sábado, 3 de enero de 2009

Semillas de destrucción: El proyecto secreto de la manipulación genética

Autor | Arun Shrivastava | Idioma | Español | Pais | Internacional | Publicado | 11 diciembre 2008 13:31

En estos últimos tres o cuatro años han aparecido una serie de libros, documentales y artículos sobre los peligros de las semillas genéticamente modificadas (GM). La mayoría pone el foco en sus impactos nefastos sobre la salud y el medioambiente, casi ninguno sobre la geopolítica de las semillas genéticamente modificadas, en particular en los granos, en tanto que arma de destrucción masiva. Engdahl ha abordado esta cuestión, pero el cultivo de semillas es tan sólo una de las numerosas « semillas de destrucción » que aparecen mencionadas en su libro.

Engdahl documenta meticulosamente la forma en que los fundamentos intelectuales de la « eugenesia », la reducción masiva de enfermedades, los genes de color y de otras razas deshechables, han sido instalados en los Estados Unidos por vez primera, en efecto, e incluso aprobadas legalmente. La investigación eugenésica ha sido sostenida financieramente por los Rockefeller y otras familias de la élite, habiendo sido la eugenesia experimentada por primera vez contra los judíos en la Alemania nazi.

Es pura casualidad que las naciones más pobres del mundo son al mismo tiempo las mejor dotadas en recursos naturales. Estas regiones son también en donde la población se encuentra en franco crecimiento. El temor de las familias europeas poderosas, que se integran cada vez más al poderío económico y militar de los Estados Unidos, es que, si las naciones pobres se desarrollan, los recursos naturales abundantes, en particular el gas, el petróleo, minerales estratégicos y los metales, pueden encarecerse para la población blanca. Esta situación es inaceptable para el poder blanco elitista.

La cuestión central que dominaba el espíritu de la camarilla en el poder era la reducción de la población en los países ricos en recursos, pero el asunto era cómo maquinar una matanza masiva a nivel mundial, sin generar un poderoso efecto negativo, como obligadamente se produciría, de darse tal matanza. En 1972, cuando sus reservas de petróleo tocaron su máximo, y que los Estados Unidos se convirtieron en uno de los principales importadores de petróleo, la situación se tornó alarmante y esta agenda cobró el centro de la escena. Kissinger, uno de los principales estrategas de Nixon, con el sostén de los Rockefeller, preparó lo que se conoció bajo el nombre de Memorándum Estudio sobre la Seguridad Nacional[National Security Study Memo] (NSSM#200), en el cual desarrollaba su plan de reducción de la población. En ese memorándum, apunta en particular a trece países: Bangladesh, Brasil, Colombia, Egipto, Etiopía, India, Indonesia, Nigeria, Paquistán, Turquía, Tailandia y Filipinas.

El arma que debía servir a tal fin era la alimentación, inclusive si una hambruna alimentaria debía ser utilizada para lograr la reducción de la población. Kissinger es conocido por haber declarado « controlen el petróleo y controlarán las naciones; controlen la alimentación y controlarán a los pueblos ». La forma en que un pequeño grupo de personas clave ha transformado la filosofía elitista del control alimentario para controlar a un pueblo en posibilidad operacional real en un corto lapso de tiempo, es el telón de fondo del libro de Engdahl, el tema central que se extiende sobre los Rockefeller y Kissinger de principio a fin, entre otros personajes centrales.

Engdahl describe cómo los Rockefeller guiaron la política agrícola de los Estados Unidos, utilizando en el mundo entero sus poderosas fundaciones excentas de impuestos para formar una armada de jóvenes científicos en el ámbito hasta ese momento desconocido de la microbiología. Reconstruye la forma en que el campo de la eugenesia fue rebautizado « genética » para hacerla más aceptable y para ocultar su verdadero objetivo. Gracias a una serie de reajustes estratégicos progresivos en un puñado de compañías de productos químicos, de alimentación y de semillas, eficazmente sostenidas por personajes clave dentro de los principales ministerios del gobierno de los Estados Unidos, fueron creados monstruos capaces de re-estructurar el marco reglamentario de casi todo país. Y esas semillas de destrucción -los marcos reglamentarios, construidos cuidadosamente para proteger el ambiente y la salud humana- fueron sembradas desde los años veinte.

Un paréntesis para reflexionar: Una persona normal que goza de buena salud puede prescindir de alimentos, como máximo, durante una semana quizás; pero hace falta una estación entera, cuatro meses aproximadamente, para que la semilla de un cultivo agrícola brote. Apenas cinco compañías de la agricultura industrial, todas estadounidenses (Cargill, Bunge, Archer Daniels, y otras) controlan el comercio mundial de cereales, y sólo cinco controlan el comercio mundial de semillas. Monsanto, Syngenta, Bayer, DuPont y Dow Chemicals controlan las semillas genéticamente modificadas. Una vez que sus potentes oligopolios se hubieron impuesto, las leyes anti-trust se diluyeron precisamente para eximir a sus empresas.
Engdahl escribe : « No sorprende que la Universidad Nacional para la Defensa [National Defense University] del Pentágono haya publicado, en vísperas de la guerra de Irak en 2003, un documento declarando ‘El negocio agrícola es a los Estados Unidos lo que el petróleo a Medio Oriente’. El agronegocio se convirtió en un arma estratégica del arsenal de la única superpotencia del mundo ». (página 143)

La « Revolución Verde » era parte del programa de los Rockefeller para destruir la diversidad de las semillas y preconizar los insumos agrícolas basados en el petróleo y el gas, en los cuales tienen sus principales intereses. La destrucción de la diversidad de las semillas y la dependencia con los híbridos fue la primera etapa del control alimentario.

Es verdad que en un primer momento las técnicas de la Revolución Verde llevaron a un crecimiento de la productividad agrícola. Pero esto fue posible al enorme costo de la destrucción de las tierras agrícolas y de la biodiversidad, del envenenamiento de las napas freáticas y de la degradación progresiva de la salud de la población, el verdadero quehacer de los « partisanos de la Revolución Verde ».

El verdadero impulso vino de la mano de la posibilidad técnica de empalmar genes y de la inserción de caracteres específicos entre especies sin línea parental. Las formas de vida podrían ser modificadas. Pero hasta el año 1979 el gobierno estadounidense siempre se negó a otorgar patentes en lo tocante a la vida. Eso ha cambiado. El cambio fue en gran medida propiciado por un fallo favorable de la Corte Suprema de los Estados Unidos que otorgaba al Dr. Ananda Chakraborty una patente protectora para bacterias que degradan petróleo. Las formas de vida pueden, en la actualidad, ser patentadas. Para garantizar que el mundo abdique ante el régimen de patentes de las sociedades semilleras, la Organización Mundial del Comercio fue la que impuso la disciplina. La forma en que este asunto fue manejado no viene al caso; pero el mundo entero ha sido forzado a aceptar el derecho de propiedad intelectual de estas compañías. Sí existió resistencia y oposición, pero estas empresas son muy decididas, tal como describe Engdahl.

« La clara estrategia de Monsanto, Dow, DuPont y del gobierno de Washington era introducir las semillas OGM en todos los rincones del mundo, prioritariamente en los países indefensos… africanos y en desarrollo », escribe Engdahl (página 270). No obstante, Engdahl también describió la forma en que tierras agrícolas canadienses y estodunidenses se convirtieron a los OGM. Se sospechaba que los OGM podían plantear una grave amenaza ambiental y para la salud humana y animal. Sin embargo, las tentativas independientes de evaluaciones de riesgo para la vida fueron abandonadas. Los científicos que publicaron estudios honestos fueron calumniados.
Establecimientos científicos de renombre fueron silenciados o fueron sometidos a la voz que defiende el control alimentario de los Rockefeller y la agenda de la reducción masiva. La destrucción de la credibilidad de la institución científica es otra semilla más de destrucción descrito en el libro de Engdahl.

Engdahl cita como ejemplo la experiencia de un agricultor alemán, Gottfried Glockner, con maíz genéticamente modificado. Glockner sembró maíz Bt176 de Syngenta fundamentalmente para alimentar a sus vacas. Siendo científico, comenzó dándoles 10% de alimentos GM y fue aumentando progresivamente la proporción, apuntando con cuidado la producción lechera y todo otro efecto secundario. Durante los tres primeros años, no pasó gran cosa; pero cuando pasó a alimentar las vacas con 100% alimentación GM, sus animales « producían heces pegajosas y blancas y tenían fuertes diarreas » y « la lecha tenía sangre ». Finalmente, sus setenta vacas murieron. La profesora Angelika Hilbeck del Instituto Federal Suizo de Tecnología encontró en el maíz Bt176 de Glockner muestras de toxinas Bt « en forma activa y extremadamente estable ». Las vacas murieron a causa de altas dosis de toxinas. Mismo si la alimentación humana no está contaminada en un 100%, el caso debería llamar a la reflexión.

En los Estados Unidos, los alimentos GM no etiquetados fueron introducidos en 1993, y el 70% de los supermercados contiene alimentos OGM en proporciones variables, en lo que debería ser llamada, a justo título, la más grande experiencia biológica realizada sobre el hombre. Puesto que Engdahl declaró claramente que la intención del gobierno estadounidense y del agronegocio era tener el control sobre los alimentos, particularmente en el tercer mundo, dejó a sus lectores la tarea de deducir que los ciudadanos norteamericanos y europeos son también el blanco de este programa. Y existen otras armas mortales en el arsenal: las semillas Terminator, las semillas traicioneras, y la capacidad de destruir pequeños agricultores independientes de todo el mundo a voluntad; y esto está presentado con mucha fuerza en el libro. Engdahl provee sólidas pruebas sobre las semillas de la destrucción definitiva y el diezmo absoluto de las civilizaciones del mundo tal como lo hemos conocido.

Se trata de un libro complejo pero muy legible. Está dividido en cinco partes, cada una de las cuales contiene de dos a cuatro capítulos cortos. La primera parte trata sobre las intrigas políticas para garantizar el respaldo a las compañías de la agroalimentación y semilleras; la segunda parte trata acerca de lo que debería ser ampliamente conocido en calidad de « Plan Rockefeller »; la tercera parte trata la manera en que los gigantes integrados verticalmente fueron preparados en las guerras silenciosas de Washington contra el planeta Tierra; la cuarta parte, sobre la manera en que las semillas genéticamente modificadas fueron entregadas a los agricultores poco suspicaces. Y la última parte, habla acerca de la manera en que las elites persiguen la destrucción de los alimentos y los agricultores, lo que podría a fin de cuentas provocar la reducción masiva de la población. El libro no propone ninguna solución, no puede hacerlo porque corresponde al resto del mundo, especialmente a los europeos y estadounidenses, despertarse y hacer frente a estos criminales. Una lectura esencial para todos aquellos que comen y piensan.

Por Arun Shrivastava
21 de octubre de 2008
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Artículo original publicado en inglés, Seeds of Destruction: The Hidden Agenda of Genetic Manipulation, Review of F. William Engdahl's book published by Global Research, 19 de junio de 2008.
Traducción del inglés al francés: Pétrus Lombard.
Traducción del francés al español: María Eugenia Jeria, para Acción por la Biodiversidad.

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