lunes, 30 de marzo de 2009

Los mundos locales una respuesta a la crisis

Autor | Tatiana Roa Avendaño - Censat Agua Viva | Idioma | Español | Pais | Internacional | Publicado | 5 marzo 2009 12:43

El primero de enero de 1994 marcó un hito para los movimientos sociales en el mundo. Ese día se produce el levantamiento zapatista en Chiapas con la toma de San Cristóbal de las Casas (Chiapas, México) y se difunde la Declaración de la Selva Lacandona como carta de presentación del EZLN. Este hecho marca una ruptura en los movimientos sociales, estableciendo un nuevo momento y nuevas reinvidicaciones en la dinámica social. El ¡ya basta¡ de los zapatistas resuena no sólo en el pueblo mexicano sino en los pueblos del mundo. Este llamamiento es una invitación a relacionar globalización planetaria y marginalización de los desposeídos y las desposeídas.

Con este hecho se inicia una fase para los movimientos sociales y se comienza a configurar lo que posteriormente se denominaría el movimiento anti-globalización1. Es así como a finales de la década de los años noventa será recordada por las grandes movilizaciones sociales contra las instituciones que rigen los destinos de la economía global: el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). En 1998, la aprobación del Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI), impulsado por los enriquecidos países industrializados en el mundo con la intención de imponerlo al resto de la comunidad internacional, marcó el antecedente más cercano a esta ola de rechazo y de levantamientos sociales.

A continuación siguieron las protestas contra las instituciones financieras de Sistema de Bretton Woods y la Organización Mundial de Comercio (OMC) que rige el comercio internacional. En 1999 se realiza la memorable movilización de Seattle contra la OMC, vienen luego las protestas contra el FMI y el Banco Mundial de Washington y Praga. La descalificación de las grandes cumbres y las protestas alrededor del mundo no pararían, Cancún, Qatar, Niza; no habrá lugar donde los poderosos se reúnan y no converjan las diversas fuerzas sociales.

Es indudable que ya finalizando el siglo anterior, se evidenciaba el creciente malestar general frente a las críticas condiciones sociales y económicas que sufren las grandes mayorías de los pueblos alrededor del mundo. Los esperados beneficios económicos que promovían quienes pregonaban las políticas neoliberales no lograron resolver la pobreza y la desigualdad reinante sino por el contrario, agudizarla.

Lo que advirtieron muchos de estos movimientos es hoy una realidad. Estamos viviendo uno de los momentos más críticos que recuerde la historia de la humanidad con características similares a las vividas en la pre Segunda Guerra Mundial.

Durante los últimos meses del 2008, EEUU vivió un colapso financiero que conllevó a una fuerte crisis económica con consecuencias aún impredecibles; afectando también las economías del resto del mundo. Sin duda, la recesión económica en América Latina tendrá profundas implicaciones económicas y sociales. Hay quienes, incluido el propio Fondo Monetario Internacional, pronostican otra gran depresión. Pero, ¿tendrá esta crisis las dimensiones de la Gran Depresión de 1929? ¿Podrá esta recesión económica tener las consecuencias que tuvo en la primera parte del siglo XX? ¿Ha llegado el fin de la hegemonía estadounidense o estamos en lo que Zakaria considera un mundo posamericano2? ¿Qué implicaciones tendrá en el orden internacional?

La diferencia de las condiciones pre Segunda Guerra Mundial, con el actual período de recesión, es que se suman otras múltiples crisis como la ambiental, la alimentaria y la energética. Todas ellas nos podrían estar indicando que no es meramente una crisis del modelo económico dominante, sino que estamos frente a una crisis sistémica, una crisis civilizatoria. Lo que nos lleva a preguntarnos si será suficiente sólo hacer ajustes al sistema económico y su institucionalidad o se requerirán de trasformaciones en otros órdenes como lo social, lo económico, lo ambiental, lo político y lo cultural.

Desde hace dos años, los precios de los alimentos han subido a unos niveles record. Lo irónico es que mientras la producción mundial de alimentos creció a ritmos impensables, grandes masas de población en el mundo no cuentan con recursos para acceder a ellos. Pero entonces, ¿por qué esta crisis? Los argumentos que la sustentaban han sido muchos y diversos: la creciente demanda de alimentos para la producción de agrocombustibles, el incremento de consumo de China e India, los altísimos precios del petróleo y sin duda, no se puede desconocer el papel de los "especuladores" en esta crisis alimentaria, que se lanzaron a buscar oportunidades en los mercados de materias primas y de alimentos. De esta forma, la mercantilización atravesó fronteras insospechadas.

La expansión del mercado ha llegado a convertir la alimentación, el agua, la atmósfera, los genes y la naturaleza en mercancías. Algo que anteriormente era impensable. En la actualidad, la mercantilización de la naturaleza es la estrategia fundamental para la acumulación de capital a mediano plazo y en ella, los alimentos no quedan por fuera.

Un reciente informe de Grain, nos dice: “Las dos grandes crisis globales que estallaron en los últimos 15 meses —la crisis alimentaria mundial y la crisis financiera, […] están engendrando una nueva y preocupante tendencia a comprar tierras para la producción dislocada de alimentos”(3). Todo hace suponer, como lo ha advertido la propia FAO, que la crisis alimentaria será de largo plazo, en la que como es común, los grandes sacrificados serán las gentes más humildes de los empobrecidos países africanos, asiáticos y latinoamericanos.

Sumada a todo lo anterior, está quizás la crisis más dramática para la humanidad: la ambiental. Son diversas las expresiones de ella: el cambio climático, el incremento de la desertificación, la erosión y el deterioro de los suelos, la contaminación de aguas superficiales y subterráneas, la destrucción de importantes ecosistemas, la erosión genética y de la biodiversidad, los residuos peligrosos y nucleares, la desaparición creciente de especies y los millones de seres humanos desplazados por los conflictos ambientales.

Es tan grave la situación y tan acelerados los procesos de destrucción de las bases naturales, que se está poniendo en riesgo la propia existencia de la humanidad. El deterioro avanza a ritmos vertiginosos socavando las condiciones que hacen posible la vida en el planeta. El sistema económico imperante nunca considero los límites del Planeta. Como dicen los zapatistas (4) la naturaleza nos está pasando la impagable cuenta de su destrucción. De manera que no será suficiente con cuidar la naturaleza sino que requeriremos no sobrepasar los límites que podrán poner en riesgo la propia vida.

Los últimos datos sobre cambio climático muestran que los niveles de CO2 llegaron a 381 partículas por millón (ppm), lo que equivale a 100 ppm sobre el nivel promedio de la era pre-industrial, y según los científicos la mayor concentración de CO2 que ha tenido el planeta en más de 1 millón de años (5). Es decir estamos entrando a territorio desconocido, los propios científicos del Panel de Cambio Climático lo plantean al comprobar esta realidad. Algunos de los cambios no dan tiempo, las condiciones que garantizan la vida en el planeta se agotan. Necesariamente requerimos hacer profundas trasformaciones económicas, tecnológicas, ambientales, sociales y culturales.

Son enormes los desafíos para las sociedades. No será suficiente con un cambio de la matriz energética o con las soluciones de mercado que nos proponen las negociaciones de la Convención de Cambio Climático. Se nos plantea una gran encrucijada; o replanteamos el paradigma civilizatorio sobre el que se sustento la humanidad o caminamos irremediablemente al suicidio.

No hay duda, es un momento para innovar, es tiempo de creatividad. La crisis es una oportunidad para ello. Nos estamos jugando nuestro futuro, nuestra existencia. Son tiempos para la trasformación y el cambio, momentos para la producción de alternativas y propuestas. Pero, ¿cuál es hoy la utopía?
La crisis económica actual tiene profundas similitudes con las condiciones de la pre Segunda Guerra Mundial. En ese momento la Gran Depresión castigó la economía mundial, incluida al propio Estados Unidos y propició el colapso del liberalismo económico. Nos dice Hobsbawm que ante esa crisis surgieron tres alternativas ideológicas: la socialdemocracia, el fascismo y el socialismo (6).

La profunda recesión económica que vivimos podría ser tan grave como la depresión económica de 1929 y podría provocar trasformaciones en el orden del sistema internacional actual. Según Fareed Zacaria, la hegemonía de los EEUU podría estar llegando a su fin y estaríamos viviendo un proceso de emergencia del resto (7). Pero si bien hay emergencia de nuevos actores, ¿se constituyen ellos en alternativa ideológicas que puedan conducirnos a salir de la crisis? No lo creo. Estos actores no parecieran estar haciendo una ruptura que pueda dar respuestas a la crisis civilizatoria que estamos afrontando. El interés de estos estados ha sido ganar presencia económica, comercial o militar, pero ninguno de ellos esta buscando propiciar las trasformaciones estructurales de las condiciones que nos han llevado a la catástrofe. ¿De dónde surgirán las respuestas? ¿estaremos requiriendo de la emergencia de nuevos actores? ¿Quién o quiénes pueden ser?

Es indudable que frente a la profunda crisis civilizatoria están surgiendo propuestas y alternativas. Son notorias las experiencias de mujeres, indígenas, jóvenes, campesinos, negritudes, ambientalistas, trabajadores y pobladores urbanos. Algunas de ellas a niveles bastante locales o estrictamente sectoriales, otras han logrado articularse en lo nacional, lo regional o lo internacional. No hay duda, la antitesis del orden establecido lo constituye los movimientos sociales antisistema, sin embargo, si bien las expresiones sociales antiglobalización, comparten una crítica al modelo capitalista neoliberal, responden a diferentes corrientes y pensamientos.

Gran parte de estas iniciativas y dinámicas sociales han estado articuladas en torno al Foro Social Mundial, que surgió en el 2001 en la ciudad brasileña de Porto Alegre como contraposición al Foro Económico de Davos que organizan los poderosos del mundo, y que se realiza cada año en enero en esa lujosa ciudad Suiza.

Las diversas organizaciones y movimientos sociales antiglobalización articuladas al FSM expresan y promulgan una visión política y un imaginario anti-capitalista,
“… promueven una lógica de lo social basada en formas auto-organizadas y en gran parte estructuras no jerarquizadas. Estos movimientos tienden a mostrar propiedades emergentes y unos complejos comportamientos adaptativos que los movimientos del pasado, con su inclinación por la centralización y jerarquía, nunca fueron capaces de manifestar. Esta lógica es parcialmente reforzada por las dinámicas de autoorganización de la nuevas tecnologías de información y comunicación (NTIC)” (8).

El FSM se inició buscando romper con la lógica de seguir la agenda que imponían los poderes económicos del mundo y por el contrario, propiciar que las luchas y las dinámicas sociales avanzaran de una lógica de confrontación y resistencia a fortalecer la articulación entre procesos y dinámicas sociales y a promover la construcción de alternativas. La búsqueda de ese otro mundo es posible implica que el Sur tengan un papel más preponderante, que las experiencias locales tengan la dimensión que merecen, que ponga fin a los ajustes estructurales, que replantee las relaciones sociales y las relaciones con la naturaleza, que establezca otras relaciones de producción, que considere otras formas de uso y apropiación de la energía, entre otras cosas.

En casi una década de existencia, no hay duda de que el FSM ha contribuido a constituirse en un referente simbólico internacional importante para el conjunto de las fuerzas críticas a la globalización neoliberal. El FSM ha inspirado campañas y ha contribuido a crear un ambiente más propicio al trabajo en común en los lugares donde se han celebrado.

No obstante, luego de una primera etapa de ascenso y de visibilización, el Foro pareciera tener una crisis de perspectivas y un futuro incierto. En realidad la gran limitación del FSM ha sido que no ha logrado hacer que los movimientos superen la dispersión y fragmentación de sus agendas y propuestas. Además porque ha sido inevitable, la tendencia a la institucionalización del evento, lo que ha provocado una brecha y un distanciamiento de las luchas sociales.

Como quiera que sea, el FSM ha logrado propiciar una identidad al movimiento y un análisis sobre las dimensiones de la crisis. Lo que no ha sido fácil es cristalizar o hacer converger las propuestas compartidas, menos aún definir direcciones claras de la acción política. Algunos estudiosos consideran que el propio movimiento del Foro Social Mundial en sí mismo se constituye en un nuevo paradigma, acción política e imaginario anti-sistema (Escobar, 2005: 22).

Cualquiera que sea, el FSM, la lucha zapatista, la minga de los pueblos indígenas y negros, las experiencias locales agroecológicas, las luchas de las mujeres, las propuestas de dejar el crudo en el subsuelo, las luchas de los pobladores urbanos, de los jóvenes, las de los artistas, sin duda, todas ellas nos proponen nuevos paradigmas. Ellas nos convocan a romper con las visiones del pasado y tomar distancia de los conceptos modernos occidentales.

Este nuevo horizonte de sentido deberá articular otras prácticas sociales, económicas, sociales, ecológicas, espirituales; debe conducir a replantear las relaciones de producción, a transformar las condiciones de trabajar el campo, la forma como se organizan las ciudades, debe proponerse otras relaciones entre los seres humanos y de éstos con la naturaleza, debe basar su forma de vida sobre una nueva matriz energética. No obstante, la pregunta es ¿qué se requeriría para que estos movimientos puedan constituirse en un modelo alternativo?

Seguramente, el mundo del futuro deberá construirse a partir de mundos locales que nos lleven a pensar un horizonte más amplio, donde lo local se articule a lo global. Lo concreto es que como dice Escobar (9) este nuevo paradigma no sólo se necesita sino que esta emergiendo. (Escobar, 2005: 22)


Referencias bibliográficas

Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, comunicación del 15 de septiembre del 2008
Escobar, Arturo, Más allá del Tercer Mundo, Bogotá, ICANH, 2005
GRAIN
Hobsbawm, Eric, Historia del Siglo XX, Barcelona, Crítica, Grijalbo Mondadorri, 1995
Le Monde Diplomatique edición Colombia, El Atlas del medio ambiente, Bogotá, Tebeo Comunicaciones, 2008.
Zakaria, Fareed, The Post American World, New Cork, W.W. Norton & Company, 2008

1 Se consideran movimientos anti-globalización porque niegan el proyecto de globalización en términos de la universalización de la modernidad capitalista – al menos en su forma neoliberal (Escobar, 2005)
2 Zakaria, Fareed, The Post American World, New Cork, W.W. Norton & Company, 2008
3 GRAIN
4 Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, comunicación del 15 de septiembre del 2008
5 Le Monde Diplomatique edición Colombia, El Atlas del medio ambiente, Bogotá, Tebeo Comunicaciones, 2008. Pg. 34 y 35
6 Hobsbawm, Eric, Historia del Siglo XX, Barcelona, Crítica, Grijalbo Mondadorri, 1995. Pg. 114
7 Para Zacaria la emergencia del resto se expresa en cosas como: la Unión Europea es hoy el más grande bloque comercial en el mundo, el surgimiento de la China y otros gigantes económicos como India y algunos poderes regionales como Brasil y México en Latino América, dominando sectores importantes de la economía mundial, y que le han ganado terreno a los EEUU (2008: 43).
8 Escobar, Arturo, Mas allá del Tercer Mundo, Bogotá, ICANH, 2005, pg. 24
9 Escobar, Arturo, Mas allá del Tercer Mundo, Bogotá, ICANH, 2005, pg. 24

Fuente: CENSAT

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