viernes, 16 de enero de 2009

Banquete o hambruna

Las multinacionales tienen un importante papel que cumplir en asegurar la producción mundial de alimentos

Por: Giovanni Malfatti (*)

Uno podría preguntar, por qué la industria de la alimentación debe involucrarse en la agricultura sostenible. Una respuesta superficial sería: por una política corporativa de responsabilidad social o buenas relaciones públicas. Pero la respuesta es mucho más simple y obvia: la disponibilidad futura de alimentos. El mundo ha enfrentado muchos episodios donde parecía que el crecimiento de la población superaría el suministro de alimentos. En cada oportunidad la producción de alimentos ha crecido para satisfacer la demanda. Pero esto se está haciendo cada vez más difícil. El crecimiento anual de la población en 80 millones de personas y los cambios en la dieta son parte del problema. Una creciente clase media en el mundo en desarrollo —principalmente en China e India— está demandando una mayor variedad de alimentos, particularmente carne y productos lácteos. Este cambio en la dieta, que originalmente se basaba en un promedio de 150 g de arroz por día, ha elevado la demanda de granos para alimentar animales y ha reducido la tierra disponible para la agricultura (para cada cabeza de ganado se dedican numerosas hectáreas de pasturas, en lugar de dedicarlas al cultivo de cereales para el consumo humano).

Asociado con esta reducción en la disponibilidad de tierras, de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, el precio del trigo es 80% más alto que hace un año, y los precios del maíz se han incrementado en un 25%. Los stocks mundiales de cereales han caído a su nivel más bajo desde 1982. Los precios han aumentado tanto que el Programa Mundial de Alimentos, que espera alimentar a 73 millones de personas este año, señala que podría verse obligado a reducir las raciones o el número de personas beneficiaras. Encima de esto, grandes países productores como Kazajstán y Rusia han decidido aplicar un arancel de exportación para sus granos.

Pero otra variable está creando confusión en los mercados mundiales de alimentos. Los precios en alza de los combustibles han alterado los costos de producir los alimentos y transportarlos alrededor del mundo. El apetito subsidiado por los biocombustibles ha creado tensiones entre el uso de las tierras para producir combustibles o para alimentos. El año pasado, los biocombustibles fueron responsables de casi la mitad del incremento de la demanda mundial de aceites vegetales y representaron el 7% del consumo total de estos aceites, de acuerdo con el servicio de pronósticos Oil World.

El incremento de la producción de biodiesel es controvertido, no solo porque compite con los usos del suelo para alimentos sino también por preocupaciones ambientales. Estudios recientes sugieren que los esfuerzos a gran escala alrededor del mundo para producir cultivos para biocombustibles, podrían añadir dióxido de carbono a la atmósfera en lugar de reducirlo.

Mucho antes que el dramático escenario se develara, la industria de los alimentos, que son los más grandes compradores de materias primas, era consciente de que, para poder depender de un suministro constante y creciente, estas materias debían ser cultivadas de manera sostenible. La industria de la alimentación estableció iniciativas para enfrentar este asunto, algunas enfocadas en ciertos productos básicos, y otras con un enfoque más amplio y holístico.

Hasta hace poco, debido a la falta de interés o entendimiento del concepto de agricultura sostenible entre los consumidores, dicha producción ha sido suficiente solo para satisfacer un pequeño nicho de demanda. Pero ahora hay una necesidad urgente de abordar las consecuencias para la producción mundial de alimentos que tendrán el cambio climático, el incremento de la población, el crecimiento exponencial de la demanda de alimentos y las políticas irresponsables de los biocombustibles. Esto solo podrá funcionar si se implementan los tres pilares de la sostenibilidad —social, económico y ambiental— dentro de la corriente principal de la agricultura y a través de toda la cadena de los alimentos.

El desafío de la producción de alimentos de hoy y el mañana es garantizar que en cualquier parte del mundo, cada campo de cultivo sea cultivado de manera sostenible, para que produzca los alimentos que necesitamos sin destruir el capital natural del que dependemos.

Todos tenemos el gran desafío de procurar una mayor sostenibilidad en las próximas décadas. Los asuntos sociales y ambientales solían ser una preocupación para un puñado de ONG. El día de hoy estas organizaciones no son más una molestia tolerable, sino participantes legítimos en la estrategia de la industria de la alimentación.

Referencias.-

1. Globalización: Lo bueno, lo malo y lo feo. Revista de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Vol. 38. Nro. 2. Mayo del 2008.


(*) Plataforma Iniciativa para la Agricultura Sostenible

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