lunes, 30 de noviembre de 2009

SOCIEDAD-COLOMBIA: Pensiones de la desigualdad

Por Helda Martínez

BOGOTA, nov (IPS) - El sistema de pensiones colombiano puede colapsar en cualquier momento, advierten analistas, mientras que el gobierno anuncia la creación de una entidad para asumir desde mediados de 2010 el pago a los retirados, suma que en la actualidad representa 4,3 por ciento del producto interno bruto (PIB).

La gravedad de la situación no impide, empero, que en el Congreso legislativo aguarde turno para debate un proyecto de ley que propone aumentar las pensiones vitalicias de los parlamentarios, pagadas con los mismos recursos públicos que el resto del sistema.

La iniciativa dispone un aumento equivalente a 8,2 salarios mínimos legales vigentes, que hoy ronda los 350 dólares, por lo cual el monto a pagar por cada legislador jubilado será en caso de aprobarse superior a los 8.600 dólares mensuales.

El proyecto parlamentario se presenta en medio de una complicada situación en el sistema público de pensiones, en deterioro desde 2004, cuando se agotaron las reservas del estatal Instituto de Seguros Sociales (ISS), creado en 1946 y que manejó desde entonces un patrimonio autónomo que le permitía reconocer las prestaciones sociales de sus afiliados.

Pero, al agotarse los recursos del ISS, el Estado asumió el déficit del sistema, que llegará este año a unos 8.400 millones de dólares, según el Ministerio de Hacienda y Crédito Público. En 2011 alcanzaría 4,7 por ciento del PIB, agrega ampliando el alerta el Ministerio de la Protección Social.

El déficit sigue creciendo en función de que el pago que hace el Estado a los pensionados aumenta en 3,5 por ciento anual. Este porcentaje resulta de la diferencia entre el monto de las pensiones, que en 2009 ascendió a 13,5 por ciento, frente a 10 por ciento de incremento de la recaudación por pago de cuotas de los afiliados.

Diferencia negativa para el Estado que no evitó la reforma del sistema en 2003, que, entre otros cambios, subió el número de semanas necesarias para acceder a la pensión de 1.000 a 1.300, y las edades de los cotizantes de 55 a 57 años para las mujeres y de 60 a 62 para los hombres.

"Esto, en medio de condiciones laborales de inestabilidad, porque son muy pocos los que tienen trabajo por 30 años seguidos. La mayoría de los trabajadores tienen grandes periodos de desempleo en los que no pueden cotizar", precisó ante la consulta de IPS Enrique Daza, director de la no gubernamental Federación de Trabajadores (Fedetrabajo).

"La grave situación afecta aún más a las mujeres que viven en promedio más que los hombres, tras una vida laboral con salarios inferiores, maternidad y doble jornada que les hace más difícil acceder a la pensión", dijo a IPS Saúl Peña, presidente del sindicato del ISS.

Las afirmaciones las corrobora el hecho de que en Colombia, con 42 millones de habitantes, en el ISS sólo hay 750.000 pensionados, según estadística del sindicato, y al millón de personas, según datos oficiales.

Paralelo al sistema público de pensiones existen en Colombia los fondos privados, cuyo ingreso al país fue favorecido por la ley 100 de 1993, impulsada por el derechista Álvaro Uribe, entonces senador y ahora presidente del país desde 2002.

"Era la época en que soplaban vientos de neoliberalismo promoviendo que la seguridad social dejara de ser responsabilidad de los Estados para convertirse en industria", dijo Peña.

Pero, agrega el sindicalista, "a 19 años de la apertura que propició la Constitución Nacional de 1991 y a 16 años de vigencia de la ley 100, podemos afirmar que Colombia está en el peor de los mundos en materia de pensiones".

A la situación deficitaria de Estado se suma la opción de los fondos privados. "Un sistema que desde un comienzo se preveía como rentable, siempre y cuando no se jubilara nadie", dice con ironía Daza. "En principio lograron altos ingresos, pero sabemos que es insuficiente la base de solidaridad intergeneracional", agrega.

Los fondos privados realmente devuelven en cuotas mensuales el monto ahorrado durante la vida laboral de los trabajadores, exigiendo 25 semanas más que las requeridas en el sistema público.

"El punto de quiebre está próximo, y el gobierno tendrá que asumir el costo de haber entregado durante muchos años la plata a unos pocos, de empresas privadas, la plata de los trabajadores para que especulen", anoto Daza.

Con este panorama y una legislación cambiante de manera permanente que confirman las cinco leyes, siete decretos y dos resoluciones emitidas entre 2008 y el año en curso, los legisladores afirman que "les fue violado el derecho fundamental de igualdad ante la ley".

Aseguran que "las pensiones que se han reconocido, calculadas sin la debida actualización del salario base de liquidación, deben ser indexadas conforme a los parámetros previstos en la ley 100 de 1993".

La situación favorecería también a un número no establecido de trabajadores públicos, que posiblemente no la conocen por motivos como la confusión que genera la cambiante legislación.

La solicitud parlamentaria es "legalmente correcta", dice el sindicalista Peña, pues "la ley otorga el derecho a la actualización de la primera mesada", como se denomina el pago pensional. Pero "también es totalmente injusto si observamos el panorama de pensiones en Colombia que se sostiene sobre una legislación de retazos", añadió.

El proyecto de ley que favorecería a los parlamentarios fue presentado en marzo pasado y ya superó dos debates en el Senado. Ahora está pendiente en la Comisión Primera de la Cámara de Representantes la votación de la moción de archivo presentada en octubre por Roy Barreras, representante del uribista partido Social de Unidad Nacional, conocido como partido de la U.

Barreras cree que es "un proyecto inoportuno". "Si hacemos reformas, que sean favorables a la población vulnerable y los congresistas no son exactamente eso", agregó en conversación con IPS.

"No sé quÉ pueda pasar", concluyó Barreras, mientras el sindicalista Peña reiteró que el Parlamento debería tener conciencia sobre la situación general de los trabajadores en general.

Por su parte, los empresarios solicitan una nueva reforma que aumente la edad para los cotizantes a 62 años, tanto para hombres como mujeres, lo que "sólo lograría aumentar la agonía", dijo Daza.

"No tienen alma. Creen que la esclavitud pasó a la nómina", agregó Peña, haciendo un llamado al ministro de Hacienda y Crédito Público, Oscar Iván Zuluaga. "El ministro tiene que intervenir porque la moción afecta el gasto público", dijo.

"Ojalá no se haga el desentendido ahora que vamos a entrar en periodo electoral", concluyó. El gobierno reiteró el viernes la creación de Colpensiones, entidad que asumiría la responsabilidad de los pensionados desde mitad de 2010.

Anuncio que ha sido reiterado hace varios años. Incluso se afirmó antes que Colpensiones entraría en funcionamiento en junio de este año.

Así, la realidad es que la mayoría de los ancianos más pobres trabajan hasta que sus fuerzas lo permiten sin posibilidad de retirarse cobrando una pensión razonable. Es lo que asegura Oliverio Dávila, quien a sus 65 años sigue siendo lustrabotas en el central parque Santander, en donde logra un promedio diario de seis dólares que "apenas alcanzan para comer".

"Y de pensión, pues qué, si nunca pude cotizar", asegura con una sonrisa para muchos incomprensible. (FIN/2009)

BRASIL: Banco estatal acusado de fomentar proyectos depredadores

Por Mario Osava

RÍO DE JANEIRO, 25 nov (IPS) - Recursos públicos de Brasil, de la mano de un banco de fomento, financian proyectos de deforestación y otros que también violan derechos, concentran la riqueza y hasta sirven a la expansión "imperialista" de grandes empresas nacionales, según activistas reunidos tres días en esta sudoriental ciudad.

El Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) fomenta "el progreso de la muerte", acusó el líder indígena Toninho Guaraní, al describir lo que entiende son atropellos de la industria de la celulosa que diseminó el monocultivo de eucalipto en el centro-oriental estado brasileño de Espirito Santo.

Brasil actúa en América del Sur de una manera "exactamente igual al imperialismo" estadounidense, comentó a IPS el presidente del Foro Boliviano sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Fobomade), Manuel Lima Bismark.

A modo de ejemplo, señaló que firmas brasileñas "saquean recursos naturales" bolivianos, como petróleo y litio, sin licitación, violando la Constitución y normas nacionales, además de construir dos centrales hidroeléctricas en el amazónico río Madeira, que inundará tierras fronterizas entre ambos países, donde está la cabecera de la cuenca, sin reconocer los daños.

La "cada día más agresiva internacionalización de las empresas" de minería, siderurgia, papel y celulosa, energía y agropecuaria sólo es viable con el apoyo de este banco estatal, que, aparte de ofrecer créditos subsidiados, aporta capital como socio en muchos casos, según se sostuvo en el I Encuentro Sudamericano de Poblaciones Impactadas por Proyectos Financiados por el BNDES.

Con la prioridad concedida a tales sectores, se hace una "transferencia masiva de recursos públicos a grandes grupos económicos", impulsando un "modelo económico monopólico, expansionista, concentrador y depredador", dejando como responsable al banco por crímenes ambientales, trabajo esclavo o desplazamiento forzado de poblaciones.

El BNDES tiene un poder de liderar el desarrollo de Brasil y también de países vecinos, que es poco discutido. En este año sus préstamos pueden alcanzar el equivalente a 90.000 millones de dólares.

El foro de Río de Janeiro organizado del lunes a este miércoles por la Plataforma BNDES, una red de 35 organizaciones y movimientos sociales, aprobó un documento con ese diagnóstico y propuestas de mayor transparencia en las operaciones del banco, que se evalúen sus proyectos de modo participativo, se adopten criterios sociales y ambientales y se impulse un mayor fomento a las pequeñas empresas y a sectores que promuevan el empleo y la energía limpia.

Tras una pequeña marcha por el centro de Río de Janeiro, el documento fue entregado al presidente del banco, Luciano Coutinho, quien recibió a una delegación de los manifestantes para dialogar y agradeció "las sugerencias", sin comprometerse a una interlocución efectiva con ellos.

En realidad, la Plataforma BNDES reclama un cambio radical en las prioridades del banco, para que sea de hecho "público" y no un instrumento de oligopolios. Además de concentrar 76 por ciento de sus recursos en préstamos a grandes empresas, financió adquisiciones que últimamente expandieron consorcios del sector agroindustrial, de la ganadería y de celulosa.

Es necesario "democratizar" esa agencia del Estado brasileño que incrementa "las venas abiertas" de Brasil y América del Sur, destacó Cándido Grzybowski, director general del Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicos (Ibase). Las grandes mayorías "tienen que participar en la configuración de sus créditos", explicó.

Hasta ahora el banco financia un "modelo de ocupación colonial", como la minería en la Amazonia, que destruye la naturaleza para exportar mineral de hierro, sin promover el desarrollo socio-ambiental local, acotó.

"Actuar sobre el BNDES expone el nervio del sistema, que es concentrador de riqueza y contra la vida", y cuestiona una economía de "grandes empresas que no sobreviven sin ayuda del Estado", sostuvo João Lopes Pinto, otro dirigente de Ibase, que coordinó el Encuentro.

Lo que propone la Plataforma BNDES es una agenda de transformación de la sociedad y del Estado, del derecho de propiedad, del crédito y del trabajo, y no sólo "reparaciones" de daños como hasta ahora, explicó, Lopes Pinto al defender una reorientación del banco hacia el apoyo a "la agricultura familiar, empresas de economía solidaria y otro tipo de desarrollo".

Las empresas transnacionales brasileñas ya protagonizan varios conflictos en países vecinos. La constructora Odebrecht fue expulsada de Ecuador el año pasado, acusada de irregularidades en la construcción de una central hidroeléctrica.

El BNDES financió la obra, por 242,9 millones de dólares, y quedó como el acreedor de la deuda cuestionada por el gobierno ecuatoriano.

Pero las empresas de Ecuador también cometen atropellos y es mas difícil denunciarlas que a las extranjeras, por nacionalismo o leyes protectoras, advirtió a su vez David Reyes, activista de ese país de Acción Ecológica, para quien lo fundamental es combatir el desarrollo "depredador" que deforesta, contamina o desperdicia el agua e impide el "vivir bien".

"Cuando niña quería conocer una gran represa, pero hoy las odio", dijo la brasileña Juma Xipaia, estudiante indígena de Altamira, una ciudad que sufrirá impactos de la construcción de la polémica central hidroeléctrica de Belo Monte, en el amazónico rio Xingú.

Ese proyecto no debe seguir, porque seria "una desgracia" y porque es "inviable" incluso económicamente, pues en el período de estiaje el flujo hídrico baja demasiado, sostuvo por su parte Antonia Melo, activista del Movimiento Xingú Vivo, también de Altamira.

El desastre para la aldea de donde proviene Juma es que el rio Iriri, afluente del Xingú, crecerá mucho debido a la represa que se construirá desviando el curso fluvial. Los peces ya escasos desaparecerán, se reducirá la pequeña agricultura desarrollada durante los estiajes y se dificultará el transporte fluvial hasta el gran mercado de Altamira, resumió la indígena de la etnia Xipaia.

Para Josiney Mendes, del grupo Arara, a la zona sólo le quedará una permanente sequía, lo cual hará imposible vivir de la misma forma a los 93 integrantes de su comunidad, cuya "gran mayoría vive de la pesca". Igual suerte tendrán otras aldeas y los ribereños de Volta Grande, la curva del río Xingú que sufrirá el desvío de la mayor parte de sus aguas.

El Movimiento de los Afectados por Represas (MAB), los campesinos sin tierra, ambientalistas e investigadores se sucedieron en las críticas a los proyectos y empresas apoyadas por préstamos del BNDES.

Los grandes proyectos de infraestructura de integración, con el fortalecimiento de las empresas transnacionales que explotan el grueso de los recursos naturales y estratégicos de América Latina, buscan "el control del territorio" a través de "canales de penetración" para llevarse las riquezas al exterior, opinó Ana Esther Ceceña, profesora de la Universidad Autónoma de México.

Son 20.000 kilómetros de caminos en el "corredor amazónico" que se complementa con rutas en el Cono Sur de América del Sur, asociando el "dinamismo de las empresas brasileñas y sus socios en el exterior" en el saqueo de riquezas estratégicas que diseminan violencia y al que no está ajena la "ofensiva militarista" en el continente, con el aumento de ejercicios y bases militares en la región, concluyó la investigadora. (FIN/2009)

sábado, 28 de noviembre de 2009

DESARROLLO: China e India lideran cooperación Sur-Sur

Por Thalif Deen

NACIONES UNIDAS, 25 nov (IPS) - China e India forjaron vibrantes vínculos económicos y financieros con el Norte industrializado y jugaron papeles clave en el fortalecimiento de la cooperación Sur-Sur en los últimos 10 años.

Las dos potencias económicas asiáticas están "en una categoría propia gracias al alcance y diversidad de sus agendas de cooperación Sur-Sur", señaló un nuevo estudio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Ambos países, destaca el informe, "tienen en marcha iniciativas de asistencia técnica a otros países en desarrollo que cubren casi todas las áreas de interés y, en la última década, han apuntalado esa ayuda con apoyo financiero".

India ha volcado 2.000 millones de dólares en su programa de asistencia técnica: alrededor de 40 por ciento en educación y capacitación, otro 40 por ciento en proyectos y servicios de asesoría y 20 por ciento en giras de estudio, intercambios culturales y ayuda en casos de desastres.

El informe de 26 páginas, que intenta describir la cooperación entre las naciones del Sur en los últimos 30 años, subraya que China ha otorgado miles de millones de dólares en préstamos a países africanos para el desarrollo y para que pudieran llevar a los mercados una amplia gamas de productos agrícolas y minerales.

El trabajo, que será presentado en la conferencia internacional sobre cooperación Sur-Sur a realizarse en Nairobi entre el 1 y el 3 de diciembre, señala que "este siglo ha presenciado el ascenso de naciones en desarrollo a posiciones de mayor influencia en el escenario mundial".

Otros actores clave en la cooperación Sur-Sur son Brasil, Indonesia, Malasia, Nigeria, Sudáfrica y Venezuela, entre otros.

Un plan de acción a ser adoptado en la conferencia de la capital keniata la semana próxima sostiene que la cooperación Sur-Sur "necesita financiamiento adicional e innovador de los fondos y programas de la ONU y de otras organizaciones multilaterales".

El propuesto plan llama a lo organismos dentro del sistema de Naciones Unidas a "destinar recursos adicionales para apoyar esta forma de cooperación", y los insta a diseñar y utilizar mecanismos financieros innovadores para respaldar la cooperación Sur-Sur.

El primer ministro de China, Wen Jiabao anunció que su país duplicaría los préstamos de bajo interés para África a 10.000 millones de dólares en los próximos tres años.

En 2000, el gobierno chino redujo o perdonó deudas por 1.000 millones de dólares asumidas por países menos adelantados (PMA), considerados los más pobres del mundo.

Para fines del primer trimestre de este año, China había exonerado un total de 150 deudas de 32 países.

En 2008, el comercio total entre China y África superó los 106.000 millones de dólares, un incremento de 45 por ciento respecto del año previo.

Y las importaciones africanas de China sumaron 56.000 millones de dólares, un aumento de 54 por ciento respecto del año anterior.

Al hablar durante una reunión el mes pasado en la sede de la ONU sobre la implementación de la Nueva Sociedad para el Desarrollo de África (NEPAD), el embajador chino Liu Zhenmin dijo: "En el futuro, China proveerá más ayuda y apoyo a los países africanos en áreas como agricultura, educación, salud, atención médica y energía limpia".

"También seguiremos apoyando a los países africanos en la prevención y solución de conflictos, y las iniciativas de construcción de paz", declaró.

Por su parte, el ministro de Estado para Asuntos Exteriores de India, Shashi Tharoor, dijo a IPS que su país le da alta prioridad a la cooperación Sur-Sur y asumirá un papel activo en la próxima reunión de Nairobi.

"Aunque no proyectamos la conferencia como una solución a la crisis financiera mundial, creemos que la cooperación Sur-Sur proveerá ayuda adicional a los países en desarrollo afectados", indicó.

Tharoor destacó que India hasta ahora ha extendido más de 3.000 millones de dólares en líneas de crédito a países en África.

Durante la Cumbre del Foro India-África, Nueva Delhi también decidió fortalecer las líneas de crédito a las naciones africanas a 5.000 millones de dólares para los próximos cinco años.

Al hablar ante la Asamblea General de la ONU el mes pasado, Tharoor dijo que India había estado activamente involucrada en la NEPAD desde su mismo comienzo.

La primera Cumbre del Foro India-África, celebrada en Nueva Delhi en abril de 2008, fue un importante hito en el acercamiento diplomático indio al continente africano.

La Declaración de Nueva Delhi y el Marco para la Cooperación África-India fueron adoptados durante esa Cumbre.

(FIN/2009)

miércoles, 25 de noviembre de 2009

CAMBIO CLIMÁTICO-URUGUAY: Adaptarse con los vecinos

Por Raúl Pierri

MONTEVIDEO, 19 nov (IPS) - Uruguay debe fijar en su agenda los esfuerzos contra el recalentamiento planetario y trabajar en forma coordinada con sus vecinos de América del Sur, sostuvo uno de los científicos consultados para el Primer Informe Regional sobre Cambio Climático, elaborado por Tierramérica y presentado este jueves.

El aumento del nivel del mar y la posible salinización de las fuentes de agua potable son los principales desafíos para este país sudamericano, que debe prever formas de adaptación para la agricultura y la ganadería, dijo en rueda de prensa el científico Mario Bidegain, profesor e investigador de la Unidad de Ciencias de la Atmósfera de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República.

Bidegain señaló que, en América del Sur, mientras países centrales como Bolivia y Paraguay sufrirán especialmente un incremento de las temperaturas, aquellos con zonas costeras, como Argentina y Uruguay, padecerán más los efectos de la elevación del nivel del mar.

Mientras, Brasil invierte millones de dólares en esfuerzos para estudiar y soportar impactos, como la sabanización de la Amazonia, y ha prometido reducir entre 36,1 y 38,9 por ciento las emisiones de gases invernadero proyectadas para 2020.

El experto señaló que Uruguay no escapará al escenario mundial. El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), de 2007 –actualizado cada cinco años--, pronostica en su escenario más benigno un incremento de la temperatura media anual de entre dos y 2,5 grados para 2050. "Esto no es menor", alertó.

El informe especial de Tierramérica --un servicio de información ambiental y de desarrollo que produce la agencia IPS (Inter Press Service) y es publicado por 20 periódicos de la región-- fue elaborado sobre la base de las respuestas de 23 especialistas en cambio climático. Estos recibieron un amplio cuestionario por correo electrónico, que se complementó con diálogos telefónicos.

Varios de esos especialistas son miembros del IPCC, como Bidegain, que fue revisor de los Informes del Grupo de Trabajo I (Bases Físicas del Clima - 2007) y de El Cambio Climático y el Agua (2008).

El reporte "América Latina ante los efectos irreversibles de un planeta más caliente", de 40 páginas y disponible en Internet, tiene la intención de servir de balance periódico de la situación regional en materia de recalentamiento planetario, contando con la opinión de expertos, científicos y funcionarios, representantes de la sociedad civil y de organismos internacionales.

El trabajo fue presentado este jueves en Montevideo por su redactora, Cristina Canoura, y la editora regional de IPS para América Latina, Diana Cariboni, cuando faltan pocos días para la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se realizará entre el 7 y el 18 de diciembre en Copenhague.

Delegados de todo el mundo buscarán en la capital danesa un acuerdo para reducir las emisiones contaminantes más allá de 2012, cuando expiren los compromisos asumidos en el Protocolo de Kyoto, único instrumento internacional que obliga a abatir los gases invernadero.

"Un aspecto preocupante para Uruguay es el aumento del nivel medio del mar. Ahí hay más incertidumbre aún desde el punto de vista científico, porque hay muchas discusiones y hasta hoy en día los modelos que pronostican este tipo de variables no son del todo confiables a nivel mundial", señaló Bidegain.

El IPCC estimó para fines de este siglo una elevación de unos 60 centímetros en el nivel del mar, aunque otros científicos consideran que es demasiado cauto y alertan que el aumento podría llegar hasta más de un metro.

Esto es preocupante para Uruguay, indicó el científico, considerando que en este país se ha constatado un aumento de 10 centímetros en los últimos 60 años. Ahora sería de "por lo menos seis veces más. Eso es impactante", señaló.

"Esto, naturalmente, tiene efectos de todo tipo que uno ni siquiera imagina en la vida cotidiana. El aumento en el nivel del mar no sólo va causar inundaciones costeras, sino un proceso de salinización de las lagunas, así como de la desembocadura del río Santa Lucía (sur), donde están las tomas de agua corriente" de Montevideo, añadió.

El científico subrayó la necesidad de priorizar los esfuerzos de adaptación sobre las iniciativas de mitigación. "El cambio va a ocurrir. Los gases de efecto invernadero que ya hemos emitido van a continuar en la atmósfera. Lo que estamos viendo ahora no es por lo que estamos emitiendo hoy, sino por lo que hemos emitido en las décadas anteriores", explicó.

"Un recalentamiento para los próximos 50 años es inevitable. Eso debe quedar claro. Es inevitable, hagamos lo que hagamos. Lo que se negociará en Copenhague es un acuerdo para lograr una reducción al menos voluntaria de los gases de efecto invernadero y así tratar de que ese recalentamiento sea menor, pero lamentablemente va a continuar por varias décadas", señaló.

Bidegain explicó el concepto de irreversibilidad manejado en el informe de Tierramérica.

"Hay científicos en el mundo señalando que, con un aumento de la temperatura media mundial de más de dos grados, el sistema climático global puede tomar un nuevo estado de equilibrio, que no se sabe cuál es, en el que todos vamos a sufrir. Pero luego, aunque se realicen reducciones voluntarias o coordinadas de los gases invernadero, no se va a poder volver al clima actual", dijo.

"Nuestra sociedad está basada en el consumo de combustibles fósiles que, cuando los quemamos, sean carbón o petróleo, emiten gases invernadero. Tenemos que pensar en una nueva forma de sociedad, en un nuevo estilo de vida", sostuvo.

El científico destacó que Uruguay ha logrado avances, especialmente con la creación este año del Sistema Nacional de Respuesta al Cambio Climático, aunque subrayó la necesidad de fijar planes concretos y a largo plazo para la agricultura y la ganadería, principales sectores económicos del país que se verán afectados.

El trigo y la cebada, cultivos de invierno, serán los productos más perjudicados, según expertos en la materia. "Hay que pensar en eso de cara al futuro, cómo Uruguay va a cubrir esa falta. Prácticamente no vamos a tener trigo para fabricar pan. ¿Lo vamos a sustituir por otro cultivo? El cambio climático nos presenta oportunidades y desafíos", afirmó.

Uno de los especialistas consultados en el informe de Tierramérica, Agustín Giménez, sostuvo que "el efecto más evidente y negativo del cambio climático en Uruguay y la región (Pampa argentina y sur de Brasil) es el incremento de la variabilidad climática y mayor ocurrencia de eventos extremos".

Giménez es coordinador nacional de la Unidad de Investigación y Desarrollo de Agro-clima y Sistemas de Información del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria.

El informe de Tierramérica indica que América Latina y el Caribe podría sufrir una pérdida de ingresos agropecuarios de hasta 12 por ciento, en un escenario de cambio climático leve, y de hasta 50 por ciento en un escenario más grave.

Bidegain subrayó además la necesidad de que estos problemas tengan prioridad en los planes de los futuros gobiernos de Uruguay, que se prepara para celebrar el 29 de este mes la segunda vuelta de sus elecciones presidenciales.

Tierramérica es una plataforma multimedia de comunicación que ofrece información en español, portugués e inglés en texto, audio e imágenes. Cuenta con el auspicio del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y del Banco Mundial. (FIN/2009)

POBREZA-AMÉRICA LATINA: Urgen reformas

Por Daniela Estrada

SANTIAGO, 19 nov (IPS) - Nueve millones de latinoamericanos y caribeños caerán en la pobreza este año, y cinco millones en la indigencia, golpeados por la crisis económica mundial, concluyó el Panorama Social de América Latina 2009, estudio anual presentado este jueves en la capital chilena.

En el informe, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) proyecta que la pobreza aumentará 1,1 por ciento en comparación con 2008, de 180 millones a 189 millones de personas, y la indigencia se incrementará en 0,8 por ciento, pasando de 71 a 76 millones de personas.

De esta forma, 34,1 por ciento de la población latinoamericana terminará este año sumergida en la pobreza y 13,7 por ciento en la indigencia.

Estas cifras rompen la tendencia a la baja que se venía registrando desde 2002, cuando se inició un sexenio de crecimiento económico que finalizó el año pasado con la debacle financiera y económica mundial. Entre 2002 y 2008, 41 millones de latinoamericanos y caribeños salieron de la pobreza.

La secretaria ejecutiva de la Cepal, la mexicana Alicia Bárcena, adelantó que el producto interno bruto (PIB) de la región se contraerá entre 1,5 y 1,8 por ciento en 2009.

La turbulencia económica tendrá un menor impacto sobre la pobreza regional que anteriores coyunturas, como la crisis mexicana de 1995, la asiática de 1997 y la de las empresas "punto.com", de 2001, cuando se desinfló la burbuja especulativa generada en torno de empresas de Internet, y la argentina, de 2002.

Esto se debe a la ausencia de colapsos fiscales y de procesos inflacionarios y al aumento sostenido del gasto público en los países en los últimos años, lo cual permitió levantar sistemas de protección social.

Entre 1990 y 2007, el gasto público social por habitante pasó de 43 a 60 por ciento del gasto público total promedio de América Latina, aunque hay diferencias entre países, indica el informe.

"Es posible crecer y distribuir", destacó Bárcena.

Pese a esto, la Cepal advirtió que se retrasará el cumplimiento del primer Objetivo de Desarrollo del Milenio (ODM), que proyecta abatir a la mitad la pobreza extrema y el hambre para 2015, en relación a los indicadores de 1990.

Hasta 2008 América Latina mostraba 85 por ciento de avances en este primer ODM, progreso que caería a 78 por ciento este año.

Según este organismo, se deben fortalecer los 17 programas públicos de subvenciones asistenciales que operan en la región, entre ellos los de transferencias condicionadas como Oportunidades de México, Bolsa Familia de Brasil y Familias en Acción de Colombia, que benefician a 101 millones de personas.

"Hay que optar por un pacto fiscal que sea mucho más socialmente viable. Para ello cada sociedad tiene que establecer un diálogo social propio y generar un compromiso entre los diferentes sectores", exhortó Bárcena.

"No es posible" que una región "bastante rica" como la latinoamericana no tenga un pacto social donde haya "más solidaridad" para ir avanzando "hacia una universalidad de beneficios", insistió la representante de esta agencia de la Organización de las Naciones Unidas.

Bárcena también llamó al empresariado "a darle mayor valor social al trabajo".

"Esto depende del pacto que haga cada sociedad y cómo nos vamos de lo individual a lo colectivo", enfatizó. Es necesario hacer un "compromiso social generacional", "apostando a la siguiente generación y no a la siguiente lección", apuntó.

Además de aumentar progresivamente la carga tributaria y expandir la cobertura y calidad de las prestaciones de los sistemas de transferencias monetarias asistenciales, la Cepal llamó a "incorporar modalidades solidarias no contributivas en los sistemas de pensiones" y a expandir la cobertura de los sistemas de seguro de desempleo.

En las próximas décadas los países de la región tendrán nuevas demandas relacionadas con el cuidado de los adultos mayores por el progresivo envejecimiento de la población.

Según el Panorama Social de América Latina 2009, la pobreza es 1,7 veces más alta en menores de 15 años que en adultos y 1,15 veces mayor en mujeres que en hombres.

En Uruguay, la pobreza es 3,1 veces superior en niños que en adultos, mientras que en Chile es 1,8 veces más alta y en Nicaragua, 1,3 veces.

En Panamá la pobreza es 1,37 veces mayor en mujeres que en hombres, en Costa Rica 1,3 veces, en República Dominicana 1,25 veces, en Chile 1,24 veces y en Uruguay 1,21 veces.

El trabajo no remunerado y el cuidado de terceros impide la inserción de las mujeres al mercado del trabajo, lo que redunda en la pobreza de sus hijos, plantea el estudio.

"No importa el quintil al que pertenezcan, los hombres trabajan sólo por dinero", dejando la carga no remunerada a las mujeres, resumió Bárcena.

"El Panorama Social ha recogido los conceptos de 'pobreza de tiempo' y 'crisis del cuidado', en un llamado a que este tema no puede ser solo un pacto entre hombres y mujeres sino un asunto de políticas públicas", profundizó a IPS Sonia Montaño, directora de la División de Asuntos de Género de la Cepal.

Montaño explicó que "el Estado tiene que hacerse cargo de la provisión del cuidado infantil y, junto con las empresas, tienen que hacerse parte de la entrada de los hombres al cuidado de niños y ancianos".

"La crisis fue una lupa para mirar las fallas estructurales de nuestro modelo de desarrollo", concluyó Montaño. (FIN/2009)

martes, 17 de noviembre de 2009

El GRR frente al Congreso Forestal Mundial

Autor | Jorge Eduardo Rulli | Idioma | Español | Pais | Argentina | Publicado | 3 noviembre 2009 13:17

Frente al Congreso Forestal Mundial (CFM) nos hemos convocado desde el GRR, en defensa del monte, del bosque y de la selva. Nos hemos convocado para tomar conciencia de las nuevas amenazas y volcarlas en el papel. Nos hemos reunido asimismo para evaluar nuestros actuales ecosistemas devastados o en estado de extremo peligro y para reflexionar en relación a la profundización de la carrera extractiva a escala mundial que también especula con nuestro territorio.

Esta vez, se nos propone la forestación industrial en gran escala, un proyecto comercial que no dudamos en visualizar como una firme continuidad de las peores prácticas y agresiones a la Naturaleza y a las poblaciones, que hemos sufrido hasta el momento. Aún más todavía, pensamos que los agronegocios forestales nos proponen monocultivos, tanto o más peligrosos que los de soja.

En las relaciones neocoloniales que las Corporaciones Transnacionales y el capitalismo globalizado establecen con nuestros países, intentan reemplazar los valores de la vida por ecuaciones contables. De esa manera, se imponen criterios de crecimiento y de escala, donde se rinde culto a las tecnologías y al progreso, extraviándose totalmente, junto a toda promesa de justicia, el objetivo de procurar el buen vivir de nuestros pueblos. El resultado político de estas sumisiones de las dirigencias a los criterios del poder globalizado y a las nuevas dependencias nacionales, son la generalizada pérdida de identidad y una extendida infelicidad, además de una gigantesca deuda ecológica que hipoteca el ambiente que nos rodea y compromete la suerte de las próximas generaciones…

Frente al CFM[1] y a su publicidad engañosa respaldada por los más altos funcionarios de la Nación, reafirmamos, que los bosques y montes nativos biodiversos, son la base de la vida sobre el Planeta y que las plantaciones de árboles no son “bosques”, tal como nos lo dicen, sino que son meros monocultivos de árboles[2] . Los bosques contienen siempre fauna y flora en su seno, pero además son el hábitat natural de campesinos criollos y de pueblos originarios. Sería imposible imaginar el monte, el bosque o la selva sin la presencia de un hombre con arraigo y con una cultura adaptada a las circunstancias del hábitat y con modelos productivos en una escala local. No ocurre lo mismo con los monocultivos de árboles, no importa de qué especie sean. Frente a ellos la vida retrocede, se repliega, lo humano se ausenta y la biodiversidad desaparece. En el monocultivo de árboles, la monotonía de la plantación se nos impone sobre la fiesta de la diversidad en la Naturaleza. Desde estas perspectivas, hablar de recuperar un bosque es mucho más que plantar árboles, cualquier árbol, y en cualquier lugar. En este sentido nos parece penosa y engañosa la ceremonia de respaldo al CFM realizada por la Ministra de Defensa Nilda Garré con algunos soldados plantando un arbolito en un predio militar, y reiteramos que aquí no se trata de plantar árboles, sino del desembarco de los agronegocios forestales sobre las tierras de la sojización. Rechazamos asimismo, el anunciado uso de tierras administradas por las Fuerzas Armadas[3] para el mismo fin. En cambio, proponemos que den ejemplos de defensa de la biodiversidad y de la soberanía alimentaria, empezando por su entorno directo.

En esta etapa de post globalización, de mercados certificados y supuestas sociedades del conocimiento, los espacios dedicados a los maquillajes verdes y las complicidades de variados colores, parecieran ser la nueva regla. En especial, las grandes ONG han devenido gradualmente cómplices de las nuevas políticas diseñadas desde la Responsabilidad Social Empresarial y la Responsabilidad Social Corporativa. Ellas son servidas por un ambientalismo[4] dispuesto a encubrir los nuevos mecanismos del dominio internacional e impedir la toma de conciencia por parte de las poblaciones. En nuestros países, donde la idea de Soberanía parece haber sido borrada de los discursos y de las agendas políticas, existe sin embargo un amplio espacio para instalar temas como los de la soberanía biotecnológica. Se trata en definitiva, de los derechos que reclaman nuestras dirigencias asociadas a las Corporaciones, de disponer de los royalties y patentamientos correspondientes a las nuevas producciones científicas realizadas por encargo y bajo estrategias de ciencia e investigación empresarial, con la finalidad de replicar sobre otros países, el mismo modelo de contaminación y de saqueo que se viene imponiendo en la Argentina.

Tanto nosotros, como GRR, cuanto las redes de organizaciones afines que propiciamos se organicen en defensa del monte, del bosque y de la selva, deberíamos avanzar en el plano del pensamiento para indagar los mecanismos de estos nuevos coloniajes transnacionales, poner en descubierto las nuevas ecuaciones de la subordinación internacional, de sus inaceptables divisiones del trabajo, y develar los mecanismos ideológicos que nos impiden comprender qué es lo que nos sucede. Deberíamos ser capaces de enfrentar y anticipar a los equipos multidisciplinarios de las empresas que van cooptando los discursos, apropiándose y resignificando los conceptos con los que nos manejábamos hasta ayer. Sus usinas de pensamiento no descansan, y han logrado cambiar los desarrollos sustentables ya cooptados a sus discursos, por los de “mecanismos de desarrollos limpios” que equivalen, en definitiva, a una trampa similar. Lo mismo, cuando argumentan que los bosques nativos prístinos ya no existen, que se los puede categorizar ahora, como montes degradados, y que esto les da derecho a las empresas para continuar con el desmonte. Una vez más, se ponen con sus disposiciones por encima de la Naturaleza y en lugar de remediar o recuperar, se proponen tan sólo continuar con la devastación. Pero nosotros, por encima de torpes o engañosos argumentos, disponemos de la tremenda fuerza de la realidad y de la necesidad de recuperar los ecosistemas, verdades que nacen en esa encarnadura atormentada de América Latina, sometida a las reglas impiadosas de la contaminación y del saqueo, a la vez que a nuestra voluntad de sobrevivir.

Frente a los discursos mentirosos debemos redefinir, muy especialmente, el concepto de sustentabilidad, y debemos hacerlo desde la ecología y recordando los cambios climáticos consecuencia de los procesos de contaminación que provoca el Capitalismo globalizado. Si no somos capaces de precisar que la sustentabilidad es siempre ecológica y que debemos separarla absolutamente del concepto de rentabilidad, seremos como tantos otros, que se extravían en discursos que exaltan lo meramente social o las presuntas sustentabilidades económicas y sociales. Estos últimos discursos más tienen que ver con los criterios de rentabilidad y dominio tecnocrático que nos han colocado en la actual situación de extremo riesgo en que vivimos, y en la actualidad, devienen obsoletos y poco tienen que ver con la lucha de los Pueblos por sobrevivir. Esos discursos son perfectamente funcionales a los sistemas de explotación impuestos.

Los más grandes pensadores siempre colocaron en el hombre sus preocupaciones, en cómo afrontar sus desvaríos, sus problemas, su infelicidad o su ignorancia. Hoy el imperio de la ciencia empresarial ahoga la Naturaleza y prescinde del hombre. La pregunta que nos hacemos es: ¿quiénes son los que deciden, quiénes son los prescindibles? El primer mundo lo decide, de hecho…Ellos están generando este modelo de dominación y de negocios, no son co-habitantes del mundo, sino que deciden a gran escala qué es lo que va a ocurrir con el mundo... En un planeta globalizado y regido por las reglas férreas del consumismo, de la industria bélica y de los sistemas extractivos, los que menos consumen, serán inevitablemente los prescindibles, los nuevos condenados de la Tierra...

La Revolución Bio y Nano tecnológica que ahora se nos vende, es la continuación directa de la “Revolución Verde” que aplicó en la agricultura los criterios bélicos, los insumos tóxicos y la mecanización derivadas de las dos grandes guerras mundiales. Esa presunta Revolución verde y su continuación biotecnológica, ha generado hambre, desarraigo e inenarrable miseria en un mundo arrastrado a un proceso de graves y crecientes cambios climáticos y catástrofes ecológicas. Las últimas informaciones refieren a que la cantidad de hambrientos superaron el millar de millones de personas. Y el proceso de expulsión de poblaciones campesinas de sus territorios, continúa acelerándose, y con esos procesos aumenta de modo catastrófico la inseguridad alimentaria. En plena era de agotamiento de los recursos fósiles, es dable suponer que la finalización de la fabulosa fuente de energías que significó y aún significa el petróleo para la humanidad, provocará colapsos difíciles de prever, y que este modelo impuesto de territorios vaciados de sus poblaciones y de enormes megalópolis rodeadas de inmensos conurbanos de miseria y hacinamiento, puede significar una trampa espantosa para una parte importante de la población del planeta, condenada irremisiblemente en estas condiciones, a su desaparición física.

Nuestra experiencia es que a lo largo de los últimos años la Argentina ha desarrollado desde las empresas o desde camarillas enquistadas en los aparatos funcionariales, decisivas Políticas de Estado. Sin embargo, el conocimiento de esas políticas son reservadas tan solo a los entendidos, ni siquiera muchos de los dirigentes encargados de hacerlas cumplir, las conocen, o son conscientes de sus implicancias. Los gobiernos de la Argentina, sometidos a los nuevos dominios corporativos, no pueden transparentar los objetivos que se dan sus dirigencias cómplices, no pueden asumir los fines subalternos que los comprometen y que poco tienen que ver con sus discursos políticos públicos. Aún más todavía, los políticos electos no sólo no dan cuenta a sus bases lo que hacen, sino que ni siquiera permiten que aquellos que los votan en las barriadas populares, conozcan cuáles son las funciones que desarrollan como diputados o como senadores o en cuáles Comisiones lo hacen. En vez de estudiar las múltiples consecuencias, el análisis complejo es sustituido por estudios de impacto ambiental manejados con astucia administrativa, pero irresponsables desde lo social y desde lo ecológico. Similar a los mecanismos de un golpe militar, un sistema de secreto y complicidades, desvirtúa sistemáticamente a la Democracia y permite mantener una vida política controlada y de penumbras en la información necesaria a la interpretación de los hechos, una vida política de baja intensidad de participación en la que, enormes zonas del conocimiento son invisibilizadas o persistentemente silenciadas. Esta forma de la política es un modo de privatización de la política. Es la asfixia tecnocrática que ahoga la vida pública. En el caso del reciente Congreso Forestal Mundial ocurrió exactamente eso. Se reunieron cerca de cinco mil personas de diversos países del mundo, sin que los medios argentinos publicaran sino poquísimas líneas al respecto, y pese al enorme respaldo recibido de las más altas autoridades del Gobierno, el más grande enclave de agronegocios forestales no fue motivo de análisis –y menos aun críticos- por parte de la prensa política. Los medios optaron por las simplificaciones que caracterizan a las relaciones públicas.

En el caso de la próxima Cumbre de las Naciones Unidas en Dinamarca para tratar los protocolos frente al Cambio Climático, ocurre exactamente lo mismo. Las instrucciones públicas del Ministerio de Agricultura a la Cancillería suelen ser suficientemente anodinas y abstractas, tales como las de recomendar una mayor seguridad alimentaria en el mundo, mediante mecanismos de eficiencia productiva, a la vez que asegurar el libre comercio sin mayores impedimentos. Se trata de enmascarar el plan maestro de los intereses corporativos, que consiste en propiciar transgénicos, proponer la siembra directa para el mercado de los bonos de carbono y continuar con el respaldo irrestricto de la Argentina a la Organización Mundial de Comercio.

Nosotros como GRR, apostamos a la pequeña escala, según evidencias favorables, logradas en diferentes partes del mundo y también, por nuestras propias experiencias. Estamos ciertos que solo pequeñas escalas tienen posibilidades de subsistir en un mundo en estado de catástrofe, y además, ser sustentables. Resulta por otra parte evidente que las pequeñas comunidades autosustentables difieren en su capacidad de resiliencia de los grandes conglomerados de gente, dependientes tanto de la energía como de la provisión de alimentos desde zonas alejadas. Proponemos producciones locales y consumo local. Desde esa perspectiva, la única mitigación posible y real, es la de terminar con la dependencia de los grandes mercados y de las grandes distancias.

Mientras tanto, y pese a la evidencia incontrastable de cómo crece el hambre en el mundo y en la propia Argentina, el prolongado circo entre el gobierno y la Mesa de Enlace ha concluido con un final feliz para el sistema impuesto. En la procesión a Luján, todos los protagonistas fraternizaron de manera hipócrita. Esos acuerdos han dado frutos en un nuevo Ministerio ostensiblemente gobernado por los hombres de las empresas granarias y de la agroexportación. Resulta decisivo para el sistema establecido en la Argentina, que la imagen y los discursos políticos encubran el modelo de agronegocios corporativo basado en los sistemas extractivos y de producción de commodities, agrocombustibles y ahora árboles implantados. En ese encubrimiento y en esos simulacros, reside la posibilidad de continuar sirviendo como punta de lanza a las empresas transnacionales en el plano internacional, a la vez que operando como progresistas en el plano interior. Develar esta aparente esquizofrenia que oculta las nuevas sumisiones consentidas por una dirigencia renegada de su tierra y sus orígenes, es parte importante de la lucha que nos hemos propuesto, para recuperar un Proyecto Nacional, en una Argentina con Soberanía Alimentaria y Justicia Social.

GRR Grupo de Reflexión Rural

Primero de Noviembre de 2009

www.grr.org.ar

[1] El XIII Congreso Forestal Mundial se desarrolló en la ciudad de Buenos Aires del 18 al 23 de octubre. Si bien el foro no tiene funciones ejecutivas, sus recomendaciones son tomadas en cuenta por gobiernos y organizaciones internacionales en la formulación de sus políticas sobre medio ambiente y forestación. Cabe destacar que por primera vez este congreso incluyó una ronda de negocios. Allí participaron 205 empresas de los cinco continentes y se concretaron negocios por 36 millones de dólares.

[2] Con el fin de incentivar la actividad forestal, la Cámara de Diputados aprobó la prórroga por diez años de la ley 25.080 de Inversiones para Bosques Cultivados. La prórroga, sancionada en noviembre del 2008, tuvo el apoyo de Carlos Cheppi desde la secretaria de AGPyA y fue impulsada por los senadores Urquía, Capitanich y otros quienes presentaron el proyecto de ley.

[3] Más información sobre el plan Forestal del Bicentenario del Comando de Remonta y Veterinaria en http://www.remonta.mil.ar

[4] Como ejemplo podemos citar la iniciativa de conformar la Asociación FSC en la Argentina, que prevé transformarse en la certificadora nacional con aval del Forest Stewardship Council (FSC). Coordinada por Emiliano Ezcurra (ex Greenpeace), la asociación promueve un sistema de certificación forestal en base a estándares internacionales. Se trataría de una etiqueta “verde”, como la soja “responsable”, avalada por organizaciones supuestamente ambientalistas.

Otra agricultura para otro clima

Autor | Esther Vivas | Idioma | Español | Pais | Internacional | Publicado | 3 noviembre 2009 13:21
El actual modelo de producción agrícola y ganadero industrial contribuye a profundizar en la crisis ecológica global con un impacto directo en la generación de cambio climático. Aunque a primera vista no lo parezca, la agroindustria es una de las principales fuentes de emisión de gases de efecto invernadero.

Así lo ha puesto de relieve la campaña No te comas el mundo, en el marco de las movilizaciones de estos días en motivo de la reunión de las Naciones Unidas en Barcelona sobre cambio climático, previa a la crucial cumbre de Copenhague (COP15) en diciembre donde debe aprobarse un nuevo tratado que sustituya al de Kyoto.

Según la campaña, entre un 44 y un 57% de las emisiones de gases de efecto invernadero son provocadas por el actual modelo de producción, distribución y consumo de alimentos. Una cifra resultado de sumar las emisiones de las actividades estrictamente agrícolas (11-15%), de la deforestación (15-18%), del procesamiento, transporte y refrigeración de los alimentos (15-20%) y de los residuos orgánicos (3-4%).

Y es que no podemos olvidar los elementos que caracterizan a este sistema de producción de alimentos: intensivo, industrial, kilométrico, deslocalizado y petrodependiente. Veámoslo en detalle. Intensivo, porque lleva a cabo una sobre-explotación de los suelos y de los recursos naturales que acaba generando la liberación de gases de efecto invernadero por parte de bosques, campos de cultivo y pastos. Al anteponer la productividad, por delante del cuidado del medio ambiente y la regeneración de la tierra, se rompe el equilibrio mediante el cual los suelos capturan y almacenan carbono, contribuyendo a la estabilidad climática.

Industrial, porque consiste en un modelo de producción mecanizado, con uso de agroquímicos, monocultivos, etc. La utilización de grandes tractores para labrar la tierra y procesar la comida contribuye a la liberación de más CO2. Los fertilizantes químicos utilizados en la agricultura y en la ganadería moderna generan una importante cantidad de óxido nitroso, una de las principales fuentes de emisión de gases de efecto invernadero. Asimismo, la quema de bosques, selvas... para convertirlos en pastos o monocultivos acaba afectando gravemente a la biodiversidad y contribuye a la liberación masiva de carbono.

Kilométrico y petrodependiente, porque se trata de una producción de mercancías deslocalizada en búsqueda de la mano de obra más barata y de la legislación medioambiental más laxa. Los alimentos que consumimos recorren miles de kilómetros antes de llegar a nuestra mesa con el consiguiente impacto medioambiental. Se calcula que en la actualidad, la mayor parte de los alimentos viajan entre 2.500 y 4.000 kilómetros antes de ser consumidos, un 25% más que en 1980. Nos encontramos ante una situación totalmente insostenible donde, por ejemplo, la energía para mandar unas lechugas de Almería a Holanda es tres veces superior a la utilizada para cultivarlas, a la vez que consumimos alimentos que provienen de la otra punta del mundo cuando muchos de éstos se cultivan también a nivel local.

La ganadería industrial es otro de los principales generadores de gases de efecto invernadero y su avance ha significado una mayor deforestación con un 26% de la superficie terrestre dedicada a pastos y el 33% a la producción de grano para piensos. Sus porcentajes de emisión equivalen al 9% de las emisiones de CO2 (principalmente por deforestación), el 37% de las de metano (por la digestión de los rumiantes) y el 65% del óxido nitroso (por el estiércol).

Este modelo de alimentación kilométrica y viajera, así como el alto uso de agroquímicos derivados del petróleo, implica una fuerte dependencia de los recursos fósiles. En consecuencia, en la medida en que el modelo productivo agrícola y ganadero industrial depende fuertemente del petróleo, la crisis alimentaria, la crisis energética y la crisis climática están íntimamente relacionadas.

Pero a pesar de estos datos, podemos parar el cambio climático y la agricultura campesina, local y agroecológica, como señala el centro de investigación GRAIN, puede contribuir de forma determinante a ello. Se trata de devolverle a la tierra la materia orgánica que se le ha quitado, después de que la revolución verde haya agotado los suelos con el uso intensivo de fertilizantes químicos, pesticidas, etc. Para hacerlo, hace falta apostar por técnicas agrícolas sostenibles que pueden aumentar gradualmente la materia orgánica de la tierra en un 2% en un periodo de cincuenta años, restituyendo el porcentaje eliminado desde la década de los 60.

Es necesario apostar por un modelo de producción diversificado, incorporando praderas y abono verde, integrando de nuevo la producción animal en el cultivo agrícola, con árboles y plantas silvestres, así como promover circuitos cortos de comercialización y la venta directa en mercados locales. Con estas prácticas, se calcula que sería posible capturar hasta 2/3 del actual exceso de CO2 en la atmósfera. El movimiento internacional de La Vía Campesina lo tiene claro cuando señala que “la agricultura campesina puede enfriar el planeta”.

Asimismo, hay que denunciar las falsas soluciones del capitalismo verde al cambio climático como la energía nuclear, los agrocombustibles u otras, así como los lobbies empresariales que buscan mercantilizar el tratado de Copenhague. Desde distintos movimientos sociales se exige “justicia climática”, frente a los mecanismos de mercado incorporados en el protocolo de Kyoto y que tendrán continuidad en Copenhague. Una justicia climática que debe ir a la par con la “justicia social”, ligando la lucha contra la crisis ecológica global con el combate contra la crisis económica que afecta a amplios sectores populares, en base a una perspectiva anticapitalista y ecosocialista. Para que el clima no cambie, hay que cambiar el mundo.

Esther Vivas es autora “Del campo al plato” (Icaria, 2009). Artículo publicado en Público, 03/11/09.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Crisis climática y remiendos engañosos

Autor | Biodiversidad, sustento y culturas | Idioma | Español | Pais | América Latina | Publicado | 3 noviembre 2009 13:37

Ni los funcionarios de las agencias internacionales multilaterales ni de los gobiernos particulares, y mucho menos las empresas privadas, están enfrentando la crisis climática que vive el planeta. No la enfrentan en toda su magnitud ni en sus orígenes. No tocan los intereses que la promueven.

No fomentan las respuestas reales que podrían, si no remediarla (porque su complejidad es muy extrema), por lo menos aminorarla o frenar su posible y pronto estallido para tal vez entonces encarrilar el mundo en otra dirección más posible, justa y respetuosa. Esta vez presentamos voces que, desde diversos rincones desnudan algún aspecto crucial para entender esta crisis climática, o nos muestran algunas posibles alternativas al extremo desequilibrio planetario al que nos encaminamos si seguimos los remiendos industriales y seudocientíficos que promocionan como solución.

Al decir que el desarrollo de la industria automotriz es la ama y señora de la acumulación de capital global, hay que mirar el espacio donde se consumen los vehículos automotores. Ésta es una de las pequeñas causas del calentamiento global. Nada más producen 80 millones de autos al año y se sobreproducen 20 millones. Lo que los poderosos necesitan ahora no es regular el calentamiento global, “ése no es el problema”. Lo que requieren es mantener en alto la tasa de crecimiento de la industria automotriz. Grave no es que se derrita el casquete polar del norte, sino que del petróleo que existe en el planeta, la mitad que se produjo hace 400 millones de años, ya se acabó. Queda la otra mitad. En 150 años de uso de petróleo se acabó la mitad.

En la idea de mantener la tasa de crecimiento industrial, la tasa de crecimiento urbano, la dinámica actual el planeta, se calcula que la otra mitad de reservas petroleras sirven para 30 años más. Porque la idea que tienen las empresas es mantener en alto la demanda del petróleo, no dejarlo ahí en el subsuelo y desperdiciarlo. Se trata de meterlo en la dinámica de la acumulación global pero, pues sí, “quemarlo de manera ecológica”. Que se pueda quemar cumpliendo los Protocolos de Kyoto o algún nuevo protocolo que se inventen.

Ésta es la treta de Bush con el invento de los “biocombustibles”. Es regular un poco, maquillar luego de tantos años diciendo que no había calentamiento global, ahora que ya es insostenible seguirlo negando. Se han pasado los últimos ocho años corrompiendo científicos, para que hagan lobby, informes y declaraciones en todos los paneles internacionales, lo que ocasionó que ya los hayan expulsado a todos de las asociaciones y academias de ciencia por la magnitud de las manipulaciones y mentiras que montaron. Entonces se comienza a impulsar el etanol para reducir las emisiones de CO2 y suplantar el mtb (Metil-Tributil-Éter que produce cáncer) resolviendo, según ellos, el desprestigio que ha generado el mtb como regulador del octanaje de los tanques de gasolina, sin frenar el crecimiento de la industria automotriz global.

El verdadero peligro sigue siendo la industria automotriz y el patrón petrolero y no se hace nada por regular la fuente del calentamiento global que es el transporte mundial. No sólo es un problema en las ciudades —por supuesto que ahí se concentra. Se distribuye en todo el planeta y tiene que ver con la locura: no sólo son los vehículos automotores, es la red de aviones —una que va creciendo brutalmente y tiene también líos de sobreproducción.

Es también la brutal cantidad de petróleo que tiran los barcos por uso de oleocombustible, cuando navegan por el planeta; la contaminación de todas las redes de transporte, desbocadas con esta revolución intermodal que las multiplica y las integra como autómata global.

Las redes de comunicación también generan un problema de contaminación que tiene que ver con el desarrollo sin límite de todas las ciudades en todo el planeta en una dinámica de urbanización brutal que no sólo genera calentamiento global sino la destrucción del ciclo del agua.

En realidad el tema de los biocombustibles es la típica manipulación de un problema de fondo que no están resolviendo: es la crisis general del patrón tecnológico con el que emprendieron el proceso de globalización.

No podemos pelear sólo contra los agrocombustibles que por supuesto entrañan todos los peligros señalados: ellos mismos no lo detienen, contribuyen más al calentamiento global e introducen un problema que no había —la alianza entre la industria automotriz y la agroindustria. eua no sabía dónde colocar sus excedentes de maíz hasta que comenzó a inventar en 2002 la producción de etanol con base en maíz. Y comenzó la euforia en la bolsa de valores de Chicago por el alza en los precios del maíz.

Y tienen otra crisis: una de legitimidad en la innovación tecnológica. Toda esta oleada de nuevas tecnologías —de la ingeniería genética a la nanotecnología, o la geoingeniería, estos nuevos dispositivos que se inventan las empresas de punta— está acumulando una cantidad enorme de imprevistos (técnicos, ambientales) que se suman en una lógica de caos muy, muy enorme. Andrés Barreda, Los agrocombustibles no resuelven nada y Estados Unidos es adicto al petróleo, Conferencia en la Universidad de Montevideo, abril, 2007, Biodiversidad 54, octubre de 2007

Los remiendos tecnológicos se han vuelto el opio de los políticos —el mejor modo de evitar el gran peso de tomar decisiones esperando que los problemas reales se desvanezcan (por lo menos hasta después de las siguientes elecciones) en la plácida bruma azul de los mecheros de Bunsen, infaltables en los laboratorios.

La geoingeniería, opinan los científicos autores del informe de la Royal Society, debe ser un distante e insatisfactorio Plan B (al menos eso dicen esperar), que únicamente considerarían si uno o más eventos climáticos “desencadenantes” aventaran a la humanidad al borde de la catástrofe: la rápida liberación de gas metano de la tundra ártica; un colapso de los hielos permanentes de Groenlandia o, tal vez, incluso que los gobiernos fracasen al fijar el rumbo en la crucial conferencia de cambio climático en Copenhague en diciembre, y que sea imposible recomponer el planeta a partir del caos. El informe reconoce que hay muchos modos de hacerle geoingeniería al planeta y admiten que sabemos muy poco de los impactos ambientales y sociales de la misma. Así, los autores del informe proponen, modestamente, que el gobierno del Reino Unido invierta 10 millones de libras esterlinas anuales por más de diez años en investigación de geoingeniería. La mayor parte de esta investigación (los lectores nos relajamos) serán simulaciones de computadora y con monitoreo —pero el informe recomienda también pruebas de campo para varias de las tecnologías. Como cuerpo científico, en sus comunicaciones con la Royal Society argumentan que para ellos sería irresponsable no estudiar la geoingeniería o no equipar a los gobiernos y la sociedad con sus mejores análisis de los riesgos y beneficios implicados. Los funcionarios resaltan el creciente interés de los medios por la geoingeniería durante los últimos meses e insisten en que se sienten obligados a emprender la ingrata tarea de brindarle “rigor científico” a un debate cada vez más polémico.

Pero esto depende de dónde está uno parado. Si uno es un miembro del G-8 y especialmente si se es El Miembro del G-8 que impulsó la Revolución Industrial que está ocasionando el cambio climático —uno puede tener algo de confianza en que la geo-ingeniería es la clase de remedio que a uno le conviene.

Sólo los países más ricos del mundo pueden realmente congregar la maquinaria y los programas (digamos el hardware y el software) necesarios para reacomodar el clima y reajustar el termostato. Y puede uno confiar en que el costo de la geoingeniería sea mucho menor que el 2% del producto interno bruto global por año que se espera sea el costo conservador de reducir las emisiones de gases con efecto de invernadero.

Y como será su dinero, sus científicos y sus compañías los que emprendan los experimentos y desplieguen la geoingeniería, podrán confiar, relativamente, en que controlarán el proceso y protegerán a su población. Y como ustedes ya saben que el proceso de Copenhague anda en problemas y el clima está en gran riesgo, es muy relajante contar con un Plan B en el bolsillo trasero del pantalón.

Entonces, los únicos contentos con el informe de la Royal Society son: los científicos que ya emprendieron investigaciones en geoingeniería, las industrias que podrán lucrar de la experimentación y el despliegue, y los gobiernos y las corporaciones que esperan que esta bala de plata les permita evadir la bala de la crítica pública este diciembre en Copenhague. Lo único que necesitaban es que la Royal Society le diera “luz amarilla” a los gobiernos para favorecer más investigación y experimentación. Saben que la geoingeniería será difícil de tragar por el público que ya desconfía de la ciencia, de la industria y de sus gobiernos en lo tocante al cambio climático, pero están convencidos de que si Copenhague fracasa el mundo se pondrá a sus pies.

Tal vez, sin querer, la Royal Society les puso el juego en las manos. Últimamente las recomendaciones de la Royal Society se construyen en la arena de la ignorancia y la vanidad. Si no se reconoce el abismo entre países ricos y pobres, la geoingeniería es geopiratería. Grupo etc, “El informe de la Royal Society sobre Geoingeniería para el clima: geoingeniería o geopiratería”, 4 de septiembre de 2009

Métodos de mayor confrontación. Cuando el vicepresidente Al Gore comenzó a dar su respaldo a la desobediencia civil en lo tocante al cambio climático, Abigail Singer, activista de Rising Tide, una de las principales redes de base organizadas en pos del clima, dijo: “sería más convincente si pusiera su cuerpo donde pone la boca”. Y tenía tanta razón. A como van las cosas, James Hansen (de 68 años de edad, supuestamente el investigador más acucioso y famoso del clima aún vivo), ha sido menos reticente en ponerse en la línea del frente. Su involucramiento le ha conferido gran respetabilidad a quienes asumen métodos de más confrontación para expresar su disenso, y la trayectoria de su compromiso político engarza con una tendencia importante.

A lo largo de los ochenta y los noventa Hansen publicó muchos documentos innovadores que demostraron la realidad del calentamiento del planeta. Pero Hansen asumió que el trabajo de quienes documentaban el cambio climático tendría por resultado un remedio legislativo expédito, como ocurrió a principios de los ochenta cuando los investigadores del trabajo demostraron que la actividad humana era la responsable de un agujero en la capa de ozono, lo que dio por resultado el tratado de 1987 contra los clorofluorocarbonos.

“Es muy paciente”, dijo su esposa. Y se ha mantenido trabajando y publicando, pensando que alguien haría algo. Esta vez, sin embargo, los intereses industriales han probado estar muy atrincherados. Ahora, con el fin de agilizar unas gélidas y lentas negociaciones en torno al clima, Hansen comenzó a expresarse y más recientemente, a arriesgar ser arrestado en las manifestaciones. Hansen y otros motivados a confrontar a los capitanes de la industria han concluido que, a menos que haya un contrapeso público al dinero organizado de quienes lucran del sistema, lo que la ciencia tenga que decir es en gran medida irrelevante, no importa lo convincente que sea a nivel teórico. A menos que los ciudadanos se vuelvan inconvenientes, la verdad seguirá siendo una consideración menor. Mark Engler, Climate disobedience, TomDispatch, 13 de agosto de 2009

“ No podemos convertir la Amazonia en un santuario de la humanidad” indicó en entrevista con el canal tv5 y Radio Francia Internacional, el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, y señaló que “todos los países deben pagar lo mismo” en concepto de emisión de gases con efecto de invernadero. El mandatario indicó que su gobierno “hizo mucho por el ambiente” y afirmó que este año la deforestación del bosque tropical fue la menor en los últimos 20 años, aunque destacó que la región necesita desarrollarse. Según Lula, que subrayó la necesidad de “desarrollar correctamente la Amazonia”, unos 20 millones de personas viven en el bosque tropical y aspiran “a tener acceso a los mismos bienes materiales que nosotros”. Nota de El País, “No podemos convertir la Amazonia en un santuario de la humanidad” dice Lula, 6 de septiembre de 2009.

La inclusión de los bosques en el mercado de carbono, o redd (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación) ha causado ansiedad, protesta e indignación en diversas partes del mundo.

Australia e Indonesia anticiparon que en las conversaciones sobre cambio climático en Bonn, Alemania, presentaron un plan de comercio de carbono que utilizará los bosques de Asia y el Pacifico como un medio económico para compensar las emisiones de la industria local.

Australia prepara a Indonesia para vender créditos de carbono basados en el carbono almacenado en los bosques, y habrá sesiones técnicas para los funcionarios sobre cómo supervisar el programa redd.

Ambos países desarrollan dos proyectos de demostra-ción redd por un valor de 200 millones de dólares que será presentado en las negociaciones sobre el clima de diciembre de 2009 en Copenhague, Dinamarca.

El Foro Internacional de los Pueblos Indígenas sobre Cambio Climático declaró que: “…redd nos despojará de nuestras tierras… y los comerciantes de carbono tendrán control sobre nuestros bosques” lo que afectaría a 60 millones de indígenas que dependen de los bosques.

El Programa onu-redd fue puesto en marcha por el secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki-moon y el primer ministro de Noruega, con la colaboración de la fao, el pnud, el pnuma y el Banco Mundial.

Las objeciones y los temores de los pueblos indígenas fueron confirmados por el propio Documento Marco del Programa onu-redd donde se afirma que el programa podría “privar a las comunidades de sus legítimas aspiraciones de desarrollar sus tierras”.

En las páginas 4 y 5 de dicho documento se declara que los “avances en el área del manejo forestal podrían perderse”; que “podría causar la clausura de los bosques al desvincular la conservación del desarrollo o la erosión de las prácticas de conservación sin fines de lucro, basadas en valores culturales”.

Se destacó que “los beneficios de redd en algunas circunstancias, podrían tener que canjearse por otros beneficios sociales, económicos y ambientales”.

En el prudente lenguaje típico de Naciones Unidas, el documento reconoce también que redd podría causar graves violaciones de los derechos humanos y ser desastroso para los pobres, ya que redd puede “marginalizar a los sin tierra y aquellos… con derechos comunales de uso”. Ver http://www.undp.org

La expansión de las plantaciones de palma aceitera generalmente tiene lugar a costa de la transformación de ecosistemas naturales, especialmente bosques húmedos tropicales. Esto tiene efectos nefastos, por un lado porque estos bosques son el hogar de poblaciones muy tradicionales que han aprendido a lo largo de milenios a comprender el bosque y a usarlo respetando su dinámica natural. Por otro lado, la destrucción del bosque implica la liberación de dióxido de carbono (CO2) —uno de los gases con efecto de invernadero, cuya acumulación en la atmósfera es responsable del calentamiento global y el consiguiente cambio climático. Y no sólo eso, sino que si se hace un balance de CO2 comparativo entre los dos sistemas (el bosque y las plantaciones), veremos que los bosques tropicales, por su complejidad, almacenan y fijan mucho más carbono.

Las plantaciones de palma, como cualquier monocultivo en gran escala, demandan una gran cantidad de insumos en base de combustibles fósiles, que liberan carbono. También requieren plaguicidas, por la gran cantidad de plagas y enfermedades que infestan estas plantaciones, así como herbicidas, para combatir cualquier especie de planta que no sea palma y que pueda competir por el agua y los nutrientes. Todo esto produce otro desbalance de carbono, a lo que se suma que el agrodiésel producido a partir de aceite de palma generalmente tiene como destino la exportación. A su vez, el proceso de transporte que esto requiere genera más emisiones de CO2.

Es posible que el consumidor europeo que utilice el aceite o el agrodiésel de palma producido en un país tropical tenga la sensación de que está usando un combustible “ecológico” o “verde”. Pero ignora que ese combustible ha viajado desde el otro lado del mundo, quemando a lo largo de su viaje combustibles fósiles, y lo que es más grave, destruyendo la forma de vida de cientos de comunidades locales y de ecosistemas naturales.

Es por todo eso que las plantaciones de palma para agrodiésel no sólo agravan el cambio climático sino que además impactan sobre los ecosistemas y las comunidades donde se implantan. Elizabeth Bravo, Instituto de Estudios Ecologistas del Tercer Mundo, Ecuador, Boletín del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM), 21 de septiembre, 2009

“ Toda la contabilidad sobre el carbono fijado por las plantaciones es muy inexacta”. Así aseguró a la BBC, Javier Baltodanode Comunidades Ecologistas La Ceiba (Coeco-Ceiba), una de las organizaciones ambientales más combativas del país, porque en Costa Rica hay importantes sectores ecologistas que no comparten la visión optimista del programa C-Neutral del gobierno. Dice Baltodano: “Se calcula que una plantación de melina fija seis toneladas de carbono por año, en promedio. Pero hay plantaciones que fijan dos toneladas y otras que fijan 20, debido a diferentes crecimientos y a otros múltiples factores. Tampoco es posible determinar la permanencia de esa plantación”, agregó, pues unos árboles se talan antes de tiempo, se queman o, simplemente, no pegan”, explica.

Baltodano asegura que el mecanismo de siembra de árboles para fijar el CO2 no está contemplado en los protocolos que regulan esos procedimientos en el marco del acuerdo de Kyoto precisamente por la dificultad de medir su eficacia.

Para mostrar la limitación de este proceso, señala que sólo para fijar todo el carbono emitido por el consumo de diésel en Costa Rica se necesitaría 1.5 millones de hectáreas de árboles sembrados. Y todo el país tiene apenas unas cinco millones de hectáreas. O sea, la contabilidad no calza. Gilberto Lopes, “Polémica en Costa Rica”, es.corank.com, agosto 2009

Lidiar con el cambio climático implica reducir en forma drástica e inmediata la cantidad de combustibles fósiles que extraemos y quemamos. La idea de utilizar las plantaciones para neutralizar estas emisiones es contraproducente ya que, en realidad, proporciona una falsa excusa para seguir quemando carbón, petróleo y gas. Mientras haya espacio para más plantaciones (sin importar su impacto sobre las comunidades y los ecosistemas) los intereses comerciales querrán hacernos creer que podemos seguir construyendo más refinerías de petróleo y minas de carbón.

Al mismo tiempo, es imposible para nosotros cuantificar la cantidad de carbono que una plantación dada es capaz de secuestrar. Esto significa que todas las metodologías para definir la cantidad exacta de ‘toneladas de carbono’ absorbido, desde la plantación hasta el caño de escape, son tonterías. Lo único que podemos decir con alguna certeza científica es que los monocultivos de árboles son mucho menos eficaces que los bosques primarios para almacenar carbono.

Lo irónico es que las comunidades que normalmente son desalojadas para establecer las plantaciones de árboles, suelen ser las que llevaban una vida sustentable, con escasa emisión de carbono. Utilizar las plantaciones para compensar las emisiones de los individuos, empresas o países del Norte es una suerte de “colonialismo del carbono” —una nueva forma de la apropiación de la tierra por la que se caracterizó la historia colonial. Kevin Smith, Carbon Trade Watch, Reino Unido, Boletín del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM), 21 de septiembre, 2009

El famoso biochar que supone desarrollar extensas plantaciones de árboles para después quemar su biomasa hasta convertirla en carbón, y luego enterrarla —lo que supuestamente “secuestra carbón hacia el suelo y le incrementa la fertilidad”, es una extrapolación bastante aventurada de las prácticas ancestrales de ciertos pueblos amazónicos que durante milenios han promovido mayor fertilidad de sus suelos con carbón (la llamada terra preta o “tierra oscura”). Pero les llevó milenios el proceso. En cambio, lo que ahora se propone, con gran ignorancia e irresponsabilidad, es extremar la intensidad del proceso (y su escala) para hacerlo “viable” en pocos meses, o semanas, o de manera instantánea. Es decir, el biochar termina siendo uno más de los experimentos industriales, en este caso muy violento y sumamente nocivo, que promueve el monocultivo, los fertilizantes, la homogenización de la biodiversidad y la expulsión de campesinos de sus tierras para supuestamente mitigar el cambio climático con más calor. Como ponerle gasolina al fuego. Biochar; como ponerle gasolina al fuego, Biodiversidad 61, p. 52

Una coalición de compañías emergentes, consultores y algunos especialistas en suelos promueven una nueva “solución” para el cambio climático: convertir grandes cantidades de madera y otros tipos de biomasa a un fino polvo de carbón vegetal (eufemísticamente llamado biochar, “biological charcoal”,carbón vegetal en inglés) que se aplicaría a suelos agrícolas. Causa gran preocupación que sus promotores, organizados en la Iniciativa Internacional para el Biochar, argumenten que el carbono del carbón vegetal permanecerá en el suelo por miles de años y “compensará” la quema de combustible fósil, y que el carbón vegetal aportará mayor fertilidad a los suelos. Ellos clasifican a toda la biomasa como “carbono neutral”, ya sea que provenga de plantaciones de árboles o de despojar enormes superficies de cultivos y de bosques de sus residuos vegetales. Ninguno de los argumentos está demostrado.

No existe una comprensión acabada de los impactos del carbón vegetal en el clima, y hasta podrían ser negativos, incluso en una pequeña escala.

El carbón vegetal no es en sí mismo un fertilizante. Los agricultores indígenas lograron combinarlo con residuos orgánicos para aportar mayor fertilidad a los suelos, pero lo que proponen los defensores del biochar exigiría despojar grandes extensiones de tierra de los residuos vegetales de cultivos y bosques para fabricar carbón vegetal, en un proceso muy distinto. La eliminación generalizada de residuos agota el suelo y aumenta las probabilidades de erosión, y deja a los bosques más vulnerables y menos biodiversos. También causaría dependencia de los fertilizantes basados en combustible fósil, porque los residuos ya no volverán al suelo.

No se ha tenido en cuenta el potencial de contaminación del suelo y el aire, que podría ser grave.

No existe una cantidad de residuos tal que pueda producir las cantidades de carbón vegetal que se anuncian. La madera es el tipo de biomasa de la que se obtiene más carbón vegetal, y se necesitarían grandes cantidades y a bajo costo. Las plantaciones industriales de árboles son la fuente más probable de biochar a gran escala. El anunciado “potencial” de miles de millones de toneladas de biochar se basa en la falsa idea de que hay vastas superficies de tierras de cultivo “abandonadas” que podrían ser apropiadas, como si la gente, la biodiversidad y el clima no dependieran de tierras que no están todavía en régimen de monocultivos. Los mismos argumentos se han utilizado para justificar la apropiación de grandes zonas de pastizal, tierras comunitarias y bosques, con consecuencias desastrosas para la gente y también para el clima, ya que cuando se cortan los árboles y otro tipo de vegetación, y se ara la tierra, se liberan grandes cantidades de carbono, y junto con la gente otras actividades agrícolas son empujadas a los bosques que van quedando en pie.

Además, las propuestas de incluir el biochar en el Mecanismo de Desarrollo Limpio (mdl) del Convenio sobre Cambio Climático no se limitan a los “residuos”. Ya se aprobó la primera metodología mdl para dedicar plantaciones de árboles a carbón vegetal como combustible, para la empresa Plantar en Minas Gerais, Brasil. Si los defensores del biochar se salen con la suya, es posible que tengamos muchos más eucaliptos y otros monocultivos para carbón vegetal, lo que significa más apropiaciones de tierra y más catástrofes para los pueblos indígenas y los campesinos de los países del sur. Almuth Ernsting, BiofuelWatch, Reino Unido, Boletín del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (wrm), 21 de septiembre, 2009

Los agricultores están perdiendo variedades tradicionales de semillas debido al creciente control de las corporaciones sobre lo que siembran, lo que obstaculiza su capacidad para hacer frente al cambio climático, dijo el International Institute for Environment and Development (iied). El instituto señala que la diversidad de las semillas tradicionales se reduce aceleradamente, lo que significa que valiosos rasgos como la resistencia a las inundaciones y las plagas podrían perderse para siempre.

“Donde las comunidades agrícolas han sido capaces de mantener su variedades tradicionales, ya las están usando para lidiar con el impacto del cambio climático”, dijo Krystyna Swiderska, líder de proyecto en el iied.

“Pero esas variedades están siendo reemplazadas por un rango más reducido de semillas ‘modernas’ que son fuertemente promocionadas por las corporaciones y subvencionadas por los gobiernos”, agregó Swiderska.

Organizaciones asociadas al iied en China, India, Kenia y Perú participaron en la investigación detrás del informe.

El documento indica que un tratado internacional sobre la protección de nuevas variedades de plantas —conocido como upov— protege las ganancias de las corporaciones privadas pero no reconoce o protege los derechos y el conocimiento de los agricultores pobres.

“Los gobiernos occidentales y la industria de las semilleras quieren actualizar la Convención upov para proveer derechos de exclusividad mas estrictos para los criadores comerciales de plantas”, dijo Swiderska.

“Esto promoverá la pérdida de la diversidad de semillas en la que se basa la resistencia de las comunidades pobres frente a las condiciones climáticas cambiantes”, agregó. Reuters: “Pérdida variedad semillas complicaría respuesta a cambio clima”, 7 de septiembre de 2009, http://noticias.terra.com

Hay cinco pasos inescapables en busca de una agricultura que ayude a remediar la crisis climática. 1. Un viraje hacia métodos sustentables e integrados de producción. Las separaciones artificiales y las simplificaciones que trajo consigo la agricultura industrial deben deshacerse, y deben de reunirse de nuevo los diferentes elementos que conforman los sistemas agrícolas sustentables. Los cultivos y los animales deben reintegrarse de nuevo en la finca. La biodiversidad agrícola tiene que tornarse, de nuevo, el fundamento de la producción alimentaria y debe reactivarse el sistema de cuidado e intercambio de semillas.

Los fertilizantes y lo plaguicidas químicos deben sustituirse por formas naturales de mantener el suelo saludable y de controlar plagas y enfermedades. Reestructurar así el sistema alimentario ayudará a crear las condiciones que permitan emisiones cercanas a cero en las fincas.

2. Reconstituir el suelo y retener el agua. Tenemos que tomar el suelo en serio. Necesitamos un esfuerzo global masivo para volver a juntar materia orgánica en los suelos, y así devolverle fertilidad. Décadas de maltrato de suelos con químicos en algunos lugares, y la erosión de los suelos en otras partes, dejaron los suelos exhaustos. Los suelos saludables, ricos en materia orgánica, pueden retener enormes cantidades de agua, que serán necesarios para crearle al sistema agrícola la flexibilidad y el aguante necesarios como para resistir las crisis climática y de agua que ya se ciernen sobre nosotros. Aumentar la materia orgánica en los suelos de todo el mundo ayudará a capturar cantidades sustanciales del actual exceso de CO2 que hay en la atmósfera.

3. Desindustrializar la agricultura, ahorrar energía y mantener a la gente en su tierra. La agricultura familiar en pequeña escala debe volver a ser el fundamento de la producción de alimentos. Haber permitido la enorme acumulación de empresas de agricultura mega-industrial que producen mercancías para el mercado internacional en lugar de comida para la gente, provoca ámbitos rurales vacíos, ciudades sobrepobladas y la destrucción de muchos modos de sustento y cultura en el proceso. Desindustrializar la agricultura ayudaría también a terminar con el tremendo desperdicio de energía que ahora produce el sistema de agricultura industrial.

4. Cultivar en las inmediaciones y cortar el comercio internacional. Uno de los principios de la soberanía alimentaria es priorizar los mercados locales sobre el comercio internacional. El comercio internacional de alimentos en consorcio con las industrias de procesamiento y los supermercados en cadena son quienes más contribuyen a la crisis climática. Todo esto puede detenerse en gran medida si se reorienta la producción de alimentos a los mercados locales y a la subsistencia familiar, comunitaria. Lograr esto es probablemente la lucha más dura de todas, ya que el poder corporativo se ha concentrado en mantener el sistema de comercio creciendo y en expansión. Y muchos gobiernos están felices con esto. Algo que debe cambiar si somos serios en nuestra respuesta a la crisis climática.

5. Cortar la economía de la carne y buscar una dieta más sana. Tal vez la transformación más profunda y destructiva que conlleva el sistema alimentario industrial es la industrialización del sector ganadero. Lo que solía ser una parte integral y sustentable de los modos de vida rurales, es ahora un sistema de fábricas mega-industriales de carne diseminadas por todo el mundo, controladas por unos cuantos. La economía de la carne a nivel internacional, que ha crecido cinco veces en las últimas décadas, contribuye a la crisis climática de un modo enorme. Ha ayudado a provocar el problema de obesidad en los países ricos, y ha destruido —mediante subsidios y comercio desleal— la producción local de carne en los países pobres. Esto debe detenerse, y las tendencias de consumo, especialmente en los países ricos, deben alejarse de la carne. El mundo necesita regresar a un sistema descentralizado de producción y distribución de carne, organizado de acuerdo a las necesidades de la gente. Deben restaurarse y recuperarse los mercados que surten carne de pequeñas fincas a los mercados locales, a precios justos. Debe frenarse el comercio desleal a nivel internacional. GRAIN, Cinco pasos urgentes, recuadro de “El fracaso del sistema alimentario transnacional”, http://www.grain.org

Mientras las predicciones científicas sobre la catástrofe climática continúan creciendo, los mandatarios mundiales se reunirán en Copenhague en diciembre de 2009 —del 7 al 18 de diciembre de 2009— para la Convención Marco sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (unfccc en sus siglas en inglés). Las soluciones que están siendo discutidas por esta Convención continúan permitiendo que los grandes consumidores de energía sigan contaminando con impunidad mientras pagan a otros para implementar proyectos que supuestamente capturan carbono. El Protocolo de Kyoto y los mecanismos de mercado que éste ha implementado han fracasado para reducir las emisiones de efecto invernadero y ralentizar los cambios debidos al clima.

A pesar de la urgencia de la situación, esta Convención ha fracasado radicalmente a la hora de cuestionar los actuales modelos de consumo y producción basados en la ilusión del crecimiento continuo. En vez de ello, han inventado nuevas oportunidades de negocio para que el sector privado siga acumulando enormes beneficios a expensas de la destrucción del planeta. El carbono se ha convertido en una nueva “mercancía” en manos de los especuladores, que la utilizan como un nuevo producto de esa economía ficticia que nos ha llevado hasta la actual crisis económica.

La agricultura se encuentra en el centro de las conversaciones sobre el clima. Según las estadísticas, las prácticas agrícolas contribuyeron alrededor del 17 por ciento en las emisiones mundiales entre 1990 y 2005. Además, el aumento de la presión sobre las tierras agrícolas es probable que sea uno de los principales impulsores de la deforestación, el otro gran contribuyente a las emisiones de gases con efecto de invernadero. En realidad, la destrucción de los bosques, así como la degradación del ambiente desde el sector agrícola proceden principalmente de la agricultura industrial. La agroindustria y las grandes extensiones de monocultivos provocan un uso intensivo de fertilizantes químicos procedentes del petróleo, plaguicidas y maquinaria, convirtiendo los bosques y praderas ricos en carbono en desiertos verdes, y se basan en una larga e innecesaria transformación secundaria y enlaces de transporte.

Por su parte, la agricultura campesina de pequeña escala es una solución clave para el cambio climático. Contribuye a enfriar el planeta y juega un papel vital en la relocalización de economías que nos permitirán vivir en una sociedad sostenible. La producción local sustentable de alimentos utiliza menos energía, elimina la dependencia respecto a productos alimentarios animales importados y retiene carbono en la tierra al mismo tiempo que aumenta su biodiversidad. Las semillas locales se adaptan mejor a los cambios del clima que ya nos están afectando. La agricultura familiar no solamente contribuye positivamente al balance de carbono del planeta, sino que además da empleo a 2 800 millones de personas —hombres y mujeres— a lo largo del mundo y sigue siendo la mejor manera de combatir el hambre, la malnutrición y la actual crisis alimentaria. Si a la gente campesina, que trabaja en pequeña escala, se le da acceso a la tierra, al agua, a la educación y a la salud y se le apoya con políticas que promuevan la soberanía alimentaria seguirán alimentando el mundo y protegiendo el planeta.

Para la gente campesina del mundo, las falsas soluciones propuestas en las conversaciones sobre el cambio climático, como la iniciativa redd (Programa de las Naciones Unidas para la Reducción de las Emisiones Derivadas de la Deforestación y la Degradación Forestal en los Países en Desarrollo), los mecanismos de bonos de carbono y los proyectos de geoingeniería son tan amenazantes como la sequía, los tornados y los nuevos patrones del clima. Otras propuestas como la iniciativa biochar (enterrar en el suelo miles de millones de toneladas de carbón cada año), la agricultura de laboreo cero y los transgénicos resistentes al clima son las propuestas del agronegocio y aumentarán la marginalización de la gente campesina de pequeña escala. La fuerte promoción de plantaciones industriales de monocultivo y agrocombustibles como soluciones para la crisis en realidad aumentan la presión sobre la tierra agrícola. Ha llevado ya a la masiva apropiación de tierra por parte de las compañías transnacionales en los países en vías de desarrollo, expulsando a campesinos/as y a comunidades indígenas de sus territorios. Vía Campesina, ¡Basta Ya! La Convención sobre Cambio Climático de la onu, se está descarrilando, 16 de agosto de 2009

Fuente: Biodiversidad, sustento y culturas

Energía, alimentación y gases con efecto de invernadero

Autor | William Austen Bradbury | Idioma | Español | Pais | No Especificado | Publicado | 5 noviembre 2009 14:24

"Si a la agricultura orgánica, o mejor la agroecología, se le agrega un sistema de alimentación local —producción de alimentos para el mercado local— en vez del modelo de agroexportación impuesto a la mayoría de los países del mundo por instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, se puede rebajar aún mucho más la energía consumida por alimentar la población."

A nivel mundial, la tasa de consumo de energía se calcula en 15 teravatios (TW), o 15 terajulios (TJ) de energía cada segundo (1 T= 1000000000000). [1] Si una bombilla eléctrica convencional consume 60 W, esto es el equivalente de 37 bombillas encendidas permanentemente por cada persona en el mundo. Más de un cuarto de este consumo se pierde en la generación y el transporte de la energía.

Cerca de 86% de toda esta energía es producida mediante combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón). El uso de estos combustibles se ha incrementado casi sin freno desde las primeras perforaciones petrolíferas a mediados del siglo XIX. Este crecimiento contrasta con el descenso producido en el descubrimiento de yacimientos desde finales de los 70. Los combustibles fósiles son una fuente limitada de energía, explotada en las últimas décadas de modo exponencial, lo que acelera su inevitable agotamiento.

El sistema predominante de alimentación depende altamente del consumo de energía. La energía consumida por la agricultura en sí se estima en sólo un 4% del consumo mundial de energía pero, según el Panel Intergubernamental del Cambio Climático, contribuye directamente a un 11% del total de gases con efecto de invernadero emitidos, o 6.1 Gt de dióxido de carbono equivalente [3], [4]. Casí todas las emisiones son en forma de métano (3.3 Gt) y óxido de nitrógeno (2.8 Gt). Unos dos tercios de las emisiones globales de métano y la mayoría de las emisiones de óxido de nitrógeno provienen de la agricultura. [5]

Sin embargo, cuando se contempla todo el sistema alimentario, hay que tener en cuenta un consumo mucho más alto de energía. Desde la preparación de la tierra para la siembra hasta la venta de los productos procesados en las tiendas y mercados, hay una multitud de procesos que componen el sistema de alimentación en el mundo y que requieren de energía para funcionar: cultivo de los alimentos, almacenaje, transporte, procesamiento, transformación y embalaje, distribución, venta y tratamiento de los desperdicios.

La fabricación de la mayoría de los insumos agrícolas (fertilizantes, pesticidas, herbicidas, fármacos) se hace procesando combustibles fósiles como materia prima (el gas natural para producir fertilizante de nitrógeno y el petróleo para producir pesticidas). A partir de la denominada Revolución Verde en los años sesenta, el uso de los agroquímicos y el agua para riego aumentó tremendamente.

Entre 1960 y 2005, periodo en el que la población mundial se duplicó, el uso mun-dial de fertilizante de nitrógeno aumentó más de 8 veces. Se calcula que la producción de dicho fertilizante consume un 2% del consumo mundial de energía. [3] Más de la mitad de esta producción se le aplica a un solo cultivo: el maíz. En eua, la producción industrial de un quintal (100 libras) del maíz consume cerca de medio galón de petróleo. [7]

Este gran consumo de energía por el sistema industrial de alimentación, dependiente en grado sumo de combustibles fósiles, es responsable de una cantidad enorme de gases con efecto de invernadero. Se calcula que una tercera parte de las emisiones globales de éstos se puede atribuir al sistema alimentario global (ver la Tabla, página 17) [3]. Sin embargo, existen muchas diferentes formas de alimentarse que tienen distintos consumos de energía y por tanto emi-siones de gases con efecto de invernadero. Las formas más básicas y tradicionales de producción de alimentos como la agricultura de desplazamiento y la caza y recolección, consumen mucho menos energía que la que se obtiene. Los métodos más modernos como el vacuno intensivo y la pesca industrial son muy ineficientes en su consumo de energía, y a veces consumen hasta 15 a 20 veces más energía que lo que se consigue en forma de alimento.

El consumo de energía del sistema alimentario del país más industrializado del planeta, Estados Unidos, ha aumentado enormemente en los últimos 100 años desde menos de una caloría por cada caloría de alimento obtenida, hasta más de 10 calorías hoy.

En las últimas décadas, como respuesta alternativa a la gran industrialización de la producción y distribución de alimentos a través del mundo, ha surgido un importante movimiento de agricultores y ecologistas en pro de la producción de alimentos de forma ecológica y la distribución de los mismos en base a mercados locales, vinculando los productores con los consumidores.

Al iniciar el siglo xxi, con las crisis energética y ambiental cada día más y más evidentes, se han publicado los resultados de varios estudios importantes que prueban la eficiencia de la agricultura ecológica en cuanto a su consumo de energía.

En 2002, se dieron a conocer los resultados del Ensayo dok, un estudio que comparaba la agricultura orgánica con la agricultura convencional desde hacía 24 años. Único en el mundo de su índole, de una duración tan larga, sus estadísticas muestran que la agricultura orgánica es “más amigable con el ambiente, más eficaz y sustentable”, mientras que mantiene más alta la fertilidad en el suelo. [9]

El informe Agricultura orgánica, ambiente y seguridad alimentaria de las Na-ciones Unidas, publicado en 2003, también constató que la agricultura orgánica da mejores resultados que la agricultura convencional por hectárea, con respecto al consumo directo de energía (combustible y aceite) y al consumo indirecto de energía (fertilizantes sintéticos y pesticidas). [10] Otro informe de Naciones Unidas, Agricultura orgánica y seguridad alimentaria en África, publicado el año pasado, confirmó que la agricultura orgánica consume menos energía. Se halló que 93% de los casos investigados reportaron beneficios en fertilidad del suelo, suministro de agua, control de inundaciones y biodiversidad. [11]

Mientras que las instituciones internacionales se limitan a referirse a la agricultura orgánica, muchas organizaciones sociales y ecologistas hablan de agroecología. La agricultura orgánica, desde que nace el término, ha sufrido un cambio en su significado. Las agroindustrias pretenden comercializar productos orgánicos porque son más amigables al ambiente, cuando en realidad se utilizan las mismas técnicas de cultivo (monocultivos) aunque, en vez de usar insumos químicos, usen insumos hechos a base de materiales no considerados como químicos. Puede resultar en un producto más saludable para el consumo humano, pero su mejora en el impacto sobre el ambiente es cuestionable. Sin la implementación de prácticas agrícolas como la rotación y asociación de cultivos, el reciclaje de los desperdicios en la forma de abono orgánico, y la protección del suelo, los problemas de la erosión por la lluvia o por el viento, la pérdida en la fertilidad del suelo, y la alta dependencia en los insumos externos y el consumo de energía, no se solucionan.

La agroecología tiene otro enfoque basado en el cuidado del suelo. Para que la agricultura sea en verdad amigable con el ambiente y sustentable, no puede permitir que el suelo se degrade. Esto sólo se logra con las prácticas antes mencionadas, todo con el propósito de reciclar los nutrientes, y por tanto la energía, dentro de la finca o zona. Un suelo bien cuidado actúa como un “secuestrador de carbono” —absorbe dióxido de carbono y mitiga el cambio climático.

Un mito es que la agricultura ecológica es anticuada y que rinde poco porque no aprovecha las ventajas de la tecnología moderna; teoría desacreditada por varios estudios internacionales publicados en los últimos años.

En 2006, un estudio internacional de mejoras de prácticas agrícolas (como la rotación de cultivos y la agricultura orgánica) halló que el aumento promedio de la producción era de un 79%. [12] En 2008, se publicaron los resultados del estudio más grande del mundo que comparaba el uso de composta (abono orgánico) con el fertilizante químico durante un periodo de 7 años. El estudio concluyó que el uso de la composta incrementó la producción en un 100-200% y sobrepasó el incremento por el uso de los fertilizantes químicos en un 30%.13 Finalmente, el estudio de las Naciones Unidas sobre agricultura orgánica en África, que analizó más de 100 intervenciones en 24 países, encontró un promedio en el aumento de la producción de más de un 100%. [11]

Si a la agricultura orgánica, o mejor la agroecología, se le agrega un sistema de alimentación local —producción de alimentos para el mercado local— en vez del modelo de agroexportación impuesto a la mayoría de los países del mundo por instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, se puede rebajar aún mucho más la energía consumida por alimentar la población.

Esto es lo que propone desde hace 10 años la Vía Campesina, movimiento internacional campesino que representa millones de campesinas y campesinos, indígenas, pequeños agricultores y trabajadores rurales en 69 países alrededor del mundo. En su lucha por la soberanía alimentaria, la Vía Campesina reclama el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas sobre la producción, distribución y consumo de alimentos para garantizar una alimentación sana a su población. Si escojieran políticas que desarrollaran la agricultura ecológica y sistemas de alimentación y energía localizados, existiría el potencial de ahorrar más de un 50% del consumo de energía y emisiones de gases con efecto de invernadero. Incorporar energía renovable, podría suministrar más energía que la necesaria y eliminar la dependencia de los combustibles fósiles. [3]

Como dijo Hans Herren, co-presidente de la Evaluación Internacional del Papel del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología en el Desarrollo Agrícola14: “Sin reformas, muchos de los países más pobres tendrán tiempos muy difíciles.”

Para implementar tal cambio, harían falta Estados fuertes, democráticos y participativos, y por eso se destaca la importancia de fortalecer y concienciar a los movimientos sociales.

EcoBASE - Educación con Base en la Agricultura Sustentable y Ecológica, http://www.cultivobiointensivo.net

1. Consumo y recursos energéticos a nivel mundial. International Energy Outlook 2007 del Departamento de Energía de los Estados Unidas, http://es.wikipedia.org

2. Anatomy of an oil discovery (2007). David Cohen. Publicado en aspo-usa Energy Bulletin.

3. “Organic Agriculture and Localized Food & Energy Systems for Mitigating Climate Change. How the world can be food and energy secure without fossil fuels”. Mae-Wan Ho, Institute of Science in Society, www.i-sis.org.uk. Ponencia del Taller-conferencia de Asia del Este y el Sureste sobre la Agricultura Sostenible, Seguridad Alimentaria y Cambio Climático, Las Filipinas, octubre de 2008.

4. “Mitigating Climate Change through Organic Agriculture and Localized Food Systems”. Mae-Wan Ho y Lim Li Ching, Institute of Science in Society, enero de 2008, www.i-sis.org.uk.

5. “The Role of Organic Agriculture in Mitigating Climate Change —a scoping study”. Johannes Kotschi y Karl Müller Sämann, International Federation of Organic Agriculture Movements, mayo de 2004

6. “Agricultural Sustainability and Intensive Production Practices”. David Tilman, Kenneth G. Cassman, Pamela A. Matson, Rosamond Naylor y Stephen Polasky. Nature 418, agosto de 2002, pp 671-677.

7. The Omnivore’s Dilemma. Michael Pollan, 2006

8. Ariadne’s Thread: The Search for New Modes of Thinking. Mary E. Clark. St. Martin’s Press, 1989.

9. Convocatoria de Prensa del Instituto de Investigación de la Agricultura Orgánica (fibl), Suiza, 2002,
http://www.fibl.org


10. Agricultura orgánica, ambiente y seguridad alimentaria. Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (fao). Editado por Nadia El-Hage Scialabba y Caroline Hattam, 280 pp, Colección fao: Ambiente y Recursos Naturales núm 4, 2003, http://www.fao.org

11. Organic Agriculture and Food Security in Africa. unep-unctad, 2008, http://www.unctad.org

12. “Resource-Conserving Agriculture Increases Yields in Developing Countries”. J. N. Pretty, A. D. Noble, D. Bossio, J. Dixon, R. E. Hine, F. W. T. Penning de Vries, y J. I. L. Morison. Environmental Science and Technology, 2006, 1114–1119, http://pubs.acs.org

13. “Greening Ethiopia for Food Security & End to Poverty”. Edwards S. Science in Society 37, 42-46, febrero de 2008.
http://www.i-sis.org.uk


14. Evaluación Internacional del Papel del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología en el Desarrollo Agrícola (iaastd), 2008.
http://www.agassessment.org/


Fuente: Biodiversidad, sustento y culturas