miércoles, 25 de marzo de 2009

La voz de las mujeres sobre las plantaciones

Autor | WRM | Idioma | Español | Pais | Internacional | Publicado | 10 marzo 2009 13:37

Las comunidades del Sur están siendo afectadas por la expansión de los monocultivos de árboles y las mujeres son quienes sufren los mayores impactos. Durante los últimos meses, el WRM y Amigos de la Tierra Internacional organizaron conjuntamente tres talleres con mujeres locales: uno en Asia (Papúa Nueva Guinea), uno en África (Nigeria) y uno en América Latina (Brasil). La principal razón para elegir casos en esos países fue que todos tenían algo en común: en todos ellos, la Unión Europea está involucrada, directa o indirectamente, en la expansión de dichas plantaciones.

La importancia de la participación de la Unión Europea en estos tres casos radica en que, dentro del Norte industrializado, la Unión Europea es tal vez la que ha desarrollado más políticas con sensibilidad de género, aplicables tanto a nivel interno como externo. Así fue que se sintió la necesidad de documentar la contradicción entre lo que dichas políticas de género dicen y la forma en que otras políticas de la UE terminan generando impactos específicos sobre las mujeres del Sur.

Claro que los resultados son también aplicables a las políticas y las empresas de otros países – del Norte y del Sur – involucrados en la promoción de plantaciones de monocultivos de árboles.

El WRM y el Programa de Bosques y Biodiversidad de Amigos de la Tierra agradecen a todas las mujeres que participaron en los talleres y compartieron sus experiencias con nosotr@s. Al mismo tiempo, deseamos aprovechar la oportunidad de esta fecha simbólica – 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer – para rendir homenaje al coraje de incontables mujeres que están luchando y haciéndose oír.

NUESTRA OPINIÓN

- Las mujeres invisibles se vuelven cada vez más visibles

LA UNIÓN EUROPEA DESEMPODERANDO MUJERES

- Mujeres alzan sus voces en tres continentes
- Papúa Nueva Guinea: mujeres exigen poner fin a la expansión de la palma aceitera
- Nigeria: plantaciones de caucho de Michelin destruyen medios de vida de las mujeres
- Brasil: mujeres afectadas por plantaciones de eucaliptos alzan sus voces

HERRAMIENTAS PARA LA ACCIÓN

- Video: “Las mujeres alzan sus voces contra de las plantaciones de árboles”
- Más información sobre mujeres en el sitio web del WRM


NUESTRA OPINIÓN

- Las mujeres invisibles se vuelven cada vez más visibles

En su novela “El hombre invisible” el escritor H.G. Wells cuenta la historia de un científico que logra volverse invisible y de los problemas que ello le acarrea.

En la vida real, desde hace muchos años las mujeres vienen luchando contra los problemas que les significa la invisibilidad social a la que están sometidas, en la que gran parte de las tareas que realizan son igualmente invisibles y escasamente valoradas.

Si bien esa lucha es diaria, cada 8 de marzo -Día Internacional de la Mujer- se constituye en una buena oportunidad para darle una mayor visibilidad a esa lucha.

El Programa de Bosques y Biodiversidad de Amigos de la Tierra Internacional y el WRM quieren hacer un aporte en ese sentido, difundiendo información sobre uno de los temas quizá menos visibles: los impactos diferenciados que implican los monocultivos de árboles sobre las mujeres.

En el presente boletín se detallan los hallazgos de tres estudios llevados a cabo conjuntamente por ambas organizaciones en realidades tan disímiles como las de Nigeria, Papua Nueva Guinea y Brasil. Sin embargo, los tres tienen como denominador común los impactos de tales plantaciones sobre las comunidades en general y sobre las mujeres en particular.

Los testimonios recogidos no solo aportan información detallada sobre los impactos de los monocultivos de eucaliptos, palma aceitera y caucho, sino que muestran además algunos de los peores aspectos de las políticas de “desarrollo” impulsadas desde los gobiernos en beneficio de las corporaciones.

El punto de partida de tales políticas consiste en convencer a las comunidades de que son “pobres”. No importa que la comida que comen sea abundante, sana y nutritiva, ni que el agua que beben sea pura y cristalina, ni que los bosques les provean de una amplia gama de bienes y servicios. Son pobres porque no tienen dinero y solo podrán salir de la pobreza -y ser felices- cuando dispongan de dinero.

Entonces aparecen las empresas, bajo la protección de los estados y amparadas en marcos legales, prometiendo lo que se supone se necesita para dejar de ser pobres: empleos, dinero y desarrollo. No importa que muy pocas de esas promesas se cumplan. Lo que importa es que la gente les crea. Y en particular los hombres, que normalmente tienen más poder y que se contarán entre los pocos “beneficiados” con un empleo. Un empleo mal pago, peligroso, temporal, pero que permite acceder al dinero que se supone los sacará de la pobreza.

La comunidad hasta entonces autosuficiente pasa a integrarse a una economía monetaria y a depender casi enteramente del dinero para satisfacer sus necesidades básicas; lo que significa depender de una empresa y pasar a ser “esclavos en su propia tierra”, como lo describe una mujer de Papua Nueva Guinea. Se vuelven –ahora sí- efectivamente pobres.

Para las mujeres, el establecimiento de las plantaciones no solo les implica mayores impactos que a los hombres, sino que además los cambios sociales que traen consigo las desempoderan aún más frente a los hombres en materia de toma de decisiones a nivel de la comunidad e incluso en el propio hogar.

Frente a esa situación, lo que se empieza a observar es que las mujeres comienzan a organizarse como tales y a llevar a cabo distintos tipos de acciones para revertir la situación en la que ellas y sus comunidades se encuentran inmersas. Según los casos, exigen que les devuelvan sus tierras, compensación por el daño causado, la restauración del bosque destruido, la suspensión de plantaciones, la erradicación de plantaciones existentes. Las acciones que llevan a cabo se corresponden con sus realidades sociales y políticas, pero en todos los caso conllevan riesgos, ya que las empresas cuentan con el apoyo del Estado, incluyendo su aparato represivo.

Paradójicamente, el desempoderamiento causado por el accionar de las empresas está empezando a convertirse en punto de partida de un nuevo empoderamiento de las mujeres. De ser parte invisible de la comunidad pasan a tener una voz propia que se escucha cada vez más fuerte.

A diferencia del personaje de Wells, las mujeres invisibles de las plantaciones están volviéndose –como muchas otras mujeres- cada vez más visibles. Y esto no es novela: es la vida real.

Programa de Bosques y Biodiversidad de Amigos de la Tierra Internacional

Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales

LA UNIÓN EUROPEA DESEMPODERANDO MUJERES

- Mujeres alzan sus voces en tres continentes

Vastas áreas de tierras donde predominan ecosistemas ricos y diversos están siendo reemplazadas por plantaciones de árboles a gran escala en el Sur. Estas plantaciones – ya sea de eucaliptos, pinos, caucho, palma aceitera u otros – están generando graves impactos sobre las comunidades locales, que ven cómo sus ecosistemas y sus medios de vida se destruyen para dar paso a plantaciones industriales de árboles. Además de afectar a las comunidades como un todo, estas plantaciones tienen impactos específicos y diferenciados sobre las mujeres, que se traducen en su desempoderamiento.

Lo que la mayoría de la gente de Europa no sabe es que la Unión Europea tiene un papel protagónico en la promoción de tales plantaciones en el Sur y, por lo tanto, está contribuyendo al desempoderamiento de las mujeres del Sur.

Si bien la Unión Europea ha firmado una cantidad de tratados y convenciones y ha desarrollado un conjunto de leyes dirigido a lograr la igualdad de género en su territorio, este tema parece perder toda importancia más allá de sus fronteras.

Los artículos que siguen son el resultado de tres talleres realizados a fines de 2008 en Papúa Nueva Guinea, Nigeria y Brasil, en el marco de un proyecto conjunto de Amigos de la Tierra Internacional y el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales.

En el caso de Papúa Nueva Guinea, el taller se desarrolló en colaboración con la organización local CELCOR/Amigos de la Tierra-PNG. El tema del mismo fueron las plantaciones de palma aceitera que están siendo promovidas principalmente para proveer al mercado europeo aceite de palma (utilizado en productos como cosméticos, jabones, aceite vegetal y alimentos), así como para la producción de agrocombustibles.

El segundo caso es el de Nigeria. El taller, organizado en colaboración con Environmental Rights Action/Amigos de la Tierra Nigeria, trabajó sobre las plantaciones de caucho establecidas en tierras de una comunidad local por la empresa francesa Michelin, para producir el caucho utilizado en la fabricación de neumáticos.

Finalmente, en el caso de Brasil, el taller realizado en colaboración con NAT/Amigos de la Tierra Brasil consideró la situación de las plantaciones de eucaliptos establecidas por tres empresas – la sueco-finlandesa Stora Enso, Aracruz Celulose y Votorantim – para producir celulosa que será exportada a Europa para convertirla allí en papel.

El principal objetivo de este trabajo en colaboración es apoyar la lucha de éstas y muchas otras mujeres que enfrentan situaciones similares en todos los países del Sur. Al mismo tiempo, apuntamos a generar conciencia entre los ciudadanos de la UE – hombres y mujeres – sobre cómo sus gobiernos están promoviendo políticas que favorecen las inversiones corporativas en el Sur y cómo dichas inversiones afectan a las comunidades en general y a las mujeres en particular. Esperamos que, al estar mejor informados, l@s ciudadan@s de la UE y sus organizaciones, se unan al esfuerzo por lograr un mundo socialmente equitativo y ambientalmente sostenible – Norte y Sur incluidos – donde la justicia de género pueda transformarse en una realidad para tod@s. Las voces de las mujeres del Sur suenan cada vez más fuerte.

El informe completo está disponible en http://www.wrm.org.uy/subjects/women/fullreport.pdf , mientras que la versión resumida se encuentra disponible en: http://www.wrm.org.uy/subjects/women/summaryreport.pdf (ambos en inglés).

- Papúa Nueva Guinea: mujeres exigen poner fin a la expansión de la palma aceitera

La producción de palma aceitera está aumentando en Papúa Nueva Guinea, un país donde el 97% de la tierra es de propiedad comunal y donde la mayor parte de la población de 5 millones de personas aún vive en la zona rural y depende de la agricultura de subsistencia para su sustento. El aceite de palma producido es, en su mayoría, exportado a la Unión Europea, siendo el Reino Unido, los Países Bajos e Italia los principales mercados.

Un programa que oculta un emprendimiento a gran escala

“Cuanto más pequeños propietarios planten palma, más ganancias obtienen las empresas. Es mano de obra barata para las compañías”. (Mujer de la aldea Kokoda)

Casi toda la palma aceitera de PNG es cultivada dentro del llamado Sistema Integrado de Núcleo Central y Pequeños Productores, a través del cual una empresa principal – que posee una gran plantación – contrata a pequeños agricultores para que le suministren más frutos de palma aceitera. Promovido por instituciones financieras internacionales como una forma de “aliviar” la pobreza en el país y de permitir a los agricultores acceder a la economía monetaria, este sistema está permitiendo que el sector agrícola aumente el volumen de negocios de las empresas reduciendo sus inversiones y sus costos. Las empresas no necesitan comprar más tierra para establecer plantaciones; tienen mano de obra barata de los pequeños propietarios, no hay sindicatos de trabajadores, y su responsabilidad sobre los impactos ambientales de las plantaciones desaparece.

Las comunidades fueron incentivadas a plantar “parcelas” de palma aceitera dentro de sus tierras con préstamos ofrecidos por el gobierno para comprar semillas, fertilizantes y agroquímicos. Mientras la superficie promedio de las propiedades es de 4 a 6 hectáreas, las parcelas de palma ocupan 2 hectáreas. Los programas de pequeños propietarios promovidos en PNG son parte de una plantación a gran escala donde sus parcelas integran un complejo formado por muchos miles de hectáreas. Hoy en día se calcula que el país tiene más de 100.000 hectáreas de plantaciones de palma aceitera.

Pérdida de soberanía alimentaria

No sólo los bosques y la tierra agrícola deben ser despejados para hacer lugar a la palma aceitera sino que, además, la tierra asignada a las parcelas de palma aceitera ya no puede ser usada para la producción de alimentos en las tradicionales huertas.

“Por lo tanto, nos queda poca tierra para nuestras huertas y ya no hay bosque donde cazar animales salvajes. La tierra que tenemos está siendo utilizada una y otra vez, volviéndose menos apta para la producción de alimentos. Dentro de diez años, nos enfrentaremos a una escasez de alimentos. En realidad la estamos experimentando ahora mismo, pero será peor dentro de diez años. Al desaparecer los bosques, nos faltan proteínas en nuestra dieta”. (Mujer de la aldea Kokoda)

La dependencia de un solo cultivo puede terminar creando problemas económicos. Por ejemplo, la reciente caída abrupta de los precios de las materias primas (incluyendo el aceite de palma) ha puesto en riesgo los futuros ingresos por los frutos de palma aceitera.

Disputas territoriales

Mujeres de diferentes provincias han expresado preocupación por el crecimiento de la población y la futura escasez de tierras debida a la expansión de la palma aceitera. La tierra que nunca antes fue un problema – ya que la densidad de población era bastante baja – se está transformando ahora en un recurso muy escaso. Esto se ve claramente reflejado en las crecientes disputas entre y dentro de los clanes. Según la presidenta del Consejo de Mujeres de Kokoda, las disputas territoriales son un problema importante hoy, y más del 50% de los juicios se relacionan con la tierra.

“Gran parte de la tierra ha sido robada por el Estado y ya casi no nos queda nada de nuestra propia tierra, que nos pertenece por derecho, en base a nuestra historia, cultura y tradición. Esta tierra es nuestra herencia, tenemos derecho a ella desde nuestro nacimiento, pero la compañía nos la ha quitado.” (Mujer de la aldea Kokoda)

Salud

El uso de agrotóxicos en las plantaciones está contaminando ríos y arroyos así como los suelos y el aire, afectando la salud de la gente.

“La salud es una gran preocupación para nosotros ahora. Cuando el sol calienta los químicos fumigados en las propiedades de la empresa e incluso sobre las plantaciones de las aldeas, nosotros los respiramos. Estoy completamente segura de que estamos inhalando sustancias peligrosas y muriendo a cada instante. Algunas mujeres embarazadas tienen bebés que padecen asma al mes o al segundo mes de nacidos. En mi época no sucedía nada así. Los químicos nos están matando; todos moriremos antes de lo previsto.” (Mujer de la aldea Saga)

El trabajo pesado, necesario durante la cosecha y transporte de los frutos, también está afectando a las mujeres:

“No estoy cosechando ahora mi propia palma aceitera por las penurias que pasé, por estar mi propiedad a unos 12 kilómetros de la zona de carga. Es una tarea muy dura la de transportar los racimos hasta la ribera del río y cruzarlos hasta el otro lado sobre tubos de goma. Después de unos 6 años, tuve que renunciar. La mayor parte del tiempo nos enfermamos, sufrimos grandes heridas y hematomas, y generalmente perdemos nuestra salud por todo el trabajo pesado que hacemos, incluso con mal tiempo.” (Mujer de la aldea Botue)

Cómo las plantaciones de palma aceitera afectan a las mujeres

Las mujeres explican cómo la palma aceitera refuerza el control masculino sobre las mujeres:

- Los hombres tienen, a menudo, más control sobre los ingresos de la producción de palma aceitera que las mujeres. Esto se debe, principalmente, a que las empresas de palma aceitera en general tratan con los hombres en lugar de las mujeres. También se debe a que los puestos mejor pagos en una plantación de palma aceitera son ocupados por hombres (es decir la tarea de cortar los grandes racimos de frutos de los árboles).

- La conversión de tierras agrícolas tradicionales a plantaciones de palma aceitera restringe la posibilidad de las mujeres de trabajar la tierra, haciendo más difícil para ellas proveer de alimentos a sus familias. Las huertas son importantes tanto para alimentar a la familia como para vender sus productos en los mercados locales. Las mujeres tienen, en general, el control sobre los ingresos generados en los mercados, pero no sobre los generados por la palma aceitera, los cuales están bajo el control de los hombres. También pierden una posibilidad importante de relacionarse socialmente.

- A menudo, las mujeres sólo reciben una pequeña cantidad del dinero que sus esposos ganan con la palma aceitera, aunque hayan contribuido en la producción de los frutos. Muchas dicen que el dinero que reciben de sus maridos luego de la fecha de pago sólo alcanza para comprar en el almacén los alimentos para un par de días.

- Las familias ahora dependen de los alimentos comprados, ya que hay menos tierra para las huertas y el cultivo de subsistencia.

- La violencia doméstica se ha vuelto corriente cerca de la fecha de cobro. A menudo los hombres despilfarran el sueldo en juegos de azar y cerveza, mientras las mujeres luchan por obtener dinero para comprar elementos esenciales para el hogar.

Promesas no cumplidas

Las plantaciones de palma aceitera, presentadas como una nueva panacea que daría lugar a muchas mejoras en Papúa Nueva Guinea, no estuvieron a la altura de las expectativas.

Durante el taller, las mujeres expresaron diversas quejas:

“La única muestra de resultados en la aldea son los comercios que se construyeron con nuestro dinero, ganado con la palma aceitera. Pero estos comercios trabajan a ritmo zafral; se surten por completo cuando las cosechas son grandes (y los precios altos) y a veces (cuando los precios son bajos), no tienen mercadería.

Esto en cuanto a servicios comerciales. Otros servicios, como escuelas, salud y transporte, son prácticamente nulos en nuestra aldea. Muchas veces nuestros niños se quedan en casa y se pierden de ir a la escuela porque la aldea está inundada y no pueden cruzarla. A causa de ello, construimos nuestra propia escuela primaria utilizando chapa ondulada y madera, para que nuestros niños puedan recibir educación fácilmente, pero el inspector escolar dijo que no tenemos suficientes niños. Actualmente, tenemos menos de 30 niños y necesitamos más que eso para calificar como escuela primaria. Entonces, ahora nuestros niños deben concurrir a la primaria del Estado de Mamba e ir a la escuela de Kokoda, lo cual representa una distancia importante para un niño de 5 a 7 años de edad.”


Entre las resoluciones del taller realizado en PNG, las mujeres “se unieron en una sola voz”, reclamaron el reconocimiento de sus derechos en todos los procesos de toma de decisiones y exigieron que se ponga fin a la expansión de palma aceitera.

- Nigeria: plantaciones de caucho de Michelin destruyen medios de vida de las mujeres

“No quiero dinero. Quiero recuperar mi tierra…si hoy me dieran un millón de nairas [la moneda local], de todas formas me quedaría sin nada, pero si tengo mi tierra siempre puedo cultivarla para cuidar a mi familia y posiblemente dejarla en herencia a mis hijos.” (Mujer de Iguoriakhi)

Michelin, la empresa transnacional con sede en Francia, que es una de las mayores productoras de neumáticos del mundo, comenzó hace poco a establecer plantaciones de caucho en Nigeria.

Todo comenzó el 29 de mayo de 2007, cuando más de 3.500 hectáreas de la Reserva Forestal de Iguobazuwa – incluyendo tierras agrícolas de propiedad individual y comunal – fueron adjudicadas a Michelin para que las convirtiera en plantaciones de caucho. Éste fue un trato ilegal, realizado sin el consentimiento de los miembros de la comunidad y sin realizar una Evaluación de Impacto Ambiental adecuada.

Iguobazuwa alberga a una población de más de 20.000 agricultores, 85% de los cuales depende del denso bosque para su sustento cotidiano. El bosque es rico en diversidad biológica, incluyendo animales como monos, antílopes, tortugas, caracoles y pájaros. Iguobazuwa es también un lugar donde se producían cultivos alimenticios como mandioca, ñame, plátano, ananá, melón, maíz y vegetales, ya sean comestibles o medicinales.

Las aldeas que rodean el bosque Iguobazuwa son Aifesoba, Iguiruakhi, Igueihase, Ora, Amienghomwan, Ugbokun, Obaretin, Obosogbe, Okoro e Iguobazuwa. Si bien las tierras boscosas pertenecen por ley al Gobierno, en 1972 las aldeas adquirieron derechos sobre ellas, y algunas partes de esos bosques fueron adjudicadas a los miembros de la comunidad de manera rotativa, para dedicarlas a la agricultura.

En diciembre de 2007, Michelin arrasó las 3.500 hectáreas de bosques así como las tierras agrícolas de la gente, dejando sin compensación alguna a los miembros de la comunidad afectados. Los lugareños se encontraron, de un día para otro, con sus recursos y su sustento (su bosque y sus tierras agrícolas) completamente destruidos. Las comunidades de Iguobazuwa perdieron todo.

En mayo de 2008, la empresa comenzó a plantar los árboles de caucho. Si bien los árboles están aún en una etapa temprana, la experiencia en muchos otros países muestra que las comunidades deberán enfrentar también los impactos adicionales que resultan de las propias plantaciones.

“Dos años después de la muerte de mi esposo comencé a cultivar… Michelin llegó con su topadora diabólica y destruyó todo lo que había plantado. Yo lloraba… trataba de detenerlos; ellos amenazaron con pasarme por encima con el bulldozer si no les dejaba libre el camino.”

Agricultoras ahora sin trabajo…

La llegada de Michelin al bosque de Iguobazuwa, luego de 300 años de coexistencia pacífica de las aldeas, no trajo más que hambre, desnutrición, enfermedades, pobreza, contaminación del aire y el agua, erosión del suelo, dislocación social, aumento de los vicios sociales, alteración de las antiguas prácticas tradicionales, falta de madera para combustible y de carne de animales salvajes.

Las granjas destruidas habían producido una gran diversidad de cultivos alimenticios:

“Yo tenía dos acres de tierra arable donde plantaba mandioca, plátanos, ananá, ñame y pimientos. Ahora, la granja desapareció y no tengo otra fuente de alimentos o sustento”. (Mujer de la aldea Aifesoba)

La mayoría de las mujeres que contaron sus experiencias dijeron que usualmente el hombre prepara la tierra para plantar y la mujer se ocupa del resto de las actividades, desde la siembra hasta la cosecha. Así, son las mujeres quienes usan la tierra para los cultivos agrícolas. Ahora que sus tierras han sido destruidas, las mujeres se han convertido en trabajadoras agrícolas de otros establecimientos de las aldeas y bosques cercanos que aún no han sido afectados por el avance de Michelin; otras han quedado sin trabajo y sin comida.

“Michelin ha destruido nuestras granjas. Me siento desgraciada por sus acciones. Las granjas nos proveían alimentos para nuestras familias. Yo solía ayudar a pagar la cuota de la escuela de mis hijos. Queremos que paguen por nuestros cultivos y nuestras tierras. Deberían dejar nuestras tierras para nosotros. Queremos que nos devuelvan nuestra tierra. Nuestras vidas dependen de ella. Ahora no tenemos trabajo. Ya no tenemos vernonia, verdolaga ni hojas de zapallo. Mi esposo ha estado desocupado por años; no podemos permitirnos depender de nuestros maridos para todo. Queremos que Michelin nos compense…el valor de lo perdido es demasiado alto para ser ignorado.” (Mujer de la aldea Aifesoba)

…y sin un centavo

Usualmente, las mujeres obtienen dinero vendiendo los productos de la granja en el mercado local. Por consiguiente, el robo de sus tierras ha afectado en gran medida a las mujeres, ya que muchas de las responsabilidades para la manutención de la familia recaen sobre ellas, por lo cual no tienen más opción que recurrir a trabajos de poca importancia para sobrevivir.

“¿Acaso no nos están obligando a salir a robar? Me sacaron mis cuatro acres de tierra y la fuente de sustento para mi familia. Me echaron de la granja mientras estaba trabajando, sin explicación ni compensación alguna. Mi esposo perdió su trabajo como chofer en la ciudad y yo tengo cuatro hijos, que ya no van a la escuela por no poder pagar las cuotas.” (mujer de la comunidad Aifesoba)

La mayor parte de las mujeres se dedican ahora a la agricultura de subsistencia de pequeña escala en el jardín de su casa. Algunas compran mandioca a quienes tienen, y cuando madura la procesan para venderla.

Sin sus plantas medicinales

Además de encargarse del agua para las actividades domésticas, de la provisión de ropa y de la recolección de semillas y frutos, las mujeres son responsables de recolectar plantas medicinales que son vitales en las prácticas tradicionales de las comunidades locales vinculadas a la salud. Debido a la desaparición de los bosques, ahora las mujeres deben ir muy lejos – a una distancia de 15 km como mínimo – para conseguir hierbas para el tratamiento de algunas dolencias.

“Estoy embarazada y enferma, y las hierbas no se encuentran por ningún lado. En el pasado solíamos ir al bosque a buscar hierbas para curar todo tipo de dolencias. Hay algunas enfermedades que la medicina ortodoxa no puede curar; pero ahora no podemos acceder a las hierbas porque Michelin arrasó nuestros bosques. Como puede ver, mis piernas y extremidades están hinchadas; a diferencia de antes, cuando estaba embarazada, ahora ya no puedo conseguir aquellas hierbas, tan eficaces para mi condición.” (Mujer de Aifesoba en una etapa avanzada del embarazo)

Como dice una mujer de Iguoriakhi:

“Sólo sabemos que Michelin está causando el daño. Son la gente que vemos. En el pasado nos alimentábamos del bosque; nuestra vida dependía del bosque. Hay mucha gente de mi comunidad que no sabe dónde quedan los hospitales, porque el bosque cubre sus necesidades medicinales.”

Una mujer de 83 años de la comunidad Iguobazuwa explica la situación de la siguiente forma:

“He vivido en Iguobazuwa por 65 años. Solía ir al bosque a buscar hierbas medicinales para curar a mis hijos cada vez que se enfermaban. Fue del bosque que obtuve las hojas medicinales para tratarme a mí misma todas las veces que estuve embarazada a lo largo de los años.”

Las mujeres luchan por sus derechos

Las mujeres saben que nada bueno para ellas ha resultado ni resultará de las actividades de Michelin en la zona. Están comenzando a organizarse y buscan apoyo. Quieren recuperar sus tierras, que sus árboles sean plantados nuevamente y recibir compensación por todos los cultivos destruidos.

Están decididas a llevar a cabo acciones, marchas de protesta y manifestaciones ante Michelin Nigeria, para hacer valer sus reclamaciones y su decisión de luchar contra todo tipo de plantación de árboles a gran escala en sus territorios.

“Si por mí fuera, no dejaría que siguieran comprando nuestras tierras para plantaciones de caucho… Si por mí fuera, arrancaría de raíz toda la plantación de caucho con mis propias manos… Deberían dejarnos nuestras tierras.”

Para ello, las mujeres deben superar algunos problemas. Como dice una mujer de la comunidad Iguobazuwa:

“En el pasado, solíamos tener una organización de mujeres, pero ahora ya no existe. Esa es una de las razones por las cuales no hemos podido enfrentarlos como grupo. ¡Sin unidad, no hay resistencia!”

Tradicionalmente, las mujeres de Iguobazuwa no habían participado en ninguna actividad de resistencia, pero hace poco algunas mujeres de esa aldea y algunos hombres de Aifesoba y Obosogbe realizaron una marcha de protesta en la ciudad de Benin para denunciar las actividades de Michelin en su localidad.

Más recientemente, las mujeres se han puesto más firmes en cuanto a conocer y ejercer sus derechos, a hacer valer su bosque y a participar más activamente en la toma de decisiones en cuanto a los buenos métodos de manejo del bosque en sus localidades.

En la comunidad de Aifesoba, las mujeres – en compañía de los hombres – realizaron una marcha de protesta hacia la zona de bosque donde los camiones y las topadoras de Michelin estaban derribando árboles. En dos ocasiones los hicieron detener su trabajo; a la tercera oportunidad, Michelin trajo a la policía móvil para vigilarlos, intimidar y espantar a la gente de la comunidad. Como resultado de ello, algunas mujeres de otras comunidades ahora tienen miedo de hacer cualquier movimiento para enfrentar a Michelin, ya que temen ser maltratadas, intimidadas o acosadas, como sucedió con las personas de la comunidad Aifesoba.

Luego del taller de 2 días que tuvo lugar el 4 y 5 de noviembre de 2008, Michelin llamó a algunos miembros de dos aldeas (Aifesoba e Iguobazuwa) de las nueve directamente afectadas, y les pagó una compensación. Un grupo de Iguobazuwa cobró como corresponde mientras que la otra comunidad de Aifesoba cobró lo que su gente describió como migajas ya que, según ellos, distaba mucho de compensar el alcance de la destrucción y no era proporcional al valor de los cultivos destruidos.

Al final del taller, las mujeres emitieron un comunicado en el cual reclamaban una serie de acciones urgentes. Entre ellas, pedían que el actual gobierno del Estado de Edo revisara la venta de la reserva forestal de Iguobazuwa, que Michelin Nigeria les devolviera sus tierras y repusiera cada árbol derribado además de pagar una compensación total por los cultivos destruidos, que la invasión de sus bosques por parte de Michelin Nigeria no sea considerada como un signo de desarrollo sino de empobrecimiento, ya que puso en riesgo sus vidas y su sustento, y que se ponga fin a cualquier otro intento de expansión en sus tierras de Iguobazuwa.

Pero lo más importante es que están decididas a recuperar sus tierras.

- Brasil: mujeres afectadas por plantaciones de eucaliptos alzan sus voces

El consumo mundial de papel se disparó en los últimos 50 años. Tan solo alrededor de un tercio de la producción de papel se utiliza para escribir e imprimir, en su gran mayoría para propaganda. Y casi la mitad del total del papel producido se utiliza para embalaje.

Para garantizar los crecientes niveles de consumo de papel, la industria de la celulosa y el papel está estableciendo gigantescas superficies de plantaciones de árboles a gran escala en países del Sur. Este sector industrial es uno de los mayores generadores de contaminantes del aire y el agua, de productos de deshecho y de gases responsables del cambio climático. También es uno de los mayores usuarios de materias primas y se ubica en el primer lugar mundial del consumo industrial de agua potable y en el quinto de la utilización industrial de energía.

País tras país, la tierra pasa a manos de grandes empresas latifundistas, a menudo extranjeras; las plantaciones de monocultivos de árboles de madera rápida que alimentan la industria del papel y la celulosa terminan desplazando a comunidades locales. De esta situación se derivan graves impactos sociales, ambientales y económicos para las poblaciones y los ecosistemas locales, entre ellos que las plantaciones contaminan los recursos de agua y degradan los suelos.

Las empresas, organismos de ayuda e instituciones europeas cumplen un papel importante en la promoción de la expansión de la industria de la celulosa y el papel en el Sur. Además, los índices de consumo de papel en Europa –junto con los de Estados Unidos- figuran entre los más elevados.

Con destino a los mercados europeos

Si bien la mayor parte de la base de producción para exportación se extiende a lo largo de la costa atlántica, en los últimos tiempos la industria celulósica se ha expandido más intensivamente al estado de Rio Grande do Sul, en la región sur del Brasil, lugar de la “Pampa sul-rio-grandense”. El paisaje de la pampa se caracteriza por una vegetación de pradera en la que predomina un relieve llano, y una vegetación más densa, arbustiva y con árboles en las colinas y a lo largo de los cursos de agua, además de la presencia de humedales. Actualmente la pampa experimenta una transformación muy profunda, en la cual el ecosistema nativo está siendo reemplazado por “desiertos verdes”: los monocultivos de eucaliptos.

Desde 2003 se viene otorgando a las plantaciones forestales licencias ambientales sobre bases precarias, en contravención de normas establecidas y sin haber culminado un Ordenamiento Territorial Ambiental para las actividades de la forestación en el Estado de Rio Grande do Sul.

Aracruz Celulose, Votorantim Celulose e Papel y la sueco-finlandesa Stora Enso son tres grandes actores que se han trasladado a la región. Si bien Aracruz y Votarantim son empresas brasileñas, los mercados a los cuales están destinados sus productos son principalmente países europeos.

La subsistencia diaria en jaque

La expansión de las actividades forestales ha provocado una pérdida de la productividad de la tierra en distintas regiones y ha puesto en jaque las formas de sustento de las familias que optaron por quedarse en las zonas rurales. Ha sido necesario hacer un uso más intensivo de fertilizantes en la agricultura familiar.

En el pasado no necesitábamos arar tanto la tierra, utilizar fertilizantes. Hoy en día tenemos que hacerlo porque si no, no crece nada. Plantábamos arroz porque había pequeños estanques donde además se podía dejar a las vacas lecheras tomando agua. (...) Ahora es difícil siquiera plantar boniato y mandioca; antes teníamos todos los años, ahora no hay más. (Trabajadora rural de Herval)

La producción lechera familiar se hace cada vez más inviable; dado que la leche ordeñada ya no se pasa a recoger cerca de la granja y es necesario transportarla a un lugar más distante. La condición desastrosa de los caminos, causada por la circulación de los pesados camiones de la empresa forestal, dificulta y muchas veces incluso impide la circulación del camión que recoge la producción de leche.

La escasez de agua es otro resultado de las plantaciones de monocultivos de eucaliptos. En São José do Norte el agua no tiene la misma calidad que antes y sólo se la encuentra en pocos sitios.

En otros lugares, los eucaliptos plantados cerca de los predios rurales crearon una barrera contra el viento que impide la circulación de aire y contribuye a que las moscas se propaguen, y con ellas infecciones y enfermedades.

Las cotorras (Myiopsitta monachus) generalmente viven en el bosque. Una vez que éste ha desaparecido encuentran en los eucaliptos un lugar perfecto para construir sus nidos en las ramas más altas, protegidas del ataque de sus enemigos naturales y desde donde pueden encontrar fácilmente comida en los cultivos cercanos. Los pocos productores rurales que todavía plantan maíz sufren el ataque de las cotorras de tal manera que a muchos de ellos los lleva a desistir de seguir sembrando maíz.

Los depredadores jabalíes (Sus scrofa) se han reproducido de manera incontrolada en Rio Grande do Sur y utilizan los monocultivos de eucaliptos como lugar de escondite y refugio.

La vida se ha vuelto más difícil para las comunidades rurales. Pero no solamente para ellas: muchas familias que se han visto forzadas a vender sus tierras a empresas de celulosa, se fueron a vivir a la ciudad. Allí enfrentan condiciones difíciles en cuanto a la subsistencia diaria porque muchos de los integrantes de esas familias tienen una baja escolaridad y eso hace difícil que puedan obtener un buen trabajo. Además, en la ciudad no pueden hacer huertas para la subsistencia de la familia. Las mujeres que van a la ciudad generalmente terminan consiguiendo trabajo como empleadas domésticas en las casas de las familias urbanas:

La pobreza aumenta en las ciudades porque esta gente que vende sus tierras se va a los suburbios. Y al final, ¿se fueron a la ciudad a qué? (Trabajadora rural de Encruzilhada do Sul).

¿Qué trabajos?

Los trabajos que ofrecen las plantaciones son en gran parte para los hombres, mientras que las pocas oportunidades disponibles para las mujeres refuerzan su papel en servicios considerados inferiores y menos visibles. Las tareas llevadas a cabo por las mujeres para las compañías celulósicas son prácticamente insignificantes y suelen trabajar sólo como cocineras de los trabajadores que plantan los eucaliptos. En Barra do Ribeiro la única fuente de empleo que brindan las plantaciones a las mujeres es en el vivero de eucaliptos.

La mayoría de las mujeres que trabajan en los viveros tienen problemas de tendinitis a raíz del tipo de esfuerzos repetitivos. También ha habido casos de graves alergias en la piel –presumiblemente debido a productos químicos utilizados en el trabajo.


Cuando los hombres se van a trabajar a las plantaciones de eucaliptos, las mujeres suelen quedar sobrecargadas, pues deben asumir el cuidado de la familia y hacerse cargo de las tradicionales tareas domésticas sin ayuda. La mujer junto con su familia se queda sola durante largo tiempo y es ella la que debe llevar a cabo también las tareas de la granja.

La violencia que traen las plantaciones

La expansión de los monocultivos de eucaliptos implica la llegada de trabajadores de fuera de la zona y esa irrupción ha dado lugar a formas de acoso sexual así como actitudes machistas y sexistas que han generado situaciones de temor e inseguridad para las mujeres y sus familias. Esto ha significado, obviamente, un revés en la independencia y autonomía de las mujeres rurales, contribuyendo así a un mayor desempoderamiento femenino.

Pérdida de identidad cultural y tradiciones

Durante el taller, uno de los primeros impactos de las plantaciones industriales de eucaliptos al que hicieron referencia las mujeres fue la pérdida de identidad cultural por el hecho de que no pueden vivir como familias de agricultores. Las dificultades son inmensas; las políticas públicas no están dirigidas a los pequeños agricultores, a la agricultura familiar, a la agroecología. Esas dificultades contribuyen al desplazamiento de la población rural hacia las ciudades. Este desplazamiento, si bien no se debe solamente a las actividades de la forestación, provoca una lenta pérdida de la identidad local. Con el éxodo de las familias, gran parte del conocimiento local relacionado con la producción rural en la que las mujeres ocupan un lugar importante, desaparece.

Después de la irrupción de las plantaciones de eucaliptos a gran escala, el cambio más visible comentado por todas las mujeres del taller fue la pérdida de plantas medicinales de la Pampa, que suelen ser recogidas por las mujeres. En Rio Grande do Sul, la tradición de juntar la hierba medicinal Marcela (Achyrocline satureioides) –utilizada con fines digestivos- se ve afectada por la expansión de las plantaciones de eucaliptos. Otras plantas medicinales también pueden verse afectadas por la expansión de los eucaliptos, como es el caso de la Espinheira-santa (Maytenus ilicifolia), utilizada en el tratamiento de gastritis y úlcera.

La resistencia a las plantaciones de eucaliptos

En 2006, en el Día Internacional de la Mujer, dos mil mujeres de la Vía Campesina ocuparon poco antes del amanecer los viveros de Aracruz Celulose en Rio Grande do Sul. En una acción inesperada, con sus rostros tapados por pañuelos lilas, destrozaron miles de plantines de eucaliptos. El movimiento procuró llamar la atención de la opinión pública brasileña sobre los impactos producidos por los monocultivos de eucaliptos y pinos sobre la gente y los ecosistemas locales. Esta manifestación tuvo un fuerte impacto en Brasil y en el resto del mundo.

En São José do Norte numerosas familias rurales están “aisladas” debido a las plantaciones de pinos y eucaliptos. No obstante, están resistiendo la venta de sus tierras.

En Encruzilhada do Sul, el Movimiento de Mujeres Campesinas lleva a cabo proyectos de estrategias y resistencia enfocados en la soberanía alimentaria, a la vez que promueven las huertas comunitarias. También han promovido debates en la comunidad para aclarar el problema de los monocultivos de eucaliptos.

La participación de la mujer en los movimientos de resistencia enfocados en la reforma agraria, la soberanía alimentaria, el mantenimiento de familias en zonas rurales, ha alterado su posición o deberes en la comunidad. Las mujeres han dejado de ser invisibles y han cobrado visibilidad, principalmente por la acción directa llevada a cabo en el vivero de Aracruz en la municipalidad de Barra do Ribeiro en 2006. El 8 de marzo de 2007, 1.300 mujeres de la Vía Campesina realizaron cuatro ocupaciones de tierras pertenecientes a empresas forestales, para denunciar que el desierto verde está deteniendo la reforma agraria y haciendo inviable la agricultura campesina. En el año 2008, nuevamente en el marco del Día Internacional de la Mujer, 900 mujeres miembros de la Vía Campesina en Rio Grande do Sul ocuparon 21.000 hectáreas de plantaciones de monocultivos de eucaliptos pertenecientes a la compañía transnacional sueco-finlandesa Stora Enso, en la zona fronteriza con Uruguay. Las mujeres cortaron los eucaliptos y los reemplazaron por árboles nativos. La policía atacó luego violentamente la manifestación.

En todos lados las empresas forestales tratan de impedir la lucha contra los monocultivos de eucaliptos interfiriendo en las actividades y la vida locales para armarse una buena imagen de responsabilidad social institucional:

Estas empresas parecen un gran pulpo que mete sus tentáculos en todos los rincones de la sociedad. (Pescadora de São José do Norte)

Las mujeres están jugando un papel de liderazgo en la lucha contra la expansión de los monocultivos de árboles. Tienen el potencial de hacer “que lo nuevo ocurra”. La unificación de la acción de las mujeres urbanas con la acción de las mujeres rurales fortalecerá la lucha contra la expansión de los mega proyectos de las empresas celulósicas en la Pampa sul-rio-grandense.

HERRAMIENTAS PARA LA ACCIÓN

- Video: “Las mujeres alzan sus voces contra de las plantaciones de árboles”

Si luego de leer los artículos anteriores usted (como mujer dentro de una organización, como integrante de un movimiento de mujeres, como activista sobre asuntos de derechos humanos, como ambientalista, como periodista, como miembro de una asociación de consumidores, como activista en asuntos climáticos, comerciales, de salud, etc.), se está preguntando qué puede hacer para comenzar a cambiar la situación actual, tenemos algunas ideas que esperamos puedan ser de utilidad.

Con tal propósito, hemos desarrollado una herramienta audiovisual (por ahora sólo en inglés) que presenta los resultados de los estudios de caso resumidos en este boletín y explica cómo y por qué ello está sucediendo. El video en inglés, titulado “Las mujeres alzan sus voces contra de las plantaciones de árboles”, puede verse en: http://www.wrm.org.uy/Videos/Women_Voices.html

La información presentada en el video está complementada con un resumen del informe completo que incluye los resultados de los talleres. Se puede acceder en: http://www.wrm.org.uy/subjects/women/summaryreport.pdf

Hay muchas cosas que usted puede hacer con estas herramientas. A continuación enumeramos algunas sugerencias para la acción:

- Si Ud. participa activamente en una organización, puede invitar a sus miembros a ver y discutir el video. - Si su organización tiene una página web o un blog, puede publicar el video y el informe.
- Puede enviar el material a los representantes de su gobierno.
- Puede simplemente enviarlo a sus amigos por correo electrónico.
- Puede enviarlo a organizaciones de mujeres, locales, nacionales e internacionales.
- Puede difundirlo a través de listas de correo electrónico.
- Puede mostrarlo en sus centros educativos.
- Puede enviarlo a los medios locales.
- Puede traducirlo a su propio idioma.

- Más información sobre mujeres en el sitio web del WRM

El WRM tiene, en su sitio web, una sección especial sobre Mujeres, Bosques y Plantaciones a la cual puede accederse en http://www.wrm.org.uy/temas/mujeres.html

La sección incluye un informe sobre “El papel de la Unión Europea en el desempoderamiento de las mujeres del Sur a través de la conversión de los ecosistemas locales en plantaciones de árboles”. El informe (en inglés), publicado en marzo de 2009, resume los resultados de tres talleres sobre los impactos de las plantaciones sobre las mujeres, que fueron realizados en Nigeria (caucho), Papúa Nueva Guinea (palma aceitera) y Brasil (eucalipto). http://www.wrm.org.uy/subjects/women/fullreport.pdf

Esta sección también contiene dos publicaciones enfocadas en los impactos de diferentes tipos de plantaciones sobre las mujeres:

- “Mujeres, Comunidades y Plantaciones en Ecuador. Testimonios sobre un modelo forestal social y ambientalmente destructivo”. Ivonne Ramos y Nathalia Bonilla, octubre de 2008. http://www.wrm.org.uy/paises/Ecuador/Libro_Mujeres.html

- Mujeres y Eucalipto. Historias de Vida y Resistencia. Impactos del monocultivo de eucaliptus sobre mujeres indígenas y quilombolas en Espírito Santo, Brasil. Gilsa Helena Barcellos y Simone Batista Ferreira, noviembre de 2007. http://www.wrm.org.uy/paises/Brasil/Libro_Mujeres.html

Además, en la sección se incluyen todos los artículos publicados a lo largo de los años en el boletín del WRM, así como el libro “Mujer, bosques y plantaciones: una Dimensión de Género”, publicado en 2005. http://www.wrm.org.uy/temas/mujer/libro.html

Boletín Mensual del Movimiento Mundial por los Bosques

Este boletín también está disponible en inglés, francés y portugués

Editor: Ricardo Carrere

Movimiento Mundial por los Bosques

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