Por Emilio Godoy
MÉXICO, ago (Tierramérica ) - México empieza a luchar contra el abultado pasivo ambiental que deja la explotación petrolera aplicando métodos de limpieza biológica, que degradan alcoholes, solventes, glicerinas, gasóleo, gasolina, aceite, benceno y acetonas, para convertirlos en dióxido de carbono y agua.
Bajo el nombre de biorremediación, se trata de un proceso "en el que microbios, como bacterias u hongos, degradan químicos peligrosos a compuestos menos tóxicos o no tóxicos", gracias a que los materiales nocivos sirven de alimento a esos microorganismos, según define la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.
En 1933, la empresa de refinación de combustibles El Águila puso en funciones la planta 18 de Marzo en Azcapotzalco, en el noroccidente de la capital mexicana, estatizada en 1938 por el presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940), en el marco de la nacionalización del petróleo.
Desde 1976, la empresa procesó 105.000 barriles de petróleo diarios, y llegó a contar con 14 instalaciones de refinación, tres unidades petroquímicas, 218 tanques de almacenamiento y terminales de embarque y reparto.
El gobierno ordenó su cierre en marzo de 1991 por situarse en un área urbana. El remanente es una terminal de almacenamiento y distribución de combustibles, que es necesario eliminar.
El gobierno federal decidió que el ex complejo industrial, propiedad de la estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) se convierta en el Parque Ecológico del Bicentenario, de 55 hectáreas y que será inaugurado en 2010 como parte de las celebraciones de los 200 años de la independencia mexicana de España.
Pero el primer paso es eliminar los residuos heredados de la actividad petrolera, de por sí debilitados por el tiempo transcurrido desde la clausura. Una de las técnicas empleadas es la remediación biológica del terreno con distintas técnicas.
Una de ellas es la extracción de porciones de suelo contaminado, que luego es tratado con los microorganismos. Otra son las "biopilas", la aireación de segmentos de suelo para estimular la actividad biológica y, de ser necesario, el agregado de nutrientes como nitrógeno, fósforo o potasio.
También se practica la extracción de vapores tóxicos y la inyección de aire en las aguas subterráneas para absorber el benceno y arrastrarlo a pozos de extracción de vapores, para su captura y tratamiento.
"El aumento de la actividad petrolera y de gas trae consigo muchos residuos, tanto por la perforación de pozos como por derrames de los propios hidrocarburos, por lo que se ha intensificado el tratamiento de suelos a fin de remediarlos", dijo a Tierramérica el investigador Patricio Rivera, de la estatal Universidad Autónoma de Tamaulipas, en el oriental estado homónimo, donde se localiza la refinería de Madero.
Rivera trabaja en un proyecto de biorremediación de restos de perforación de pozos en la zona gasífera de la cuenca de Burgos. Se trata de eliminar mezclas de aceites y gasóleo del suelo mediante bacterias nativas. La investigación concluirá en diciembre.
Aunque estas técnicas se aplican en muchos lugares del mundo, se requiere investigación local para hallar los microorganismos nativos más aptos. Los científicos han identificado al menos 22 bacterias y 26 hongos autóctonos aptos para esa labor de limpieza.
"La biodiversidad que tenemos nos da un potencial muy grande. Aún se trabaja con una pequeña cantidad de microorganismos, por lo que falta investigar más", explicó a Tierramérica la académica Katiushka Arévalo, de la estatal Universidad Autónoma de Nuevo León, en el oriental estado del mismo nombre, donde opera la refinería de Cadereyta.
La creciente popularidad de esta práctica radica en su aplicación sencilla, su eficacia, su armonía ambiental y su bajo precio, que puede oscilar entre 80 y 150 dólares por metro cúbico, en cualquier caso más barato que otras fórmulas de descontaminación, como la incineración o el lavado de los suelos.
En México existen vastas zonas contaminadas con derivados de crudo, que se acumulan en los ecosistemas marinos y en los suelos.
Más de la mitad de la explotación petrolera del país está radicada en los sudorientales estados de Tabasco y Veracruz, donde son frecuentes los derrames de hidrocarburos.
En 2003 se creó la empresa Grupo de Proyectos y Servicios Ambientales, formada por investigadores de la estatal Universidad Autónoma Metropolitana, para ofrecer servicios de remediación, sobre todo con microorganismos, en zonas afectadas por hidrocarburos.
Hasta ahora, esa corporación ha suscrito con Pemex más de 200 contratos para limpiar terrenos contaminados.
Además, hay al menos 15 compañías que entre sus servicios ofrecen la biorremediación, una modalidad también experimentada en otros países latinoamericanos como Cuba o Argentina.
La descontaminación de la ex refinería de Azcapotzalco, que concluiría en diciembre con un costo cercano a 80 millones de dólares, está a cargo de siete instituciones universitarias de todo el país.
Los especialistas consideran que la biorremediación cobrará más realce en los próximos años.
De hecho, México albergó en febrero el XIV Simposio de la Red Latinoamericana de Ciencias Biológicas, surgida en 1975 para promocionar estas disciplinas en la región, y cuyo tema central fue la biorremediación.
"El país vive una situación grave, en algunos lugares hay derrames en manglares y cuerpos de agua. Por eso son necesarios estos métodos", dijo Rivera.
"El uso de la biorremediación se va a incrementar, es un área que cobra cada vez más importancia. Ahora hay más conocimiento y por eso le veo mucho futuro", anticipó Arévalo, quien trabaja con hongos que producen enzimas que eliminan colorantes o derivados de compuestos aromáticos.
En octubre de 2006, la Secretaría (ministerio) de Medio Ambiente y Recursos Naturales y los estatales Instituto Mexicano del Petróleo e Instituto Nacional de Ecología publicaron un manual de técnicas de análisis de suelos aplicadas a la remediación de sitios contaminados.
* Este artículo fue publicado originalmente el 22 de agosto por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (FIN/2009)
martes, 1 de septiembre de 2009
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