinacionales, el consumismo, los organismos genéticamente modificados, la criminalización de las organizaciones sociales y de las migraciones laborales.

• Solidaridad entre las regiones como movimientos sociales que están llevando a cabo modelos alternativos frente al sistema neoliberal, mediante principios de integración con reciprocidad, complementariedad y cooperación para superar las desigualdades sociales.

• Formación política e ideológica integral de la juventud. Educación popular. Formación campesina en técnicas agroecológicas.

• Mejora de la comunicación entre las y los jóvenes de diferentes organizaciones y culturas y creación de redes de comunicación alternativas como instrumento político y social para transformar el modelo imperante.

• Profundización y avance en el debate de las causas de las migraciones y situación de la clase trabajadora.

• Articulación de relaciones y alianzas políticas, sociales y culturales entre jóvenes del campo y de la ciudad con vistas a la unidad de los jóvenes del mundo para el cambio social y la conquista de la soberanía alimentaria.

Para materializar estas propuestas, nuestro plan de acción incluye: Crear una comisión provisional de jóvenes durante la V Conferencia para dinamizar el trabajo de coordinación. Realizar al menos un encuentro de jóvenes por regiones en el 2009. Realizar un campamento internacional en España a finales del 2009. Otros aspectos que trabajaremos en los próximos cuatro años son los siguientes:

• Fomentar la formación político-ideológica y técnica en cada región. Elaborar y socializar materiales formativos ideológicos ligados a las reivindicaciones de la Vía Campesina. Elaboración de una lista de escuelas de formación política a nivel internacional.

• Crear y mejorar la comunicación entre nuestras organizaciones, crear alianzas con otras organizaciones que luchen por objetivos similares a los de la Vía Campesina y abrir y socializar los contenidos de esta asamblea a otras organizaciones amigas y personas jóvenes. Nos comprometemos a construir, desarrollar y fortalecer nuestro espacio como jóvenes en las organizaciones nacionales, regionales e internacionales de la Vía Campesina, por lo que pedimos la incorporación de dos jóvenes, un hombre y una mujer, en la Comisión Coordinadora Internacional (CCI).

Publicado en Biodiversidad, sustento y culturas N° 58

domingo, 25 de enero de 2009

El gran regalo de tierras: neocolonialismo por invitación

Autor | James Petras | Idioma | Español | Pais | No Especificado | Publicado | 21 diciembre 2008 21:32

La construcción imperial al estilo colonial vuelve con fuerza y muchos de los colonizadores son recién llegados que se han abierto paso a codazos para superar a los depredadores establecidos europeos y estadounidenses...

Traducido por Mar Rodríguez y revisado por Manuel Talens

«El acuerdo que está negociando la empresa surcoreana Daewoo Logistics con el gobierno de Madagascar parece ser un caso de rapiña... El caso de Madagascar parece neocolonial... El pueblo de Madagascar se expone a perder la mitad de su tierra cultivable». “Editorial” Financial Times, 20 de noviembre de 2008

«Camboya está negociando con varios gobiernos asiáticos y de Oriente Próximo la recepción de hasta 3000 millones de dólares en inversiones agrícolas a cambio de millones de hectáreas de concesiones de tierra…». Financial Times, 21 de noviembre de 2008

«Pasamos hambre entre excelentes cosechas y gran aumento de la exportación». Trabajadores rurales sin tierra ni empleo, estado de Pará (Brasil, 2003)

Introducción

La construcción imperial al estilo colonial vuelve con fuerza y muchos de los colonizadores son recién llegados que se han abierto paso a codazos para superar a los depredadores establecidos europeos y estadounidenses.

Apoyados por sus gobiernos y financiados por las enormes ganancias de los beneficios de las inversiones y operaciones comerciales, además de los excedentes de los presupuestos, las nuevas potencias económicas neocoloniales emergentes están haciéndose con el control de amplias extensiones de tierra fértil de los países pobres de África, Asia y América Latina con la intermediación de los regímenes locales corruptos de libre mercado. Se han concedido millones de acres de tierra, en la mayoría de los casos sin coste alguno, a potencias emergentes que, como mucho, prometen invertir millones en infraestructuras para facilitar el traslado de los productos agrícolas de su propiedad, fruto de sus saqueos, a sus propios mercados locales y abonar los salarios en vigor de menos de 1 dólar diario a los campesinos locales indigentes y están elaborándose proyectos y acuerdos entre potencias emergentes y acomodaticios regímenes neocoloniales para expandir la apropiación imperial de tierras hasta abarcar decenas de millones de hectáreas de tierras cultivables más en el futuro muy cercano. La gran transferencia o venta barata de tierras tiene lugar en un momento y en unos lugares en los que el número de campesinos sin tierra está creciendo, los campesinos de subsistencia están siendo expulsados por el estado neocolonial y llevados a la quiebra por medio de las deudas y la falta de crédito. Se criminaliza, reprime, asesina o encarcela a millones de campesinos y trabajadores rurales sin tierra organizados que luchan para conseguir tierra cultivable y se expulsa a sus familias a los barrios de chabolas urbanos plagados de enfermedades. El contexto histórico, los protagonistas económicos y los métodos de construcción del imperio agrícola-comercial tienen grandes semejanzas y diferencias con la construcción imperial al antiguo estilo de los siglos pasados.

Exploración agroimperial de antiguo y nuevo cuño

Durante los cinco siglos pasados de dominio imperial, la explotación y exportación de productos agrícolas y minerales desempeñó una función clave en el enriquecimiento de los imperios europeo y estadounidense. Hasta el siglo xix , los latifundios y plantaciones a gran escala, organizados en torno a cosechas de productos básicos, se basaban en el trabajo forzado, con esclavos, sirvientes obligados, semisiervos, granjeros arrendadores, temporeros y otras formas variadas de trabajo (incluidos los prisioneros) con el fin de acumular riqueza y beneficios para los colonizadores, los inversores en el país natal y las tesorerías del estado imperial.

Los imperios agrícolas se afianzaban por medio de la conquista de los pueblos indígenas, la importación de esclavos y trabajadores en régimen de servidumbre, la apropiación por la fuerza y la desposesión de las tierras comunitarias y el gobierno por medio de funcionarios coloniales. En muchos casos, los regentes coloniales incorporaron a las elites locales (nobles, monarcas, jefes tribales y minorías favorecidas) como administradores y reclutaron a los nativos desposeídos y empobrecidos para servir como soldados coloniales liderados por oficiales blancos europeos y estadounidenses.

El agroimperialismo de estilo colonial comenzó a recibir ataques de los movimientos de liberación nacional con base popular durante el siglo xix y la primera mitad del siglo xx , lo que culminó en el establecimiento de regímenes nacionales en toda África, Asia (excepto Palestina) y América Latina. Desde el inicio mismo de su gobierno, los estados que habían obtenido recientemente su independencia siguieron diversas políticas en relación con la propiedad y explotación de la tierra de la era colonial. Algunos de los regímenes radicales, socialistas y nacionalistas finalmente expropiaron, bien en parte o en su totalidad, a los propietarios de tierras extranjeros, como fue el caso en China, Cuba, Indochina, Zimbabwe, Guayana, Angola, India y otros. Muchas de estas «expropiaciones» resultaron en transferencias de los terrenos a la nueva burguesía poscolonial emergente, lo cual dejó a la masa de mano de obra rural sin tierra o confinada a las tierras comunitarias. En la mayor parte de los casos, la transición de régimen colonial a poscolonial vino avalada por un pacto político que garantizaba la continuación de las pautas coloniales en cuanto a propiedad y cultivo de la tierra, comercialización y relaciones laborales (lo que se describe como un «sistema de agroexportación neocolonial»). Con escasas excepciones, la mayoría de los gobiernos independientes no cambiaron su dependencia en cultivos para exportación, no diversificaron sus mercados de exportación, no desarrollaron la independencia alimentaria ni financiaron el asentimiento de los pobres rurales en las tierras públicas fértiles sin cultivar.

En aquellos lugares en los que sí se realizó la distribución de la tierra, los regímenes no invirtieron lo suficiente en las nuevas formas de organización rural (granjas familiares, cooperativas o ejidos comunitarios) o impusieron empresas estatales a gran escala de control central que se dirigieron de forma poca eficaz, no ofrecieron incentivos adecuados a los productores directos y se explotaron para financiar el desarrollo industrial urbano. Como resultado de ello, gran número de granjas y cooperativas estatales terminaron por desmantelarse. En la mayoría de los países, amplias masas de pobres rurales continuaron sin tierra y sujetos a las exigencias de los recogedores de impuestos, personal de reclutamiento militar y prestamistas usureros locales y fueron expulsados de las tierras por especuladores, promotores inmobiliarios y funcionarios nacionales y locales.

Neoliberalismo y el alza del nuevo agroimperialismo

Emblemática del agroimperialismo de nuevo estilo es la toma surcoreana de la mitad de suelo cultivable total de Madagascar (1,3 millones de hectáreas) según un arrendamiento de 70 a 90 años, según el cual la empresa Daewoo Logistics Corporation de Corea del Sur espera no pagar nada por un contrato para cultivar maíz y aceite de palma para la exportación[ 1 ]. En Camboya, varios países agroimperialistas de Asia y el Oriente Próximo están «negociando» (con grandes sobornos y ofertas de lucrativas «sociedades» locales para los políticos locales) la adquisición de millones de hectáreas de tierra fértil [ 2 ]. La amplitud y profundidad de la nueva expansión agroimperial emergente en la parte rural empobrecida de los países asiáticos, africanos y latinoamericanos supera ampliamente la del anterior imperio colonial antes del siglo xx . El sitio web GRAIN ha compilado recientemente una lista detallada de los nuevos países agroimperialistas y sus neocolonias [ 3 ].

Las fuerzas que impulsan la conquista agroimperialista y la acumulación de tierras contemporáneas pueden dividirse en tres bloques:

1. Los regímenes petroleros árabes nuevos ricos, en su mayoría entre los países del Golfo (en parte por medio de sus fondos de riqueza soberana).

2. Los recientemente emergentes países imperialistas de Asia (China, India, Corea del Sur y Japón) e Israel.

3. Los anteriores países imperialistas (EE. UU. y Europa), el Banco Mundial, los bancos de inversión de Wall Street y otras empresas financieras variadas especuladoras imperialistas.

Cada uno de estos bloques agroimperiales se organiza en torno a uno a tres países líderes: Entre los países imperialistas del Golfo, Arabia Saudí y Kuwait; en Aria, China, Corea y Japón son los principales acaparadores de tierra. Entre los depredadores europeos, estadounidenses y del Banco Mundial se encuentra una amplia gama de monopolios agroimperialistas que están comprando tierras, desde Goldman Sachs o Blackstone en Estados Unidos, Louis Dreyfuss en los Países Bajos y Deutschbank en Alemania. Los mayores terratenientes capitalistas del mundo se han apropiado, o están a punto de hacerlo, de más de varios cientos de millones de tierra cultivable en lo que constituye una de la mayor concentración de propiedad de tierra en manos privadas en la historia de la construcción de imperios.

El proceso de construcción de un imperio agrícola opera en gran medida a través de mecanismos políticos y financieros a los que preceden, en algunos casos, golpes de estado militares, intervenciones imperiales y campañas de desestabilización para establecer «socios» neocoloniales adaptables o, más exactamente, colaboradores dispuestos a cooperar en esta ingente apropiación imperial de tierras. Una vez en su lugar, los regímenes neocoloniales africanos, asiáticos y latinoamericanos imponen una agenda neoliberal que incluye la desintegración de las tierras de propiedad comunitaria, la promoción de estrategias de exportación agrícola, la represión de todo movimiento de reforma agrícola local entre los agricultores de subsistencia y los trabajadores rurales sin tierra que exija la redistribución de las tierras públicas y privadas fértiles en barbecho. Las políticas de mercado libre de los regímenes coloniales eliminan o reducen las barreras arancelarias a las importaciones de alimentos subvencionados, en gran medida de Estados Unidos y de Europa. Estas políticas dejan en la bancarrota a los granjeros y agricultores de los mercados locales, con lo que se aumenta la cantidad de tierra disponible para su «arrendamiento» o venta a los nuevos países y multinacionales agroimperiales. Los estamentos militar y policial desempeñan una función clave en la expulsión de los granjeros empobrecidos, endeudados y hambrientos y en impedir que la tierra fértil sea ocupada y utilizada para la producción de alimentos por okupas.

Una vez puestos en su lugar los regímenes colaboradores neocoloniales y puestas en práctica sus agendas de «mercado libre», el escenario está preparado para la entrada de países e inversores agroimperiales para hacerse con amplias áreas de tierra cultivable.

Israel es la excepción más importante a esta pauta de conquista agroimperial, puesto que depende del uso continuado y masivo de la fuerza contra una nación entera, de forma que despoja a los campesinos palestinos y se hace con el territorio por medio de colonos armados, al estilo del anterior imperialismo colonial europeo y estadounidense [ 4 ]

La capitulación suele seguir una de dos rutas o una combinación de ambas: Los nuevos países imperiales emergentes se ofrecen o el régimen neocolonial les pide que inviertan en «desarrollo agrícola». A esto le siguen unas «negociaciones» unilaterales en las que sustanciales cantidades en efectivo pasan desde las arcas imperiales a cuentas bancarias en el extranjero que pertenecen a sus «socios» neocoloniales. Los acuerdos y las condiciones de los contratos son extremadamente desiguales: Los alimentos y productos agrícolas se exportan, casi en su totalidad, de vuelta a los mercados interiores del país agroimperial, incluso aunque la población del «país anfitrión» esté hambrienta y dependa de los envíos de emergencia de alimentos que envían las agencias «humanitarias» imperiales. El «desarrollo», que incluyó las promesas de inversiones a gran escala, se dirige en gran medida a la construcción de carreteras, rutas de transporte, puertos e instalaciones de almacenamiento que se utilizan exclusivamente para facilitar a las empresas agroimperiales a gran escala la transferencia de los productos agrícolas al extranjero. La mayoría de la tierra se adquiere con arrendamiento gratuito o sujeto a unas tarifas «nominales», que van a los bolsillos de la elite política o se reciclan en el mercado inmobiliario y de importación de productos de lujo para la adinerada elite local. A excepción de los familiares o amigos cercanos colaboracionistas de los gobernantes neocoloniales, casi todos los directivos, altos ejecutivos y personal técnico bien pagado proceden de los países imperiales según la tradición del pasado colonial. Un ejército educado y mal pagado de «nacionales del tercer país» suele trabajar cubriendo los puestos de empleados técnicos y administrativos de grado medio, lo cual anula por completo toda posibilidad de transferencia de habilidades o tecnología vitales a la población local. El principal y pregonado «beneficio» que recibe el país neocolonial es el empleo de trabajadores agrícolas manuales locales, cuyo salario no suele sobrepasar la tarifa actual de 1 a 2 dólares estadounidenses al día y a los que se reprime con dureza y se les niega toda representación sindical independiente.

En contraste con esto, las empresas y regímenes agroimperiales reciben enormes beneficios, garantizan provisiones de alimentos a precios subvencionados, ejercen influencia política o control hegemónico sobre las elites colaboracionistas y establecen avanzadillas económicas para la expansión de sus inversiones y la facilitación de la toma de los sectores financiero, comercial y de manufactura locales por parte de manos extranjeras.

Países concernidos

Aunque hay mucha competencia y solapamiento entre los países agroimperiales en el saqueo de los países concernidos, la tendencia es que los regímenes imperiales petroleros árabes se centren en la penetración de sus nuevas coloniales en el sur y sureste de Asia. Los países asiáticos conocidos como «tigres económicos» se concentran en África y en América Latina. Entre tanto, las multinacionales europeas y estadounidenses explotan a los antiguos países comunistas de Europa Oriental y de la antigua Unión Soviética, además de América Latina y África.

Bahréin se ha adueñado de tierras en Pakistán, las Filipinas y Sudán para su suministro de arroz. China, probablemente el país agroimperial más dinámico de la actualidad, ha invertido en África, América Latina y el sudeste asiático para asegurarse suministros económicos de soja (especialmente de Brasil), la producción de arroz de Cuba (5000 hectáreas), Birmania, Camerún (10 000 hectáreas), Laos (100 000 hectáreas), Mozambique (con 10 000 colonos agrícolas chinos), las Filipinas (1,24 millones de hectáreas) y Uganda.

Los estados del Golfo prevén un fondo de mil millones de dólares para financiar la apropiación de tierras en el África del Norte y subsahariana. Japón se ha hecho con 100 000 hectáreas de tierra cultivable brasileña para el suministro de soja y maíz. Sus corporaciones son propietarias de 12 millones de hectáreas en el sudeste asiático y en América del Sur. Kuwait se ha hecho con tierras en Birmania, Camboya, Marruecos, Yemen, Egipto, Laos, Sudán y Uganda. Qatar es propietario de arrozales en Camboya y Paquistán, y de tierras de cultivo de trigo, maíz y semillas para elaboración de aceite en Sudán, además de tierras en Vietnam para la producción de cereales, fruta, vegetales y cría de ganado. Arabia Saudí ha recibido la «oferta» de medio millón de hectáreas de arrozales en Indonesia y de cientos de miles de hectáreas de tierra fértil en Etiopía y Sudán.

El Banco Mundial ha desempeñado un importante papel en la promoción de los robos agroimperialistas de tierra, asignando 1400 millones de dólares para financiar las tomas de «tierras infrautilizadas» por parte de empresas agrícolas. El Banco Mundial pone como condición para sus préstamos a las neocolonias, como Ucrania, la apertura de sus tierras a la explotación por los inversores extranjeros [ 5 ]. Aprovechándose de los regímenes neoliberales de «centroizquierda» de Argentina y Brasil, los inversores agroimperiales de Estados Unidos y Europa han comprado millones de acres de tierra fértil y pastos para proveer a sus tierras natales imperiales, mientras que millones de campesinos sin tierras y desempleados se quedan mirando cómo trenes cargados con carne de vacuno, trigo y semillas de soja pasan hacia las instalaciones portuarias controladas por multinacionales extranjeras y los mercados interiores imperiales en Europa, Asia y Estados Unidos.

Al menos dos países imperiales emergentes, Brasil y China, están siendo sometidos a apropiaciones imperiales de tierras por parte de los países imperiales «más avanzados» y se han convertido en «agentes» de la colonización agrícola. Las multinacionales japonesas, europeas y estadounidenses explotan Brasil, al tiempo que los colonizadores y agroindustriales brasileños han tomado amplias franjas fronterizas en Paraguay, Uruguay y Bolivia. Una pauta similar está ocurriendo en China, donde valiosas tierras fértiles están siendo explotadas por capitalistas japoneses y chinos extranjeros al mismo tiempo que China está haciéndose con tierra fértil en algunos países más pobres en África y en el sudeste asiático.

Consecuencias actuales y futuras del agroimperialismo

La recolonización de grandes franjas de tierra de cultivo fértil de los países y regiones más pobres de África, Asia y América Latina por los estados imperialistas emergentes está resultando en una creciente polarización de clases entre, por una parte, los países petrolíferos árabes más ricos, los billonarios asiáticos, los colonizadores judíos acomodados financiados por el estado y los especuladores occidentales y, por la otra, los cientos de millones de campesinos hambrientos, sin tierra y desposeídos en Sudán, Madagascar, Etiopía, Camboya, Palestina, Birmania, China, Indonesia, Brasil, las Filipinas, Paraguay y otros lugares.

El agroimperialismo apenas se encuentra en sus etapas tempranas, apropiándose de grandes extensiones de terreno, expropiando a los campesinos y explotando a los trabajadores rurales sin tierra como temporeros. La fase siguiente, que está comenzando ahora, es la toma de control de los sistemas de transporte, los sistemas de crédito e infraestructuras que acompañan al crecimiento de las cosechas para la exportación agrícola. La monopolización de las infraestructuras, los créditos y los beneficios procedentes de las semillas, los fertilizantes, las industrias de procesamiento, peajes y pagos de intereses de los préstamos concentran todavía más el control imperial de facto sobre la economía colonial y extiende la influencia política sobre los políticos, gobernantes y colaboradores burocráticos.

La estructura de clases neocolonizadas, sobre todo en las economías mayoritariamente agrícolas, está evolucionando para convertirse en un sistema de clases de cuatro niveles, en el cual los capitalistas extranjeros y su grupo se encuentran en la cima del estado de elite y representan menos de un 1 % de la población. En el segundo nivel y representando al 10 % de la población, se encuentran la elite política, sus familiares y amigos, además de los burócratas y militares en buenas posiciones, que se enriquecen por medio de asociaciones (asociaciones estratégicas) con los neocolonialistas y por medio de sobornos y apropiaciones de tierras. La clase media local representa casi un 20 % y se encuentra en peligro constante de caer en la pobreza ante las crisis económicas mundiales. Los campesinos, trabajadores y refugiados rurales, los okupas urbanos y los campesinos de subsistencia endeudados componen el cuarto nivel de la estructura de clases y constituyen casi el 70 % de la población.

En el modelo de exportaciones agrícolas neocolonial emergente, la composición de la «clase media» está cambiando y ésta es cada vez más pequeña. El número de granjeros familiares que producen para el mercado nacional también está reduciéndose, porque las granjas de propiedad extranjera con apoyo estatal producen para sus propios «mercados nacionales». Como resultado, los mercaderes y pequeños comerciantes de los mercados locales están quedándose atrás, eliminados por los grandes supermercados de propiedad extranjera. La pérdida de empleo para los productores nacionales de bienes y servicios agrícolas y la eliminación de gran número de intermediarios «comerciales» entre la ciudad y el país están agudizando la polarización de clase entre los niveles superior e inferior de la estructura de clases. La nueva clase media neocolonial se ha reconfigurado para incluir un pequeño estrato de abogados, profesionales, publicistas y funcionarios en la escala inferior en las empresas extranjeras y también las fuerzas de seguridad, tanto públicas como privadas. La función auxiliar de la «nueva clase media» en el servicio del eje de los poderes económicos y políticos coloniales los volverá menos nacionalistas y más coloniales en sus alianzas y perspectiva política, más consumidores «de libre mercado» en su estilo de vida y más proclives a aprobar las soluciones represivas en política interior (incluidas las fascistas) a las revueltas rurales y urbanas y a las luchas populares para obtener justicia.

En este momento, la mayor limitación al avance del agroimperialismo es el colapso económico del capitalismo mundial, que está socavando la «exportación de capital». El súbito colapso de los precios de las materias primas ha vuelto menos rentable la inversión en tierras de cultivo extranjeras. La sequía de créditos está socavando la financiación de las grandiosas apropiaciones de tierras en el extranjero. La caída del 70 % de los ingresos derivados del petróleo está limitando los fondos soberanos del Oriente Próximo y otros vehículos de inversión de las reservas extranjeras petrolíferas del Golfo. Por otra parte, el colapso de los precios de los productos agrícolas está llevando a la bancarrota a los productores agrícolas de elite en África, Asia y América Latina, lo cual está forzando la bajada de los precios de la tierra y presentando oportunidades para que los agroinversores adquieran todavía más tierra fértil a precios ínfimos.

La actual recesión capitalista mundial está añadiendo millones de trabajadores rurales desempleados a los cientos de millones de campesinos desposeídos durante el periodo de expansión de la explosión de los productos agrícolas durante la primera mitad de la década actual. Los costes de mano de obra y de tierra son bajos, al mismo tiempo que la demanda efectiva de los consumidores está cayendo. Los agroimperialistas pueden emplear toda la mano de obra rural del Tercer Mundo que quieren por un dólar al día o menos, pero ¿cómo pueden comercializar sus productos y obtener beneficios que cubran los costes de los préstamos, los sobornos, el transporte, el márketing, los salarios de la elite, los beneficios, los bonos para los CEO y los beneficios de los inversores cuando baja la demanda?

Algunos agroimperialistas pueden aprovechar la recesión para comprar barato ahora y esperar beneficios a largo plazo cuando la recuperación financiada por el Estado con multibillones de dólares se haga realidad. Otros pueden recortar sus apropiaciones de tierras o, más probablemente, mantener grandes extensiones de tierra sin producir hasta que mejore el «mercado», mientras que los campesinos desposeídos pasan hambre en las lindes de los campos en barbecho.

Los nuevos agroimperialistas están contando con que los estados neoimperialistas dediquen sus recursos (tanto monetarios como militares) a impulsar los gendarmes neocoloniales en la represión de las inevitables revueltas de los miles de millones de personas desposeídas, hambrientas y marginadas en Sudán, Etiopía, Birmania, Camboya, Brasil, Paraguay, las Filipinas, China y otras partes. El tiempo se agota para los acuerdos, transferencias de propiedad y arrendamientos a largo plazo fáciles que han llevado a cabo los colaboradores neocolonialistas locales y los inversores y estados coloniales extranjeros. Las guerras imperiales actuales y las recesiones económicas nacionales en los países imperiales antiguos y emergentes están agotando sus economías y poniendo a prueba la voluntad de sacrificarse de sus poblaciones de forma sistemática para la construcción del imperio colonial de nuevo estilo. Sin apoyo económico y militar internacional, el delgado estrato de gobernantes neocoloniales apenas puede resistir los continuos levantamientos de masas del campesinado desposeído aliado con la clase media en constante peligro de degradación y las crecientes legiones de jóvenes universitarios sin empleo.

La promesa de una nueva era de construcción imperial por medio del imperio agrícola y una nueva ola de estados imperiales emergentes puede tener una vida muy corta. En su lugar, puede que veamos una nueva ola de movimientos de liberación nacional de base rural y la competencia feroz entre los antiguos y nuevos estados imperiales en lucha por unos recursos financieros y económicos cada vez más escasos. Aunque los trabajadores y empleados de los centros imperiales occidentales giran entre un partido imperialista y otro (demócratas/republicanos, conservadores/laboristas), no desempeñarán función alguna en el futuro cercano. Cuando se liberen, si es que se liberan... pueden acercarse a una derecha nacionalista demagógica o hacia una izquierda socialista «nacionalista y patriótica» actualmente invisible (al menos en Estados Unidos y en Europa). En cualquiera de los casos, el expolio imperial y actual y la consiguiente rebelión de masas comenzarán en otra parte, con o sin el cambio en Estados Unidos o Europa.

Notas

[1] Financial Times, 20 de noviembre de 2008, pág. 3.
[2] Financial Times, November 21, 2008 pág. .
[3] Grain (November 22, 2008)
[4] Stephen Lendman, “Another Israeli West Bank Land Grab Scheme”, Counterpunch. Org. October 10, 2008; Guardian.co.uk, 10 de octubre de 2008.
[5] Véase GRAIN.org (op. cit).

Título original: The Great Land Giveaway: Neo-Colonialism by Invitation

El sociólogo marxista usamericano James Petras ha publicado más de sesenta libros de economía política y, en el terreno de la ficción, cuatro colecciones de cuentos. Es colaborador permanente de Rebelión.

Mar Rodrígues y Manuel Talens pertenecen a los colectivos de Cubadebate, Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora, al revisor y la fuente.

Fuente: Rebelión