Por: Ángel Gurría, Secretario General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
La globalización puede ser un motor para las soluciones ambientales, pero solo si se cuenta con los marcos institucionales y políticos adecuados y una mejor cooperación internacional. Más que nunca se requiere la cooperación global en materia ambiental porque muchos de los desafíos ambientales urgentes requieren soluciones globales, y la globalización económica ha añadido nuevas dimensiones a la forma como necesitamos aproximarnos a los asuntos ambientales.
La recientemente publicada Prospectiva Medioambiental de la OCDE para el 2030 muestra que enfrentar nuestros más urgentes desafíos ambientales —cambio climático, pérdida de biodiversidad, escasez de agua, entre otros— se puede lograr y financiar cuando lo comparamos con el crecimiento económico proyectado y los costos y consecuencias de no actuar, y si los países trabajan juntos. Por ejemplo, el encontrar soluciones eficientes y menos costosas para el cambio climático requiere la participación de todos los emisores principales. Muchos de los ‘sitios críticos’ de biodiversidad están localizados en países en desarrollo, pero los beneficios de su conservación se extienden globalmente. La escasez de agua es mayormente un asunto local o regional, pero las mejores prácticas existen y deberían ampliarse a una escala global a través de la cooperación internacional. Es esencial una cooperación en materia ambiental entre los países OCDE y no OCDE para lograr las ambiciosas metas ambientales a un menor costo. Las economías emergentes como Brasil, Rusia, India, Indonesia, China y Sudáfrica son socias esenciales en la búsqueda de soluciones internacionales a los desafíos ambientales globales, debido a su papel creciente en la economía mundial y al incremento rápido de sus impactos sobre el medio ambiente.
Hacer lo correcto en la cooperación internacional en materia ambiental no solo se refiere a qué hacer y cómo hacerlo; también necesitamos responder a la pregunta de quién va a pagar por qué. La incertidumbre sobre quién debe actuar y quién debe asumir los costos de esto es el gran obstáculo para el progreso. Esto es especialmente así para desafíos como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, para los que los costos y beneficios de la acción política están distribuidos de manera desigual entre países y generaciones.
Para mantener bajos los costos globales de la acción ambiental debe haber un fuerte énfasis en el uso de instrumentos de mercado, como asignar precios al agua, el comercio de emisiones, impuestos sobre los contaminantes y cargas por los deshechos. La remoción de subsidios dañinos para el medio ambiente, especialmente para los combustibles fósiles y la producción agrícola, podría ser un buen comienzo. Esto alejaría a la economía de las actividades que contaminan y sobreexplotan los recursos naturales. Y ahorrará a los contribuyentes y consumidores mucho dinero. Pero se requiere una mezcla de políticas para complementar los instrumentos de mercado con regulaciones, acuerdos industriales y políticas basadas en información, para ayudar a enfrentar las fallas del mercado y la información. Un obstáculo principal para el uso de enfoques de mercado para resolver los problemas ambientales —en particular los impuestos de carbono y los sistemas de comercio de emisiones— es el temor de los impactos potenciales sobre la competitividad industrial. Muchos países se preocupan por que sus compañías se vuelvan menos competitivas internacionalmente si enfrentan impuestos que no son implementados en todo el mundo. Pero los impactos de estos impuestos sobre la competitividad de las industrias afectadas son frecuentemente compensados por las ganancias en otros sectores. Se necesita mejor información para echar luz sobre el conjunto de efectos macroeconómicos y distributivos. El desafío real es llegar a un acuerdo sobre una política armonizada globalmente para que pueda haber una cancha nivelada.
La globalización, incluyendo un mayor comercio y liberalización de las inversiones, puede alentar una asignación más eficiente de los recursos a nivel global, con la condición de que existan políticas ambientales apropiadas e instituciones fuertes. Sin estas salvaguardas, la globalización puede amplificar las fallas del mercado y de políticas e intensificar las presiones ambientales. Se debe fortalecer la gobernanza ambiental internacional para enfrentar mejor los desafíos ambientales transfronterizos y asegurar que el medio ambiente sea integrado en las políticas de comercio e inversión, así como en los programas de cooperación para el desarrollo.
En general, la globalización expande los mercados, promueve la competencia y puede motivar a las empresas para que se adapten e innoven. La globalización también puede contribuir a la difusión de tecnologías más limpias. Algunos líderes empresariales ya están avanzando en esto, alentados por las demandas de los consumidores por innovación y productos ‘verdes’. Se espera que el sector de los bienes y servicios ambientales se expanda significativamente. Las soluciones tecnológicas ya han abordado muchos problemas ambientales y se están desarrollando nuevas, como aquellas para la eficiencia energética, la energía renovable, la captura y almacenamiento de carbono y los vehículos híbridos, las que probablemente serán cada vez más competitivas en cuanto a costos en las próximas décadas. Si la tecnología de biocombustibles de ‘segunda generación’ (basada en residuos de biomasa)
se hace más ampliamente disponible para el 2030, se podrían evitar la proyectada expansión de tierras agrícolas para cultivos de biocombustibles, el incremento en el uso de pesticidas, fertilizantes y agua, y los impactos en la biodiversidad asociados con este uso de la tierra.
En tanto que la globalización genera una variedad de impactos ambientales potenciales, tanto buenos como malos, el estado del medio ambiente y los recursos naturales, a cambio, afecta el desarrollo económico y la globalización. La competencia por recursos naturales escasos, la cosecha de recursos renovables como los stocks pesqueros y las maderas tropicales, los impactos del cambio climático sobre la agricultura, los precios de la energía y la búsqueda de fuentes alternativas de energía pueden influir fuertemente en los patrones de comercio e inversión en los próximos años. Un fracaso en detener la pérdida de biodiversidad dará como resultado un deterioro aún mayor de la base de recursos naturales para muchas industrias globalizadas como la farmacéutica y agroindustrial.
Otra dimensión se refiere a la cooperación para el desarrollo. Algunos de los países más pobres del mundo han sido dejados atrás por la globalización al no poder integrarse a la economía mundial, debido, parcialmente, a las barreras comerciales en los países OCDE. Los países ricos deben ayudar a los países en desarrollo para que aprovechen los beneficios de la globalización sin sacrificar el medio ambiente, mediante la diseminación de conocimientos y mejores prácticas tecnológicas, y la apertura de sus mercados. Los países en desarrollo son los más vulnerables a la degradación ambiental y carecen de la capacidad para salir adelante y adaptarse. El Comité de Ayuda al Desarrollo y el Comité de Política Ambiental de la OCDE han unido fuerzas para integrar mejor las preocupaciones sobre el medio ambiente en los programas de cooperación para el desarrollo. Dando seguimiento a una reunión ministerial conjunta entre los ministros de cooperación para el desarrollo y del medio ambiente de 2006, los países OCDE están desarrollando directrices para integrar la adaptación al cambio climático en las actividades de cooperación para el desarrollo, construyendo sobre herramientas de política como la evaluación ambiental estratégica. La OCDE también apoya el diseño de estrategias financieras realistas y sostenibles para el suministro de agua y el saneamiento, y está desarrollando nuevos enfoques para mejorar la formación de capacidades para la gestión ambiental a la luz de la Declaración de París sobre la Eficacia de la Ayuda.
Referencias.-
1. Globalización: Lo bueno, lo malo y lo feo. Revista de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Vol. 38. Nro. 2. Mayo del 2008.
(*) Secretario General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)
miércoles, 14 de enero de 2009
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